No necesito tu lástima. No necesito tu falsa admiración.
Si ves que tengo problemas de vista es porque yo me acerco el móvil a dos centímetros de la cara en mitad de la calle. Porque no me escondo. No me quedo en mi cuarto lamentándome de mi suerte, y me da igual que mires descaradamente o cuchichees con tus amigos. Me da igual que te rías.
Es el pensamiento más lógico. Una persona se acerca el móvil a dos centímetros de la cara por hacer gracia. Yo uso mis ayudas ópticas por jugar, como me dijo una profesora una vez cuando saqué mi telescopio para mirar la pizarra.
No me molesta tu curiosidad. No es habitual ver a alguien que se acerque el móvil a dos centímetros de la cara. Respeto que preguntes, pero no ese tono que demuestra incomprensión. Debe ser una sorpresa que alguien pueda llevar una vida normal a pesar de tener problemas de vista.
No soy valiente, pero tampoco soy un «pobrecito» o una «criaturita». A mí me ha tocado esto y lo muestro con naturalidad, al igual que otros tampoco se avergüenzan de mostrar su falta de empatía.
No soy especial. Conozco mis limitaciones pero también mis virtudes, y aprovecho ambas en mi beneficio. El conocimiento que tengo sobre mí mismo es mi mayor ventaja.
No necesito tu lástima. No necesito tu falsa admiración. Lo que hago es vivir mi vida lo mejor que sé, igual que todo el mundo pero más cerca. Lo único que necesito es que me dejes vivirla en paz.
PD. Sustitúyanse los dos centímetros por lo que corresponda, porque esta entrada pude aplicarse a muchas más deficiencias.
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