A estas alturas no es un secreto que soy defensor del software libre, tanto en el escritorio como en la red. En los tiempos que corren me parece necesario apostar por ellas ya que, por naturaleza, internet es libre y descentralizado, y es importante que recupere ese carácter.
No voy a detenerme aquí a hacer una introducción sobre Jabber, Diaspora o Pump.io, que son las que yo utilizo, o sobre otros sistemas como GNU Social o Friendica, porque eso ya lo hago con mis compañeros en Comunícate libremente. En esta entrada voy a tratar diferentes aspectos en relación con estas redes, aspectos ideológicos, técnicos y sentimentales. Es muy larga, más de tres mil palabras, que serían más de seis páginas en un procesador de textos, aunque está dividida en partes. El que avisa no es traidor.
Índice
- Descentralizado y libre
- Resistente a la censura
- Cambiar el paradigma
- Quien no está aunque debería
- Quien se va y quien se queda
- Puntos de vista diferentes
- Concluyendo
Descentralizado y libre
Cuando hablamos de estas redes sociales, el hecho de ser descentralizadas y libres es su seña de identidad más representativa. Pero tenemos que ser conscientes de qué quiere decir esto, porque no es lo mismo basarse en tecnologías libres (la mayoría de tecnologías web son libres por sí solas, si no me equivoco) como ser libres en todo su conjunto.
Ser libre quiere decir que su código está disponible para que todo aquél que quiera pueda usarlo, instalarlo en su servidor y modificarlo si quiere. Aunque son tecnologías diferentes, tú puedes montarte un blog con WordPress y usar el tema Independent Publisher si quieres, pero no puedes montarte un blog de Blogger si no es en su propio hosting o, en el caso que nos ocupa, un Facebook, un Twitter o un WhatsApp: aunque algunas de sus piezas sí sean libres, en conjunto no lo son.
Ser descentralizado quiere decir que, una vez tienes instalado el software en tu servidor, puedas interactuar con otras instalaciones que hablen el mismo idioma, es decir, que compartan protocolo: no hay unos servidores centrales que lo controlen todo. Yo podría programarme un clon igualito a Twitter, pero no podré hablar con los usuarios de Twitter porque la empresa que hay detrás no quiere, igual que en Facebook o WhatsApp. Sin embargo, sí puedo montarme un servidor de Jabber, un nodo de Pump.io o Diaspora: aunque lo use yo solo y permita a mis amigos registrarse, si quiero puedo interactuar con el resto de nodos.
Obviamente, el montar un nodo propio no está al alcance de cualquiera, no es un atractivo de por sí para el usuario común. Y aunque existen nodos públicos, no existiría gran diferencia entre confiar los datos a Facebook o a un administrador de Pump.io. Pero sí que hay una fundamental: el hecho de haber montado un servidor de una tecnología descentralizada ya denota una cierta (y una gran) preocupación sobre temas de privacidad y libertad: es de suponer que no meterá las narices en tus datos ni los venderá a terceros, buscará su negocio por otro lado, si es que le interesa el negocio.
Otra de las ventajas de que sean tecnologías libres es que se garantiza una mayor seguridad. No puedo decir esto muy fuerte después de los recientes problemas de OpenSSL, pero se ha visto el poder de reacción de un proyecto libre: seguro que Facebook tiene fallos de seguridad que no se han descubierto, y que no se descubrirán porque no se puede ver el código. Hace poco se descubrió un fallo de seguridad en Pump.io (que se producía bajo circunstancias muy específicas, pero era un fallo después de todo), uno de los programadores lo solucionó al instante, y rápidamente los administradores pudieron instalar la última versión del código. Visto y no visto.
El gran problema que tiene esta tecnología maravillosa, y que no es consecuencia directa de su naturaleza sino de su entorno, es que normalmente los desarrolladores cuentan con muy pocos recursos. Tampoco sé mucho del negocio de la tecnología, pero es de suponer que es más atractivo desde un punto de vista financiero tener todos los datos de los usuarios para ofrecerles publicidad personalizada y poder venderlos, que tener los datos diversificados en servidores de todo el mundo.
