Veo últimamente muchas reflexiones sobre el mal estado del internet actual. Tengo opiniones.
La situación
La red está llena de anuncios intrusivos. Los periódicos ponen muros de pago en los que dicen claramente que pagas o te espían. Es muy difícil llegar al texto del artículo por el que entras a una web. Lo escrito se ha adaptado tanto a las técnicas SEO que es difícil encontrar algo decente en esos buscadores que impusieron el negocio. Los buscadores añaden resultados de IA generativa que gastan diez veces más que una búsqueda normal. Esas IA escanean toda la red sin consideración alguna y la gente las usa sin ningún tipo de miramiento ni de crítica. YouTube tiene una cruzada contra los bloqueadores de publicidad. Un multimillonario compró la red social que se veía como la plaza pública de internet. Las plataformas cambian sus reglas a capricho.
Estas condiciones cambiantes ya afectaron a los blogs que confiaron sus ingresos en la publicidad, y llevamos años viendo cómo los llamados creadores de contenidos se quejan de que YouTube o Twitch han cambiado tal o cual condición y ganan menos dinero o no alcanzan tanta visibilidad.
Las clásicas GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft), cambiando F por M (Meta, que no solo tiene Facebook sino también Instagram y WhatsApp) y añadiendo quizá X-antes-Twitter y TikTok, son el 95% del internet que conoce una ingente cantidad de internautas. Esto es producto del paradigma del smartphone, las apps y la centralización de internet.
Este es, grosso modo, el discurso que más me encuentro últimamente entre personas que reflexionan sobre el estado de la red. Y es muy cierto. Las plataformas centralizadas cambian las reglas a su antojo y los usuarios solo podemos patalear porque firmamos un contrato que no leímos.
A mí todo esto me da igual
Cuando veo las quejas de lo mal que está internet, algunas de las cuales yo he reproducido en este blog, analizo mi uso de la red y la conclusión a la que llego es muy clara.
Me da igual.
Todo este discurso fatalista me afecta en cuanto que estoy de internet, pero mi uso se aleja mucho de ese caso habitual que he retratado antes.
No tengo Twitter, ni Facebook, ni Instagram, ni TikTok, apenas toco nada de Microsoft, no uso el buscador de Google (sí un metabuscador, que podría cambiar por algo con índice propio, que haberlo lo hay, aunque funcione regular).
Mi uso de la red se limita, prácticamente a navegar con bloqueador de anuncios, ver vídeos (FreeTube, te amo) y escuchar pódcast (no exclusivos), estar en Mastodon, revisar mis feeds y escribir para este blog.
Es decir: hago prácticamente lo mismo desde hace 20 años.
Y no digo esto para sentirme especial ni diferente, ni pretendo que todo el mundo haga lo mismo de aquí para mañana. Sí me parece importante señalar, sin embargo, que es posible experimentar la red de otra manera, alejado aunque sea un poquito de esas grandes plataformas, y que podemos invitar a más personas a disfrutar de internet de otra manera.
La internet abierta todavía sigue ahí, a pesar de todo.
No todo el mundo puede ganar dinero en internet
Esta centralización en plataformas concretas ha permitido que aparecieran los llamados creadores de contenido, en especial de vídeo, y hemos visto cómo ese mundillo cambiaba cada poco tiempo con su proliferación.
Y yo me pregunto: ¿no nos hemos pasado de frenada con que todo el mundo quiera buscar su negocio en internet?
Monetizar cada minuto de nuestra estancia de internet, hacer de nosotros una marca y, en definitiva, ver internet como una fuente de ingreso infinita, ha llevado a que se apliquen técnicas SEO bajando muchísimo la calidad del contenido escrito, y que los creadores de audio y vídeo lloren por tener un jefe capitalista que los explota.
Como consecuencia de ello, se nos pide a los seguidores que nos hagamos cargo de esos creadores. Que paguemos para que esos creadores puedan hacer el contenido que nos gusta. Para eso nacieron plataformas de mecenazgo como Patron o Ko-fi.
Y mi conclusión como internauta ante esta situación es la misma. Me da igual.
Servicios de streaming como Spotify o Tidal nacieron para unificar el pago de la música en una suscripción. Debate aparte es el reparto de esas ganancias. Y ahora me piden que pague los periódicos pero también por cualquiera que quiera hacer su negocio.
Hay algo que no debemos olvidar como espectadores o carteras con patas. Mucha gente intenta hacerse un hueco en su ámbito, en todas partes todo el tiempo. Y no nos sentimos responsables ni por su decisión ni por su fracaso. Sin embargo, hay cierto intento por hacernos responsables del fracaso de ese pobre creador de contenido al que no le dimos nuestro dinero y ahora ya no puede seguir con lo mismo.
A todo creador le mueve su ego. Me incluyo. Y ya hay muchas personas trabajando para entretenernos todo el tiempo con otras formas de cultura. No nos hacen ningún favor al crear su contenido ni estamos en obligación de devolverles nada.
Apoyo a múltiples creadores, pero no me da para todos. Ni me da ni quiero que me dé. No podría ni querría hacerme cargo de todo lo que leo, veo y escucho si todos pusieran su contenido bajo un muro de pago de un día para otro. Es inviable.
No debemos olvidar que aún queda mucha gente con formas de monetización muy respetuosas con los usuarios, sin vender nada directamente y, más importante, aún queda mucha gente que comparte sus gustos por pura afición.
El internet que nos gusta todavía sigue ahí
No me vale tener nostalgia por el internet de primeros de los dosmiles porque ese internet no se ha ido a ninguna parte.
