La expresión «pasar tiempo de calidad» me pone triste. Se puede interpretar de dos maneras, y las dos provocan el mismo efecto en mí.
Una primera interpretación y una manera de entender qué quiere decir es pensar en lo contrario. Tiempo sin calidad serían, por ejemplo, esas horas dedicadas a mirar vídeos sin propósito ni sentido. A veces lo hacemos conscientemente para tener el cerebro desconectado, pero otras pasa el tiempo sin hacer algo que nos apetezca de verdad, lo cual deja un poso de culpa.
Otra interpretación, más habitual, implica aumentar la productividad para tener el cerebro lo bastante despejado como para no pensar en trabajo u obligaciones cuando estamos con familia o amigos. Esto requiere un esfuerzo extra por nuestra parte para llegar a unos objetivos, a veces, impuestos por nosotros mismos. No llegar a esos objetivos y tener la cabeza en otro sitio también deja un poso de culpa.
En cualquier caso, ambas interpretaciones se basan en una interferencia. Ya sean esos vídeos o esos objetivos, hay algo que nos impide hacer o disfrutar de lo que nos hace felices.
La expresión me pone triste por su mera existencia. Por el hecho de usar la palabra «calidad». Por el hecho de que muchos usen esta expresión para presionar a las personas a alcanzar una productividad que quizá no necesitan.
Si queremos embobarnos un rato mirando vídeos porque lo necesitamos, lo hacemos. Si queremos trabajar un poco más para llegar a un plazo o cumplir un objetivo, lo hacemos. Deberían ser decisiones conscientes. Y deberíamos tener las ganas, los ánimos y la energía suficiente para hacer todo lo demás que necesitamos, nos apetece o nos hace felices sin sentirnos culpables por no «pasar tiempo de calidad».
Lo perverso del asunto viene cuando pensamos que mucho del ocio actual nos hace sentir culpables por esa sensación de no «pasar tiempo de calidad», o cuando pensamos quién marca esos objetivos que queremos alcanzar en nuestro trabajo. ¿Son exigencias propias o externas? Y si son exigencias propias, ¿por qué nos las marcamos?
La expresión «pasar tiempo de calidad» me hace pensar en culpabilidad, y yo no quiero sentirme culpable por no ser todo lo productivo que podría. Siempre se puede ser un poquito más productivo, a cambio de dejar en el camino nuestro descanso y nuestra vida personal. Yo no quiero eso, ni para mí ni para nadie.
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