Resistente a la censura
Es una consecuencia directa de lo anterior. Si hay más que unos pocos de servidores, si quien quiera puede montarse uno en casa y comunicarse con el resto de servidores del mundo, es imposible llamar a una compañía y decirle que quieren los datos de Fulano o que borren los comentarios de Mengano.
Desde luego, si un grupo con malas intenciones monta un nodo privado para hacer planes, será difícil detectarlo. Pero si un grupo con malas intenciones quiere hacer planes no recurrirá a una red social centralizada, donde la empresa dueña puede meter la nariz. Como en todo, no es problema de la tecnología en sí, sino de la manera de usarla, algo que también ocurre fuera de la red.
Por supuesto, deben primar las leyes de cada país y hacerlas cumplir con justicia (esa rara avis hoy en día), y los usuarios deben saber que si se unen a un nodo de Estados Unidos, el gobierno puede pedir los datos, y posiblemente el pobre administrador del nodo los entregue por no meterse en un lío gordo del que no pueda salir. Ahora mismo es difícil que esto ocurra en una red descentralizada, pero es algo que no se puede descartar.
Unirse a un nodo de una red descentralizada no es garantía de privacidad de por sí. En el caso de Pump.io o Diaspora, si los mensajes son públicos, lo son para todo internet y no hay privacidad que valga: los mensajes se lanzan a la red para que cualquiera pueda leerlos, con la diferencia de que (de momento) no habrá nadie que los analice. Pero los mensajes privados entre usuarios sí serán privados, y los mensajes que no son públicos no se podrán rastrear: la diferencia con servicios centralizados que venden publicidad o que colaboran de serie con gobiernos espías es innegable.
Sé que no hay un señor con bigote leyendo mis correos de Gmail, mirando mis mensajes de Facebook o mis tuits. La cuestión es que si un gobierno con malas intenciones quiere fastidiarme, puede llamar a casa de Pepe Twitter y decirle que yo desaparezca del mapa. Y yo soy un usuario normal, no un delincuente ni un provocador, aunque quien quiera puede pensar lo contrario: no tengo por qué dejar que nadie meta la nariz en mis mensajes, sea un señor con bigote o un algoritmo que lee mis cosas para meter publicidad.
¿Soy un desconsiderado que va en contra del negocio de las empresas que ofrecen un servicio gratuito? Puede. Pero ellos también podrían tener la consideración de buscar el negocio en otra parte y no leer mis cosas. Qué otro negocio no lo sé ni es mi tarea saberlo, los listos son ellos. Vender servicios siempre ha funcionado, aunque supongo que ahora da más beneficio el vender datos de los usuarios.
Cambiar el paradigma
Pasemos a un punto de vista más tecnológico. En estas redes no eres un número de teléfono o un nombre de usuario a secas, eres tu nombre de usuario, una arroba, y un dominio. Esto supone todo un cambio de mentalidad con respecto a lo que estamos acostumbrados a usar en redes centralizadas y, curiosamente, a los nuevos usuarios les parece algo muy extraño y complejo cuando ya tenemos una tecnología que funciona así desde el principio de los tiempos de internet: el email.
Aunque haya muchísimos arrobas gmail, outlook o yahoos, y cada cual tiene su webmail mágico, la idea básica es que tú puedes conectarte a tu cuenta del modo que prefieras (desde su webmail mágico o desde un cliente de correo tradicional igual de mágico), enviar un mensaje y que la otra persona lo reciba y lo lea, da igual que use algunos de estos servicios, uno de su empresa o uno de su casa. Los dos usamos nombres de usuarios con arrobas y un servidor punto algo.
