Deborah De Robertis es una artista (así la llaman) que se dedica a representar en público cuadros de desnudos femeninos. Esto se traduce en que se pone delante de un cuadro, abre las piernas y enseña el chocho. En público. Tal cual.
Hace unos meses la llevaron a TEDxBruselas para dar una charla. Allí no queda claro si hizo su actuación o mostró imágenes de su actuación, por lo que fue sacada a la fuerza del escenario. Se puede encontrar alguna noticia al respecto, pero yo me enteré por un hilo en Twitter. Sobra decir que en ambos enlaces se ve el potorro de la señora.
Según nos cuentan en la noticia, esta mujer ya ha sido expulsada de varios museos por su actuación, si se le puede llamar así. La intención de sus acciones es bastante clara, creo yo: reivindicar las partes nobles de la mujer, que siempre han estado ocultas y mal vistas en muchos ámbitos de la vida.
En TEDxBruselas la llamaron para dar una ponencia, al parecer sobre la censura a la mujer, y fue ella quien salió censurada. Aquí, más allá de la actuación de la señora, algo no casa: si la llaman sabiendo qué tipo de actuación hace, ¿por qué la expulsan del escenario? ¿Para darle la razón? De hecho, el evento ha sido cancelado por este hecho.
Y aquí viene el asunto peliagudo: ¿se puede considerar arte a lo que hace esta mujer? ¿O es meramente una provocación, una manera de llamar la atención sobre su persona? ¿Una ordinariez?
Si miramos los comentarios en los enlaces anteriores, hay uno que me llamó poderosamente la atención: tenemos como imagen cultural de un señor atado a una cruz, una imagen que se saca a la calle en procesión. ¿Es tan malo enseñar el chocho en público, o son dos temas totalmente diferentes?
Yo soy el primero que se da cuenta de la contradicción social en la que vivimos, y de hecho quiero escribir al respecto: estamos acostumbrados a ver violencia, pero los cuerpos están totalmente censurados en nuestra cultura.
En internet se ha creado una «estética de la vagina», por llamarla de alguna forma: muchísimas imágenes y actuaciones para darle a la vagina el papel que merece, según defienden.
Cuando me lancé a escribir estas líneas iba a tachar los actos de esta señora como una ordinariez, y no estoy muy seguro de haber cambiado de opinión tras haber leído un poco más. Veo claro que es una contradicción por parte de TEDxBruselas llamarla para dar una ponencia y echarla del escenario, puesto que fue allí amparada por sus acciones previas.
Ahora bien, el acto en sí no me merece respeto. Y no me lo merece por simple agravio comparativo: no veo que nunca se le haya dado tanta importancia al pene como el que ahora se le está dando a la vagina. Nadie va a enseñar el rabo a los museos, nadie lo enseña en una conferencia.
Yo creo que lo que provoca todo esto es rechazo y alejar el foco de la lucha que realmente importa, la igualdad entre hombres y mujeres en tantos ámbitos donde hace falta.
Algunas personas deberían plantearse muy seriamente dónde están los límites, y yo creo que plantarse en un museo a enseñar el chocho es cruzarlo, por más libertad de expresión que haya.
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