Soluciones idealistas para la industria cultural en España

Hace poco me encontré con varias noticias relacionadas con diversos sectores de la cultura en España.

Encontrarlas tan seguido me han hecho pensar en qué ocurre, por qué se da esta situación. Mi conclusión es bien clara, y no soy ni el primero ni el último que lo dice: hace falta una oferta coherente por parte de la industria.

Por supuesto, los usuarios buscan su propia comodidad, y siempre habrá quien lo quiera todo gratis. Pero también hay mucha gente que valora el esfuerzo de creación y distribución de los contenidos que estaría dispuesta a pagar si se le ofrece un precio adecuado y ciertas comodidades.

El resto de la entrada es una parrafada idealista que desarrolla esta idea: especificar qué es para mí esa «oferta coherente», siempre desde un punto de vista personal según mis gustos, necesidades y experiencia. No soy ningún experto, ni un gran consumidor en ningún ámbito en concreto, ni tengo idea de las implicaciones de infraestructura, acuerdos y dinero que tienen mis palabras, pero soñar y pedir es gratis, y (de momento) puedo soñar y pedir.

En el caso de las series y películas, debería haber una plataforma de suscripción con posibilidad de compra en la que se pague una mensualidad por acceder a todo el contenido sin descargar nada, y quien quiera descargar paga por ese contenido específico. Debería tener opción de pagar directamente la descarga y no la mensualidad, un precio algo más caro por no ser suscriptor.

Debería ofrecer los estrenos en VO con subtítulos lo antes posible, y añadir el doblaje en cuanto esté disponible. Así estarían contentos los amantes del VO y quienes preferimos el doblaje, dado que los dobladores también sacarían su sueldo (acorde a su trabajo) de las ventas en la plataforma.

Debería ser realmente multiplataforma: nada de Flash ni tecnologías privativas; y con una descarga sin trabas: ni mil pantallas extra ni protección anticopia. Confiar en que el cliente que ha pagado no lo distribuirá, porque la oferta es adecuada.

En el caso del anime el tema es más complejo porque es muy difícil licenciar cualquier contenido. Pero si se usara esa plataforma de cine y series, los amantes del anime en VO podrían disfrutar de él durante su emisión, y se podría añadir doblaje a las más populares.

En el caso de los libros yo lo tengo claro y lo veo bastante sencillo: no quiero modelo de suscripción porque puedo tardar mucho tiempo en leer, y quiero libros sin restricciones anticopia. El buen maquetado se le presupone. Es decir, lo mismo que ofrecen ya las plataformas de descarga sin DRM pero a un precio al estilo Amazon.

Y aunque no he tratado de la música, el planteamiento es justamente el mismo. Spotify funciona, hay quien lo paga: sería perfecto si tuviera aún más catálogo y que permitiera descargas como iTunes o Amazon, sin protección anticopia.

He hablado de una plataforma, lo cual suprimiría casi por completo la competencia. Lo más cómodo sería que hubiera una grande con un gran apoyo, pero ya todos sabemos lo que supone la centralización. Pienso en un gran acuerdo por parte de la industria respecto a estos temas. En el caso del modelo de suscripción, se podría establecer un «precio base global» (razonable) al que se le añade un plus según el proveedor. Las descargas irían por un camino totalmente diferente y cada quién establecería el precio que le convenga, siempre de acuerdo al mercado.

También he dicho que no quiero anticopia, pero realmente pienso en el DRM tal y como lo conocemos ahora mismo. Si se inventaran un sistema más amable con el usuario, tampoco me importaría demasiado. El esquema propuesto en Tinta-e toma como base GPG y puede servir para cualquier contenido.

La plataforma (o plataformas) albergaría el contenido para la reproducción en red, pero una vez descargado el contenido pasa a ser del usuario. La plataforma no tendría opción a eliminar contenido descargado porque un proveedor retire sus derechos, tan sólo desaparecería del catálogo, con suerte para aparecer en otro. No quiero que desaparezca contenido de mis aparatos igual que nadie viene a casa a quitarme un DVD que he comprado porque la tienda ya no tiene un acuerdo con la productora.

Para el precio es indispensable tener en cuenta que hablamos de formato digital, por supuesto la infraestructura y los acuerdos tienen un coste pero para el usuario es inadmisible pagar lo mismo por un producto digital que por uno físico. Para las películas precio único con máxima calidad; para las series, también en máxima calidad, diferentes precios: por capítulo (para series en emisión y para los no suscritos que curioseen), por temporada y por la serie completa.

La existencia de estos modelos no supondrían la desaparición del formato físico, donde se podrían hacer tiradas menores y hacer ediciones que ofrezcan un valor añadido que no se obtiene con la descarga digital, tales como ediciones especiales o con cierto contenido extra exclusivo.

Hala, acabo de salvar la industria cultural en pocos párrafos. A los usuarios de internet es algo que se nos da genial. Soy un idealista, lo sé y lo admito: mucho tiene que cambiar la situación para que surja algo así, pero a mí me parece el único camino posible para que tanto industria como usuarios estemos contentos con la oferta legal. Mientras sigan aferrados a un modelo del pasado, veremos más noticias como las que encabezan esta entrada. Estoy seguro de que es tecnológicamente posible.

Repito que no tengo ni idea de las implicaciones de mis palabras, y tampoco me he puesto a reflexionar sobre cada punto por separado. Por eso me encantará que me digáis en los comentarios cuántas barbaridades he escrito y que opinéis sobre qué os parece todo o diferentes puntos.

2 respuestas

  1. Carlos Solís

    Algo parecido a lo que estaba pensando personalmente, de hecho, aunque siempre se podría implementar un sistema de watermarking como alternativa al DRM.

  2. Manuel

    Antes del término «industria cultural» yo usaría el término «industria del entretenimiento».

    A veces el entretenimiento devenga en cultura, pero es un proceso misterioso, caótico y caprichoso.

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