Las tecnologías descentralizadas son igual. Diaspora se queda un poco al margen de esto porque su interfaz web ahora mismo es la única hasta que implementen una API (aprovecho para el toque de atención si algún responsable me lee), pero en Pump.io y XMPP funciona exactamente igual. Hay clientes de escritorio, clientes web, para diferentes plataformas y dispositivos: da igual cómo te conectes que podrás hablar con el resto del mundo, no hay una sola aplicación. Esto es diferente a que existan diferentes aplicaciones para Twitter, porque la empresa que está detrás decide qué puede y no puede hacer un cliente de acuerdo a sus intereses comerciales, además del hecho de ser centralizada.
No se le puede pedir (o yo no veo el modo de que pueda implementarse) a una tecnología descentralizada que tenga las mismas características que una centralizada. Por ejemplo, en comparación con XMPP, Telegram usa el número de teléfono porque, a pesar de que el lado del cliente sí sea libre, los servidores siguen siendo centralizados: Telegram seguramente guarda una lista de los números de teléfono que se han registrado con ellos, comprueba los contactos del nuevo usuario y mira cuáles están registrados y cuáles no. Esto es imposible en una tecnología descentralizada, porque no se puede mirar quién está registrado en todos y cada uno de los servidores. Es necesario compartir una identificación.
¿Es esto un gran problema? Desde hace un tiempo parece que sí, que si no tienes tu lista de contactos llena en el primer minuto la tecnología no sirve para nada. Pero los primeros usuarios de Twitter teníamos que buscar a quién seguir como desesperados, los de Facebook tenían que buscar el nombre de sus familiares esperando tener suerte, hace nada intercambiábamos correos de Hotmail para el Messenger. ¿Tan difícil es tener que buscar usuarios para seguir, o dar una identificación? Yo personalmente creo que no, que muchos usuarios se han acostumbrado a lo que hay en grandes redes centralizadas, y como lo descentralizado no está de moda, les parece un atraso.
Quien no está aunque debería
A los usuarios de estas redes nos llama poderosamente la atención que instituciones y blogs sobre software libre no tengan cuenta en alguna de estas redes (da lo mismo si es Diaspora, Pump, GNU Social o cualquier otra) ni un botón para compartir contenido en ellas. Llama la atención porque se supone que son afines a estas ideas, y seguro que conocen de la existencia de estas redes, y sin embargo no son lo suficientemente consecuentes como para tener una cuenta en lugares donde esos ideales son la base.
Es comprensible que estén en las redes centralizadas, porque allí es donde se mueve la mayoría de personas, relacionadas o no con el software, y es donde su voz puede encontrar mayor público. Pero tampoco cuesta trabajo, si no ya mantener otra cuenta más en otro lugar, al menos poner un botón para compartir en ellas. Diaspora tiene el suyo, y ya que es la más conocida de entre las redes, podrían añadirlo.
No deja de ser curioso ver, por citar un ejemplo reciente, la campaña de Mozilla sobre La web que queremos y que sólo se pueda compartir en Facebook o en Twitter. Si Mozilla añadiera tan solo un botón para compartir en Diaspora, seguro que a más gente le picaría la curiosidad por conocerla, y entonces sí estaremos un paso más cerca de conseguir una web que muchos queremos.
Pero esto no se puede decir solo de instituciones y blogs sobre software libre, sino también sobre cualquier colectivo activista. Es de suponer que en las redes sociales centralizadas quienes les siguen son personas afines a sus ideas, y en las redes sociales libres, aunque su número de usuarios sea menor, es probable que encuentren mayor compromiso con esas ideas. Colectivos ecologistas, feministas y cualquier otro tipo de movimiento seguro que encuentran una buena respuesta en las redes libres.
En resumen, en cuestiones de software libre y de activismo, los usuarios de las redes libres son pocos pero valiosos: merece la pena que blogs e instituciones mantengan un perfil en ellas, y si eso no es posible por falta de recursos, no cuesta ningún trabajo poner un botón para compartir en ellas, seguro que a algún usuario investiga sobre el tema.
