Tú «demandas» el empleo que las empresas «ofertan».
¿No debería ser al revés?
Eres tú quien «ofertas» tu fuerza de trabajo que ellos «demandan» para ganar dinero.
Las empresas necesitan el trabajo que tú vas a hacer para ellos. Si no, no hay empresa.
Otro síntoma más de la adoración a las empresas que nos han metido en el ADN social, fruto de las crisis económicas y las cifras de paro.
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