Las tecnologías que formaban su base siguen disponibles. Los foros siguen ahí, los blogs siguen ahí, los RSS siguen ahí. Hasta el IRC sigue ahí. Todo esto son tecnologías que sirvieron de base para definir ese internet que tanto nos gustaba.
Ha sido muy cómodo irse a plataformas centralizadas, poner toda la presencia online ahí, quejarnos de que Google cerrara Reader en 2013 y de que los navegadores quitaron el botón de RSS.
Quienes entendemos un poco de internet podemos seguir así, confiando en las plataformas centralizadas y esperando que llegue la siguiente salvación de los blogs, o podemos hacer algo mejor.
Podemos enseñar a quien quiera verlo que ese internet tan bonito no se ha ido a ninguna parte. Tan solo hay que darle vida de nuevo. Podemos enseñar a quien quiera verlo que hay personas que usan internet sin intención de vendernos nada.
Redes sociales alternativas
Internet no se limita a esas plataformas centralizadas, por más que intenten convencernos de lo contrario. Hay redes sociales descentralizadas y basadas en software libre que presentan una alternativa a las antes nombradas.
Son espacios no controlados por una única empresa que merecen difusión y, si bien no pretenden ni tienen por qué sustituir las plataformas centralizadas, sí podemos complementar nuestro uso y presencia en ellas para luchar, aunque sea un poquito, contra este carácter centralizador.
Nadie te pide que borres tu cuenta de Twitter o YouTube. Pero sí podrías abrir y cuidar un poco una cuenta en Mastodon y subir tus vídeos también a una instancia de PeerTube.
Estas pequeñas acciones ya suponen un cambio notable. Son espacios manejados por personas que quieren el bien de sus usuarios, no atraparlos en una aplicación para alimentar un algoritmo que les ofrezca publicidad dirigida.
Portales personales
Pero es que internet va más allá de aplicaciones web y redes sociales. Internet también son las personas, negocios o colectivos que quieren decir algo al mundo y que han confiado su presencia en internet a esas plataformas centralizadas, con las consecuencias que esto tiene.
Estas personas, negocios o colectivos podrían tener su propio rinconcito en internet. Una página o un blog como este o como los muchos que tengo en mi blogroll.
Hay muchos entendidos que hablan de los blogs como si fueran algo que se quedó en 2006 pero, como he dicho, los RSS siguen ahí, e incluso hay sistemas de blogs insultantemente simples.
Nada impide que inicies un blog a mitad de 2024.
La conversación se ha movido de los comentarios a las redes sociales. ¿Y eso, qué? ¿Tener un blog te obliga a irte de redes?
Un hilo en redes tiene más interacción que un enlace a un blog. ¿Y eso, qué? ¿Alguien te obliga a dejar de hacer esos hilos?
Educar en el internet que queremos
Recuerdo una época en la que se hacía mucha pedagogía sobre los beneficios de tener un blog y se explicaba qué era un feed RSS, Una época en la que era imposible entrar en un portal sin encontrar el icono naranja.
¿Por qué no recuperamos esa costumbre?
No se trata de que abandonemos las plataformas y redes centralizadas para quedarnos en el fediverso y en un blog. A unos cuantos locos como a mí nos encantaría, pero no es el mundo en el que estamos.
Podemos complementar.
Podemos tener cuenta en las redes mayoritarias pero también presencia en el fediverso. Podemos tener un blog o un portal propio, un rinconcito en internet al que podamos llamar nuestro.
Hace un tiempo leí a alguien que decía, más o menos, «No hay mayor mensaje político-tecnológico que decirle a alguien que no tengo WhatsApp». Es un ejemplo algo extremo, pero sirve para ilustrar el mensaje que quiero transmitir.
A lo mejor marcamos alguna diferencia al decir que estamos en Mastodon. ¿Y si hay ciertas conversaciones que solo planteamos en el fediverso? ¿Y recogemos nuestras chorraditas de redes en nuestro blog y explicamos a la gente qué es un feed RSS?
Un poquito de rebeldía
Desde luego, el internet centralizado seguirá ahí, con sus anuncios y su IA. Pero quizá, solo quizá, entre todos podamos construir una esquinita de internet más respetuosa con las personas.
Ese internet que tantos echan de menos y que, en realidad, no se ha ido a ninguna parte. Tan solo nos hemos olvidado de ella, como si el HTML y el CSS que conforman la base de internet hubieran desaparecido.
Podemos buscar muchas excusas. Es que los navegadores quitaron el botón de RSS, es que ya ni los pódcast lo muestran claro, es que la conversación está en redes, es que dependemos de las plataformas, es que nadie lee blogs, es que, es que, es que.
Pero si nosotros, internautas con un mínimo de conciencia sobre el tema, no hacemos lo poquito que podemos hacer, lo único que nos queda es patalear y dejarnos llevar aún más por la corriente.
Y si algún creador de contenido sigue maltratado por Amazon y YouTube pero no me gusta lo suficiente como para pagarle, pues oiga, mala suerte.
Este blog es mi grito de rebeldía ante esta situación. Un grito muy pequeñito, pero mío. No de Zuckerberg ni de Musk. Mío.
Así que yo, desde mi parcelita, grito que basta ya de llorar y que hagamos lo poquito que podemos para revertir esta situación. Eduquemos a quien tenga interés para que tengamos el internet que queremos.
Una aclaración final
Para los del fondo de la clase. Esto es un texto performativo llevado al extremo para dejar claro el mensaje. No siempre depende de nosotros salir de esas plataformas centralizadas, a veces las circunstancias nos obligan. Podemos llorar, tener cuenta en el fediverso y un blog a la vez, incluso llorar en esa cuenta del fediverso y en el blog. Yo mismo lo hago. Muchísimo.
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