Hoy cumple treinta y tres años. La edad de Cristo.
No tengo mucho que contar a nivel personal en este año que termina. Sigo exactamente en las mismas circunstancias que el año pasado: viviendo con mi madre y con una mudanza pendiente.
Hay varias diferencias fundamentales con respecto a mis palabras del año pasado:
- Estoy mucho mejor a nivel anímico, aunque aún tengo mis momentos de bajona.
- Me puedo concentrar para ver series y películas sin mayores problemas.
- Me he reconciliado con mi trabajo (esto lo quiero contar en una entrada aparte)
- Ya he empezado el proceso para la mudanza, pero aún queda.
Debido a mi carácter introvertido, hay momentos en los que me siento algo «abandonado» en mi casa. El curso que viene me gustaría poner remedio a esto, aprovechando que ya apenas hay restricciones. Quiero buscar algún grupo o asociación con intereses cercanos a los míos y conocer gente para quedar de vez en cuando. Sin embargo, me conozco y sé que cuando empiece con el traqueteo diario del curso posiblemente este pensamiento se quede en eso, un pensamiento.
Afronto los treinta y tres con más tranquildad que los treinta y dos. Sin especial ilusión pero tampoco con desánimo. Lo que tenga que venir, vendrá. Tengo una estabilidad laboral que mucha gente quisiera para sí: solo me queda mejorar un poco en el resto.
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