Discapacidad y neolengua

Otra reflexión que proviene de uno de mis paseos en las redes sociales. Para quienes no entiendan la referencia del título, la neolengua es una forma de hablar que se emplea en la novela 1984 de George Orwell, una novela que yo no lo he leído pero que está en el acervo cultural.

Antes que nada, para el lector que no me conozca, soy profesor de Lengua Castellana y Literatura (es decir, que algo sé sobre el lenguaje) y para más inri, discapacitado (tengo poca visión), así que según los estándares de hoy en día estoy totalmente legitimado para hablar de este tema, más por lo segundo que por lo primero, me temo.

Voy a poner un pantallazo de los mensajes para que veáis que no he cambiado ni una coma, y una cita con el texto. Evidentemente con una búsqueda simple será fácil situar de quién son los mensajes, pero no es mi interés aquí hacer escarnio del autor sino señalar una tendencia creciente que lleva tiempo abriéndose paso en el ámbito de la discapacidad.

Llevo básicamente casi tres meses en Madrid. No se si es tiempo suficiente, pero es una ciudad muy hostil para las personas con Diversidad Funcional. Y cuando digo hostil me refiero a que se producen constantes situaciones donde mi Libertad se ve limitada. En Ceuta nunca percibí.

En el momento que se entienda que la falta de accesibilidad es violencia hacía las personas con diversidad funcional y no unas simples circunstancias, quizá en ese momento puedan cambiar las cosas.

A los que desde el privilegio normofuncional cuestionan que esto es violencia, espero que sepan diferenciar los diferentes tipo de violencia y como funciona la violencia simbólica. Pierre Bourdie lo explico muy bien.

Diversidad Funcional

Esta es la nueva forma con la que se conoce a la discapacidad desde hace unos años, un concepto que poco a poco se va abriendo paso en le lenguaje.

Primero fue minusvalía, y se dijo que no valíamos menos que nadie. Luego fue discapacidad, y se está llegando a la conclusión de que nuestra capacidad no es menor que la de nadie. Así que el concepto que ahora está en boga es este de diversidad funcional que, en opinión de quien esto escribe, es una expresión totalmente vacía de significado.

Nos guste o no, hay una parte de nuestro cuerpo que no funciona bien. No es que funcione de una forma diversa, que es una forma buenista de alterar el lenguaje para que no suene tan agresivo a oídos de muchos. Esta disminución en la agresividad del lenguaje termina en que se deje de llamar a las cosas por su nombre, y como sociedad no deberíamos permitir que esto siga ocurriendo, y menos aún con un tema tan importante.

Dentro de unos años, diversidad funcional también sonará agresivo y buscarán otra nueva expresión con la que referirse a lo mismo.

Libertad, con mayúscula

El uso de la mayúscula de relevancia no deja de ser una falta de ortografía. En el hilo encontramos dos casos: Diversidad Funcional y Libertad. También es un recurso que he visto usar a Berto Pena en aquel libro que hace honor a su apellido, cuando habla de Productividad.

Creo que el uso que hace de las mayúsculas es bien claro, así que no voy a ahondar en el tema y solo diré que quien realiza esta práctica no me merece mucho respeto.

Violencia

En el hilo se habla de la violencia simbólica de Pierre Bourdie, que resulta ser un concepto nacido en los años 70. Es decir, que esta neolengua y esta manipulación social destinada a crear grupos sociales de opresores y oprimidos ha estallado en las dos últimas décadas, pero lleva muchas más gestándose.

Creo que la palabra violencia es otra de las muchas que se ha vaciado de contenido, como le ha pasado a fascista o machista. Igual que a la mínima de cambio uno puede ser un fascista por estar de acuerdo con ciertas ideas de los partidos políticos que se posicionan a la derecha del espectro, o un machista al decir que no está de acuerdo con ciertos aspectos del feminismo, se considera violencia la falta de accesibilidad.

Voy a llevar este tema a mi terreno. Según la dialéctica de hoy en día, si hay violencia también hay víctimas de esa violencia. ¿Soy yo una víctima de Jerez porque allí haya muchísimos semáforos que cambian de color en nada? No, porque esa es un statu quo fruto de una configuración urbanística donde no se tenía en cuenta a las personas con discapacidad visual, como es mi caso.

Mi actitud hacia eso es aceptar ese statu quo e intentar cambiarlo, no sentirme una víctima, una postura muy cómoda que pone al resto del mundo contra mí, que genera odios y que me puede llevar incluso a la inactividad, porque son los demás quienes tienen que resolver mis problemas. Me niego.

Si esta Persona ve limitada su Libertad pues que vaya al Ayuntamiento o que mande una Carta a la Institución que corresponda, que use las Redes Sociales para denunciar esa situación concreta y movilizar a La Gente en pos de cambiar una Situación Injusta. En esta actitud activa no cabe, desde mi punto de vista, la actitud de víctima.

Privilegio normofuncional

Si buscas esta expresión en un buscador, aparece rápidamente el tuit junto con una acepción dentro del estudio de la familia que no tiene nada que ver. Pero me cuadra tan bien dentro de esta neolengua que no me extrañaría si empezara a usarse.

Esto me parece el culmen de la neolengua aplicado a este tema. Estaba el privilegio heteropatriarcal, pues ahora se le añade el privilegio normofuncional. Pobrecitos los que sois hombres, blancos, hetero y sin discapacidad, porque sois unos opresores privilegiados desde la uña del dedo gordo al último pelo de la cabeza.

Conclusiones

Siempre tengo el miedo de que me vengan las hordas furiosas de las redes sociales a llamarme retrógrado, fascista, machista, la nueva palabra que se inventen para designar a los que oprimen a quienes tienen diversidad funcional o lo que les dé la gana a ellos. De momento estoy teniendo suerte.

También he pensado y he dicho en redes sociales que iba a dejar de tratar estos temas para que no se me puedan colgar esas etiquetas. Pero es que no puedo. Creo que me expreso de una forma honesta y clara respecto a estos temas, y espero que quien tenga diferencias conmigo se vea en la libertad de comentar para contrastar ideas y aprender un poco.

Creo que ninguna persona con dos dedos de frente hoy en día puede decir que no hace falta mejorar la accesibilidad en las ciudades, igual que nadie dice que el maltrato a la mujer esté justificado (por cierto, maltrato, otra palabra malsonante que ha sido sustituida por violencia).

La cuestión está en que este discurso de oprimidos y opresores y el no llamar a las cosas por su nombre está configurando la forma de pensar de mucha gente, y yo no me lo trago. Conmigo que no cuenten. Ni como hombre blanco hetero ni como discapacitado.

Me alegro de que poco a poco vaya saliendo gente que desmonta este discurso y esta forma de pensar poniendo el foco en lo realmente importante, que es el necesario cambio social que se pide, no esta dialéctica de oprimidos, opresores y violencias.

El mayor problema que veo es el siguiente: si el concepto de violencia simbólica es de los 70 y es ahora cuando se está aplicando de una forma tan exaltada, ¿cuándo volveremos a ver, de forma generalizada, algo de sentido común en el discurso? ¿Qué otra manipulación se está gestando en la sombra para que culmine dentro de otros cuarenta años?

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2 respuestas

  1. […] alguna ocasión he hablado del nuevo lenguaje que se está imponiendo respecto a la discapacidad (o «diversidad funcional» como la llaman ahora) y a la tendencia a victimizarse de ciertos […]

  2. […] activa, reclamando a quien corresponda los cambios necesarios para mejorar la situación, y no desde un victimismo en el que la sociedad está mal y nos agrede. Por desgracia, la sociedad ha tenido muy poco en […]

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