Quien se va y quien se queda
No voy a engañaros: quienes usamos y valoramos estas redes somos pocos. En primer lugar, porque somos pocos los que nos damos cuenta de la importancia de que estas tecnologías se difundan; en segundo, porque quienes lo saben no las usan por cualquier motivo, y en tercero, porque por diversas circunstancias muchos usuarios de redes libres han pasado a usar redes centralizadas. Veamos algunos de estos casos más en profundidad.
Comencemos con un punto que he esbozado antes: el miedo al vacío. Cuando alguien se abre una cuenta de Diaspora no hay ninguna herramienta para encontrar a amigos por email, por su naturaleza descentralizada: si la hubiera seguramente solo se podría encontrar gente de un pod y no de toda la red. Entonces, ¿qué hacer para encontrar gente? La misma red te lo dice cuando abres una cuenta: usar etiquetas. Yo publiqué mi primer mensaje con la etiqueta «hola» y mucha gente me saludó, tuve por dónde comenzar, ya todo fue rodado.
Claro que para usar estas redes es necesario tener ganas de conocer gente nueva. Si quieres encontrar a tus amigos de la vida real o a tus contactos habituales de Twitter, está complicado. Pero, de nuevo, no entiendo por qué ese rechazo al vacío inicial: seguramente los contactos con los que hoy no puedes vivir no estaban en un principio en la red. Las redes libres no están llenas a reventar de gente, pero tampoco están vacías: hace falta encontrar gente con mecánicas que la gente parece haber olvidado.
El «es que aquí no hay nadie» es tan común como falso. Por un lado está lo que acabo de exponer, hay que saber buscar, y por otro, el hecho de que todos parecen olvidar que Google Plus, Twitter, Facebook y tantos otros no nacieron ya con millones de usuarios. Fue necesario un periodo de asentamiento, que la gente conociera la tecnología y la usara. En el caso de Twitter, la tecnología incluso evolucionó según las necesidades de los usuarios.
Hay quien supera este periodo, encuentra contactos, gente con quien interactuar y se hace una comunidad, y sin embargo al tiempo abandona la red. Las razones de este abandono son muchas y variadas, pero voy a señalar aquí tan solo una: la aparente falta de evolución, hecho derivado de la falta de fondos y recursos que presentan estas redes por lo general.
Recuerdo cuando StatusNet pasó a su versión 1.0 e Identi.ca cambió de diseño. Se añadieron encuestas y otras funcionalidades que se alejaban del microblog a lo Twitter, y mucha gente se indignó y se fue. Luego esta nueva interfaz daba la sensación de que tenía errores que no se solventaban, y mucha gente se indignó y se fue. Después Identi.ca migró a la nueva plataforma Pump.io, que aún no está lista para el usuario común (requiere conocer ciertos detalles) ni tiene muchas de las funcionalidades que sí tenía StatusNet (falta un buscador, etiquetas y los antiguos grupos), y la gente se indignó y se fue.
Yo fui uno de esos usuarios que dejó de usar Identi.ca cuando aún era StatusNet, por alguna de estas razones y por otras que comentaré a continuación. El problema es cuando se deja de usar una red libre para pasar a una centralizada, porque se obvian muchos detalles ya comentados: las redes generales no nacieron con mil usuarios, y tienen una empresa detrás para solventar problemas.
Por supuesto, es comprensible: después de todo, las redes sociales están para comunicarse, y si una red no te permite comunicarte con quien quieres, o no te permite hacerlo de una forma cómoda, se deja de usar, sobre todo si muchos tienen también cuenta en las redes centralizadas. Pero abandonar una red por otra también tiene sus problemas, y es que se dejan atrás algunos contactos, algunos espartanos que no complementan el uso de una red con otra porque, simplemente, para ellos es impensable compartir contenidos en serio en una red centralizada que les espía.
