Esta entrada debió publicarse el domingo 26 de febrero, cuando escribí el borrador.
Este año, después de muchos, me pasé por el sábado de carnaval, de noche, y lo que encontré fue mucha gente, calles asquerosas, pocas agrupaciones y, en los tablaos donde había grupos cantando, gente directamente ignorándolas.
Qué vergüenza. El sábado en el carnaval de Cádiz se ha convertido en un auténtico botellón. Botellón con disfraces, pero botellón. No importan los intentos del Ayuntamiento por remediarlo.
Lo peor de todo esto es que, hoy en día, parece que toda fiesta medianamente importante se ha convertido en eso: botellón puro y duro.
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