Sobre el “andalûh”

El 31 de julio de 2021 escribí esto en mi Baúl de enlaces:

Sobre una propuesta de ortografía andaluza:
¿EPA? Qué es y por qué.
Propuesta de ortografía andaluza EPA.
AndaluGeeks, la comunidad del andaluz escrito.
Para mí no es más que una curiosidad. Pero claro, yo nunca he tenido la necesidad ni el interés de escribir en andaluz, porque como lingüista considero que un dialecto no necesita una ortografía propia y que cada uno lee el español con la pronunciación que tenga cada quién. Pero qué narices: el andaluz siempre es motivo de burla, si alguien quiere usar esa ortografía, que lo haga con orgullo y que zurzan a quien le moleste.

Cuando me puse a leer la propuesta ortográfica, vi que había un proyecto de hacer una gramática andaluza, y ahí vino mi rechazo.

El andaluz no es un idioma diferente al español. Es algo que pensé entonces y que sigo pensando ahora.

Sin embargo, hace unos días me acordé del asunto y pensé en escribir una entrada para mi blog. Seguramente hubo algún desencadenante que ya no recuerdo. El tono, en principio, iba a ser bastante incendiario, pero ya tengo un largo historial de meteduras de pata (no muy graves, pero suficientes para mí) y decidí preguntar al único foro más accesible que encontré.

El grupo de Telegram que gestiona AndaluGeeks, “Aprende andalûh”.

Allí me comentaron que el colectivo EPA (“Êttándâ Pal Andalûh”) no está desarrollando dicha gramática (al menos, de momento).

Aplacada mi furia incendiaria, decidí quedarme para ver qué se cuece por allí.

Se generaron debates muy interesantes. La opinión de los administradores es que el andaluz es un idioma diferente del español, asunto en el que no estamos de acuerdo, pero pusieron en entredicho bastantes puntos de los que había estudiado en mi carrera. El más importante, la diferencia entre los conceptos “dialecto” y “lengua”, mucho más resbaladizos de lo que yo recordaba.

Encontrar un lugar en las redes donde mantener debates sobre temas sensibles sin perder el respeto ante la diferencia fue razón suficiente para quedarme por allí una temporada.

En lo que sí concuerdo con ellos es que el andaluz (llámese lengua, llámese dialecto) está muy maltratado a nivel social. Los andaluces tenemos una larga trayectoria de representaciones culturales en las que nos ponen como el gracioso o el criado.

Como decía Juan Carlos Aragón en ‘Los Yesterday’:

Después te ponen la serie de Emilio Aragón […]
y aparece en el más ínfimo escalón
de su estrecha jerarquía
el servilismo mamón
de las marmotas de Andalucía.

Por otro lado, es habitual encontrar críticas a nuestra forma de hablar:

Andalufobia: apuntar alto para golpear abajo

Como mis lectores habituales ya sabrán, yo soy profesor de Lengua Castellana y Literatura. Uno de los puntos en los que insisto mucho en mis clases es que mis alumnos no tienen que ocultar sus rasgos andaluces a la hora de hablar español estándar. Su discurso no se entiende peor porque digan “mushasho” o “arcarde”: es una mera cuestión de oído. Y nadie debería decirles que hablan mal cuando usan esos rasgos que no afectan al entendimiento del mensaje. Cuestión diferente es cuando caen en lo que se considera vulgar en el español estándar (que pueden ser rasgos perfectamente válidos en el andaluz).

No habla mejor quien habla siempre un perfecto español, sino quien es capaz de cambiar de registro según la situación comunicativa en la que se encuentre.

Sin embargo, no es raro encontrar andaluces impostando un acento que no les es propio. Iniciativas como esta ortografía andaluza buscan dignificar nuestra forma de hablar, dando unas reglas y cierta cohesión.

Uno de los aspectos que más me gustaron de esta propuesta ortográfica es que han rescatado la grafía “ç”. Dicha grafía se puede leer como “s” o “z” según el hablante, incluso como una “h” aspirada si es “heheante”. Luego hay decisiones que me parecen más cuestionables, como el uso de “x” en lugar de “ch”.

¿Y cómo puede ayudar esto a dignificar la forma de hablar andaluza? Para muestra, un botón:

Este chaval descubre el paquete de idioma “andalûh” para Minecraft.

Como no conoce la propuesta ortográfica, dice frases que no son ciertas (“parece escrito por un niño de dos años”), pero alucina cuando ve representada su forma de hablar, y deja salir su pronunciación natural.

Si iniciativas como esta consiguen que los adolescentes dejen de avergonzarse de su forma de hablar, yo no tengo nada que reprocharles. Simplemente, como adulto especialista con una opinión al respecto, no usaré esa ortografía.

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