Puntos de vista diferentes
He dejado este punto para el final ya que, para mí, es el más importante. Como ya he dicho, yo estuve sin pisar Identi.ca cuando era StatusNet casi un año, por cuestiones técnicas, porque la mayoría de usuarios estaba en Twitter y porque detecté una monotonía en cuanto a los temas, una monotonía que, en aquél momento, me agobió bastante: todo era software libre y activismo de diverso tipo, además de discusiones bastante absurdas sobre temas que me parecían insustanciales.
Pero volví. Volví a Diaspora cuando los blogs especializados pregonaron a bombo y platillo que el proyecto había fracasado porque se había cedido a la comunidad, volví a Identi.ca cuando migró a Pump.io, una tecnología mucho menos madura que la anterior. Y si algo me impulsó a volver, además de que retomé el afán por difundir y usar software libre también en la red, fue sobre todo el hecho de que había perdido el contacto con gente que no usa redes sociales centralizadas por las razones ideológicas que expuse anteriormente. Es imposible encontrarlos en otras redes, o bien su actividad es nula en comparación con el perfil de la red social libre. Desde luego son pocos, pero para mí muy valiosos.
No solo retomé el contacto con personas a las que había dejado de leer por mi marcha de las redes libres, sino que contacté con muchas otras. Cuando empecé a rascar en Diaspora y me uní a Pump.io (mirando seguidores y los nuevos usuarios que llegaban y llegan) encontré a muchísima gente que no solo comparten temas de software libre o activismo, sino que también se habla de música, de literatura, de juegos y de lo que haga falta.
Nadie pone cotas. Un ejemplo contrario a esto es App.net, una red en la que estuve un tiempo, y cuando abrieron las cuentas gratuitas hubo publicaciones reivindicando que allí se iba para hablar de tecnología. Nada parecido se encontrará aquí, tan solo hace falta publicar algo sobre un tema para esperar respuestas. Y hay respuesta. Pocas publicaciones mías en estas redes no han recibido ninguna, cuando hay tuits que quedan en el desierto (ese que dicen muchos que son las redes libres). Quienes leéis este blog sabéis que no puedo hablar solo de un tema: en las redes soy igual, así que os podéis hacer una idea.
Muchas veces he planteado el mismo tema en ambos ámbitos, y os puedo asegurar que las respuestas son muy diferentes. Por su carácter, la visión de la tecnología, por ejemplo, es mucho más generalista en Twitter (ya sabéis, el último cacharro, el último software, que si tal compra a cual), mientras que los usuarios de Diaspora y Pump.io tienen visiones muy diferentes. Tan solo por el hecho de haberse tenido que informar, registrar y entender una tecnología tan diferente, asegura otro punto de vista. Lo cual no es ni mejor ni peor, simplemente es diferente.
Desde luego, los temas de software libre y activismo son los más comunes, porque de momento no hay tanta gente como para que estos temas tengan un menor protagonismo y van con la naturaleza de las redes. Pero en Diaspora basta con publicar con la etiqueta adecuada, y en Pump.io hacer una buena lista de contactos hasta encontrar personas con las mismas aficiones. Hará falta rascar, sin duda, pero seguro que se encuentra gente.
Concluyendo
He hecho un repaso bastante exhaustivo de muchos de los puntos que se pueden tratar sobre una red social descentralizada. He preferido publicarlo todo a la vez para no sobrecargar el blog de entradas sobre un mismo tema. Espero que la lectura se haya hecho amena, a pesar de la longitud.
Merece darle una oportunidad a las redes descentralizadas y libres. Si no como alternativa total a las centralizadas, porque no todo el mundo tiene por qué estar dispuesto a prescindir de ellas, sí como complemento. Para disfrutar de mayor libertad tecnológica si es que se valora, para conocer otros puntos de vista sobre cualquier tema, o simplemente para echar un buen rato y tener otro lugar donde compartir, que para mí es lo más importante.
Si os decidís a entrar, os estaremos esperando con los brazos abiertos.
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