Aventuras de un enfermito

He cogido un catarrazo de órdago. Dolor de cabeza, molestia en la garganta, malestar del cuerpo y moco de este que si se pudiera vender al kilo me haría millonario.

(Esta entrada es para contar una vivencia. No hay reflexión ni nada sesudo).

El jueves estuve un par de horas con la mascarilla puesta y un papel en la nariz, aguantando el tipo. Tuve que verme delante de los alumnos hecho un guiñapo para darme cuenta de que no estaba en condiciones de dar clase. Si hubiera sido un compañero le hubiera dicho que se fuera sin dudarlo. Es aquello de «consejos vendo que para mí no tengo».

Dejé la clase y me fui de cabeza al centro de salud, de urgencias. «Ven esta tarde que está tu médico». A las 17:10, con mucho esfuerzo para levantarme del sofá, me dirigí a la consulta, sin cita pero con el aviso que mandaron desde el mostrador. A las 18:40 le pregunto al médico qué pasa conmigo. Me dice que no me tiene en lista. Bajo al mostrador: mi cita era a las 17:35. Se lo digo al médico. Mi cita había sido marcada como atendida por el señor director del centro, que es quien se encarga de revisar las urgencias.

Casi dos horas de mi vida perdidas, supuestamente por un error. Dos horas en las que podía haber estado en mi sofá, ya en tratamiento, descansando y recuperándome.

Puse una hoja de reclamación para que el asunto no vuelva a repetirse (no voy a buscar responsables porque sé cómo funciona todo) pero me han dicho que hay que hacer algo más con ella y parece que no servirá de nada. Me quedo con el consuelo de haberle dicho cuatro a una señorita del mostrador, con suerte lo referirá en un café, por lo menos. No se debería jugar así con el tiempo del ciudadano.

El viernes falté al trabajo porque seguía sin estar en condiciones para dar clase. Estuve toda la mañana desparramado en la silla viendo Juego de Tronos, y estoy tan bien adoctrinado que me sentía mal por mis compañeros de guardia. Me costó trabajo concluir que si estaba desparramado en una silla es porque de verdad no podía dar clase, a pesar de que tuviera un resfriado común más fuerte de lo habitual y no se me estuviera saliendo el pulmón por la boca.

Hoy por fin me encuentro lo bastante bien para seguir corrigiendo pruebas iniciales y hacer algo del trabajo que llevo dos días sin atender, ya que me toca un fin de semana de casita para terminar de recuperarme.

Y hasta aquí mis aventuras de este par de días.

Categorías:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *