Crisis de identidad

Llevo muchos años dándome a conocer en redes con la siguiente frase: «Profesor de Lengua Castellana y Literatura con la tiza en una mano y una tablet en la otra». Define muy bien mi forma de trabajar, una mezcla entre la clase tradicional y uso de la tecnología. 

Pero eso ha cambiado. En mi estado actual de cansancio laboral, a primeros de año me cansé de que esa fuera mi carta de presentación al mundo. 

Como esos golpes que siempre van donde tienes una herida, me crucé con muchos artículos que trataban la insatisfacción con el trabajo, sus consecuencias a nivel mental o el simple deseo de tener más tiempo para nuestras aficiones. 

Maestra Paladín puso la conclusión a estos pensamiento que yo no sabía expresar o, al menos, no con tanta claridad: 

No me voy a olvidar cuando en el máster de educación nos habilitaron un espacio para presentarnos y hablar de nosotros y mientras yo estaba hablando de mis frikadas y las cosas que me gustan hacer, muchos compañeros (especialmente señores) resumían su CV.

Yo no quiero tu CV, quiero saber que si salimos por ahí te vas a pedir una caña, café, refresco o colacao. Las cuestiones importantes de la vida y para conocer a alguien.

Me impresionó cómo me representa el primer párrafo. 

Yo llevo toda mi carrera profesional presentándome como profesor de Lengua. Es lo primero que daba a conocer sobre mí, también en persona. Además, cucando conozco a alguien, preguntar la profesión está entre las primeras interacciones. 

Quiero cambiar esto. No quiero ser (solo) Adrián, el profesor de Lengua. Quiero ser Adrián, el apasionado de la cultura y la informática que, además, es profesor de Lengua. 

En mi perfil de Mastodon o en la página Acerca, ahora mismo lo primero que veréis será esto:

Contradicción con patas. Me interesan la cultura, la tecnología y la educación. Escribo blogs y grabo pódcast.

Es una descripción quizá más impersonal pero, para mí, igual de precisa, porque si algo me define es que voy por fases, y esas fases entrañan contradicciones conmigo mismo en más ocasiones de las que me gustaría.

La información que sigue a esas líneas (que escribí con mucho cachondeo hacia mí mismo) habla de mis aficiones. Mi profesión la he dejado para el final.

También haré lo mismo cuando conozca a alguien: preguntar por las aficiones. Curiosamente, en redes sociales sí me fijo mucho más en ellas, pero esa faceta «trabajocentrista» me salía sola en las relaciones cara a cara. 

Mi trabajo como profesor de Secundaria es una parte muy importante de mí, y dudo que eso vaya a cambiar. Ha habido épocas en las que he abrazado mi profesión con pasión, y no creo que eso sea malo. Tampoco creo que sea censurable que nos presentemos o preguntemos por la profesión, pero sí deberíamos pensar en ir más un poco más lejos, si no lo hacemos ya.

Como dice Maestra Paladín, si me viera con alguien de un perfil profesional diferente, lo que menos le importará es cómo aplico los criterios o los problemas que tengo en Séneca. Sin embargo, seguro que podemos tener una conversación muy interesante sobre alguna serie o película. Esas conversaciones salían, pero no siempre con naturalidad o en un primer momento.

Yo he notado que mi presencia ante el mundo y mis interacciones con él se basan primero en el trabajo, y luego viene todo lo demás. Quiero cambiar eso. 

A lo mejor calificar a esto como «crisis de identidad» es un poco exagerado, pero lo cierto es que lo noto como tal. Tantos años definiéndome con mis estudios y mi trabajo hacen que este pensamiento, quizá muy simple, sea algo que me cambia por completo los esquemas.

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2 respuestas

  1. Me pasa lo mismo cuando conozco a gente nueva. Al estar ahora sin trabajo me cuesta presentarme.

    Creía que era porque no se me daba bien, o porque no sabía cómo definirme. Leyendo tu reflexión me doy cuenta de que quizá me está ocurriendo lo mismo. Mis trabajos han sido lo que me ha definido siempre.

    Por ejemplo, no tengo ninguna presentación en el blog. Y en redes sociales es muy escueta.

  2. aamedinav

    Simple. Es común que se iguale el acto de «trabajar» con «ser alguien en la vida». Considera también que la mayoría de las personas «vive para trabajar» y no «trabaja para vivir».
    Evidentemente que todo eso afecta culturalmente a las personas.

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