Esta es la primera de las dos entradas que publicaré para resumir los últimos cambios en mi vida, tanto personal como online. En otras ocasiones he hecho una entrada larga en la que agrupaba ambas facetas, pero son tantos los pequeños cambios que he experimentado en los dos ámbitos que veo conveniente separarlas.
Mi vida personal no ha sufrido un giro radical, pero sí he experimentado los suficientes cambios como para considerarme en un punto muy diferente de hace apenas un año. Dado que últimamente no me apetece contar por aquí muchos detalles de mi vida personal, lo que haré será dar unas pinceladas, breves pero precisas, de todo lo que me ha ocurrido.
Un cambio importante, al que he aludido en diferentes ocasiones en este blog, es que me independicé. Dada la circunstancia de que me destinaron a un centro de fuera de mi localidad, busqué un piso de alquiler y me mudé a principios de septiembre.
El sitio está prácticamente al lado del lugar donde he vivido hasta ahora. Y aunque realmente no cambia mucho, las pocas diferencias entre ambos lugares han supuesto para mí un soplo de aire fresco.
El número de establecimientos que hay en esta nueva localidad es comparativamente abrumador. Muchísimas más cafeterías y restaurantes, una tienda de videojuegos y algo a lo que no le he dado el bastante uso: un cine. Tener todo eso en mi localidad, sin tener que dedicar una tarde para coger un autobús sino simplemente ir andando en un rato, realmente me ha dado vida.
Pero hay algo que me ha dado más vida aún, y es salir con un pequeño grupo de amigos que vive aquí. No soy una persona para nada fiestera: yo, cuando salgo, me limito a tomar algo, hablar y reír. Además del hecho de que aquí hay muchísimos más lugares donde elegir, el contar con personas para hacerlo marcan una diferencia fundamental.
No fue tan placentero, sin embargo, el acondicionar la casa de alquiler. A pesar de que me encantó desde un primer momento, una vez empezaron a aparecer los problemas nos vimos completamente superados. Persianas rotas, la nevera estropeada (hecho que se había disimulado porque entrábamos con la luz cortada), suciedad hasta grados insospechados, bombillas fundidas… El primer mes en el nuevo destino de trabajo se resume prácticamente en solucionar problemas de la casa, con algún culebrón incluido.
Aunque vivo solo, no puedo decir que sea totalmente independiente. Aún cuento con la inestimable ayuda de mi familia para muchas tareas cotidianas de la casa, tareas que intentaré dominar este verano cuando el tiempo libre sea mayor. Dicho esto, me he defendido bien con los numerosos detalles de los que me he encargado; bastante mejor de lo que pensaba, ciertamente.
Esta independencia, sumada al cambio de entorno y a otro cambio importante (que de momento prefiero guardarme para mí), ha propiciado que desde hace unos meses vaya a trabajar con mucha más motivación. En este respecto había caído en cierta apatía: aunque tenía el trabajo que había deseado desde siempre me faltaba ese empuje que me hacía disfrutar de él. Aunque ciertas tareas cotidianas me resultan igual de pesadas y soy experto en acumular correcciones, las afronto con otro ánimo.
Muy grosso modo, esto es todo. Independencia, cambio de lugar de residencia, motivación ante el trabajo… Pocos cambios pero intensos, muy intensos, que tienen como consecuencia que vea la vida de un modo muy distinto. Con más alegría y motivación.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que estoy pasando por uno de los procesos vitales más importantes de los que he pasado.
Esta satisfacción en mi vida personal y profesional tiene también sus implicaciones en mi vida online, pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión (es decir, en la próxima entrada).
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