Hace unos días, mientras paseaba por la orilla con buena compañía, oía la conversación sin prestar mucha atención. Mi piel, de un blanco impoluto solo estropeado por las partes del cuerpo que van fuera de la camiseta, se tostaban por el sol. Yo notaba cómo mis pies se hundían en la arena mojada al ritmo de mis pasos y al capricho de las olas. Aproveché el propicio escenario para reflexionar y echar la vista atrás, más allá de las huellas en la arena, una actividad a la que dedico más tiempo del debido últimamente, con la esperanza de que esa reflexión, que da lugar a este texto, sirva para reducirlo.
MundoReal™
Los últimos tres años han sido algo complicados, no en lo personal pero sí en lo académico y profesional. Primero desánimo, luego presión y estrés, especialmente este último, consiguieron que no disfrutara del todo con lo que había decidido hacer.
Quienes me conozcan dirán que no me puedo quejar en mi situación, y no considero que esto sean quejas, pero cada quién tiene que hablar de lo que le toca. Esto es lo que yo he sentido en los últimos tiempos, en retrospectiva lo veo bastante claro.
Ahora la situación ha cambiado. A partir de ahora solo me veré presionado hasta el punto que yo decida, y en el curso que entra estoy convencido de que disfrutaré con lo que hago. Porque si de algo estoy seguro es de que he escogido el camino correcto, a pesar de que a veces me asalten las dudas.
También aprovecharé las circunstancias para dar un paso muy importante para mí en lo personal, una oportunidad para demostrarme que puedo dar más de mí y para salir de la zona de confort que solo lleva al estancamiento.
Mundo virtual
Esa vista atrás ha estado casi siempre centrada en el MundoReal™, pero no había dedicado mucho tiempo a considerar mi actividad en línea. El momento de reflexión llegó al visitar mi antiguo blog por querer leer algo, y encontrarme allí con una parte de mí mismo y de mi vida.
Hace poco me quejaba en las redes sociales (voy a acostumbrarme a no decir nombres concretos) de que cada vez veo más inútil compartir a cada momento dónde se está, qué se hace y con quién. Pero hoy considero que durante un tiempo he sido demasiado hermético, incluso conmigo mismo.
En estos momentos no me parece oportuno contar mi día a día con tanto detalle como entonces ni me apetece hacerlo, pero sí que podría compartir reflexiones y vivencias sin concretarlas más de lo debido y aprovechar para darles un toque literario, como he hecho al comienzo de esta misma entrada.
Contar las vicisitudes de mi vida cotidiana y de hablar más extensamente de lo que me gusta es algo que echo de menos. Ahora lo veo. Aunque ya hace tiempo que no tengo la imperiosa necesidad de compartir cuanto hago (durante una época estaba en el cine y pensaba en cómo iba a contar mis impresiones de la película en el blog), me parece un reto interesante encontrar el justo medio adecuado a mi situación.
Cerrando
En cualquier caso, y como conclusión de la parrafada, voy a proponerme escribir más en este blog. Lo empecé con muchas ganas y creo que he mantenido una cierta calidad de la que estoy orgulloso a pesar de la falta de continuidad. Puedo hacer que dé más de sí, a pesar de estar también involucrado en otros proyectos de los cuales espero hablaros pronto.
Queda poco de agosto y tengo alguna entrada preparada. Si el trabajo, las ganas y la inspiración me son propicios, podré cumplir lo dicho. A estas alturas de mi vida tampoco me atrevo a prometer nada.
Yo mido los años por cursos académicos, a lo que se suma que nací en agosto. Hoy es mi cumpleaños, de hecho. Este próximo año se plantea lleno de retos y, más importante aún, lo afronto con las ganas y los ánimos para aprovechar todas sus oportunidades. Japi berdei tu mí.
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