Desde hace unos años están de moda las redes sociales. Con una simple búsqueda se pueden encontrar muchísimos artículos donde se dice que la conversación ahora allí o donde se reduce la importancia de los comentarios. Más aún: hay usuarios que se hacen famosos por sus publicaciones en redes sociales y que ni siquiera tienen blog o, en un grado menor, personas cuyo único método de publicación son esas redes.

A mí me ha pasado algo parecido. En mi caso no en las redes sociales generales sino en las descentralizadas, mi perfil en ellas se había convertido en mi principal foco de actividad. Publicaba incluso reflexiones largas que no pocas veces han acabado en este blog, pero no todas. Fue precisamente la dificultad de situar esas reflexiones posteriormente lo que ha hecho que retome el blog con fuerza y lo demás pase a un segundo plano.

En las redes sociales las publicaciones desaparecen (no de los servidores pero sí de la vista) en el incesante flujo de actividad de tantísimos usuarios. Muchas veces es necesario hacer uso de herramientas externas para ver mensajes antiguos, o se usa un scroll infinito que ralentiza mucho situar un contenido con cierto tiempo. En ocasiones es incluso mejor ir a un buscador externo para localizar un contenido propio.

Un blog, dependiendo de la configuración, tiene un paginado clásico, un buscador que permite encontrar rápidamente lo publicado, y unos comentarios integrados que permiten ver de un vistazo qué aportaron los lectores. Esta velocidad para volver a contenido antiguo permite, entre otras ventajas, reencontrarnos con un yo anterior que quizá hayamos olvidado. A veces una mirada al pasado viene bien para contemplar el futuro de otra manera o para tomar ciertas decisiones.

Todo esto se aplica a un blog personal. Un blog que busque hacer dinero con sus publicaciones o que maneje una comunidad grande de comentaristas tiene sus propias preocupaciones, pero en un sitio personal la estructura tradicional del blog me parece el mejor modo de publicar contenido en internet, a pesar del tiempo transcurrido desde su nacimiento.

Por otra parte, un blog invita a una mayor reflexión a la hora de publicar. Más de una vez me ha pasado que empezaba a escribir un tema que creía de corta extensión y he acabado con un texto con varios párrafos. Aunque no todas las redes tengan una limitación de caracteres que no permitan esta reflexión, en el blog me parece algo más perceptible. ¿Cuántos disgustos se habrían ahorrado muchos si no fuera tan fácil pulsar el botón de enviar el mensaje?

Quien quiera que cierre los comentarios o que use las redes sociales como único medio de actividad. Hasta que no haya algo que supere las ventajas que he expuesto, yo disfrutaré con el placer de escribir mi pequeño blog personal.