No conozco bien la historia de WhatsApp, esa aplicación que ha sustituido a MSN Messenger u otras formas de comunicación desde la masificación de los smartphone. Supongo que todo se resume en «quien llega primero golpea dos veces», y aunque hay alternativas, es lo que más se usa y por ello ha triunfado. Esto no evita que, para mí, WhatsApp sea una imposición, y una imposición innecesaria, por destacar uno de los muchos adjetivos que se le pueden atribuir a esta aplicación.
Actualización: Como bien comenta César, en esta entrada trato la aplicación como un chat más que como un reemplazo de los SMS, que es su objetivo primero. Lo veo así porque puedes entrar en grupos con gente que no tienes en tu lista de contactos, por citar un ejemplo, y por el uso que mis contactos hacen de él.
Actualización 2 (10/01/14): Dado el alcance de la entrada, he modificado un par de detalles inexactos.
Llevo muy poco tiempo con mi smartphone. Desde enero de 2013, para ser precisos. Cuando llegué el escenario estaba ya completo: WhatsApp era el ganador y Line estaba intentando buscarse un sitio. Pero, por supuesto, venía de usar otros sistemas de comunicación como Jabber o Facebook.
Entonces, cuando enciendo mi smartphone e instalo WhatsApp, por aquello de que «es lo que usa todo el mundo», «es necesario para que se pongan en contacto conmigo», etc., me encuentro con que quienes lo usan de mi libreta de contactos ya están agregados. Sin yo tener que aceptar a nadie, podía empezar a hablar con ellos (aunque llevara años sin llamarlos), con un contacto profesional o con mi jefe.
¿Soy yo el único al que le parece que esto es un problema grave de seguridad y privacidad? Me consta que no. Ya ni siquiera hace falta aceptar a una persona, como se ha hecho siempre en MSN Messenger y tantas otras redes: basta con saber un número para contactar con alguien. Ahora yo puedo ir por la calle, pillar el primer cartel que vea de clases particulares, y empezar a enviarle mensajes a su dueño, sin conocerlo de nada. No me valen explicaciones del tipo «al dar tu número es a lo que te expones».
Tener a todos tus contactos del móvil directamente en WhatsApp puede parecer muy cómodo, pero por comodidad sacrificamos privacidad. A muchas personas puede parecerles una gran ventaja, pero, ¿y si alguien de mi libreta no quiere que yo le contacte por WhatsApp? No tiene opción de elegir si quiere hablar conmigo o no, sólo puede bloquearme.
Para terminar con este tema, hace poco leí en Genbeta que una empresa puede agregar a cualquier persona y ver su foto y su estado. No hablamos ya de visitar un perfil de Facebook, donde puedes controlar qué es público y qué no, hablamos de un error de seguridad y privacidad que propicia que cualquiera puede encontrarte si sabe tu teléfono, un dato que se coloca para cualquier asunto que requiera contacto, como el mencionado de las clases particulares o un currículum. Tampoco me sirven opciones como usar un número «profesional» y otro «particular» como dicen en los comentarios: mi número es mi número, puedo darlo a quien quiera, pero la otra parte no debería tener la opción de cotillear lo que yo pongo en WhatsApp por el simple hecho de conocerlo.
¿Y qué ocurre si quiero desconectarme? Hasta los chat más sencillos tienen diferentes estados (Disponible, Ausente, No disponible, etc.), o al menos, permitir si queremos que nos vean. Con WhatsApp no. Estamos permanentemente conectados, y la única manera de que no nos lleguen mensajes es desinstalar o desactivar las opciones de internet (en cuyo caso nos llegarán todos a la vez cuando las iniciemos). El programa ni siquiera da la libertad de elegir que no quiero ser molestado durante un rato, y no hablo simplemente de «desactivar las notificaciones».
De la seguridad de WhatsApp se ha escrito mucho, y no se sabe a ciencia cierta hasta qué punto la compañía ha intentado tapar los enormes agujeros que tiene. Hablamos de asuntos tan graves como poder ver tus conversaciones con un simple programita, igual de fácil que se podía robar la contraseña del Messenger antiguamente si sabías qué buscar.
Pero, lo que menos entiendo de todo este asunto, es que casi todos tenemos Facebook. Visto de una manera simplista y aunque se trata de una herramienta privativa y centralizada, llegó antes que WhatsApp, y seguramente a la mayoría de contactos de la liberta los tienes ya agregados a dicha red social. Una red social que tiene chat, un chat que permite hacer casi lo mismo que WhatsApp ya que, después de todo, lo que más se usa es el texto; un chat que permite elegir entre mostrarse conectado o desconectado y que se puede usar también desde el ordenador. ¿De verdad a todos les es tan cómodo escribir con el móvil? ¿Sólo desde el móvil?
Realmente, recomendar Facebook como reemplazo para WhatsApp es salir de uno para usar otro no mucho mejor. Ambos son igual de rastreros, ya que tanto uno como otro han tomado una tecnología libre como es el protocolo XMPP, cuya mayor virtud es que permite conectar a usuarios de cualquier servicio (yo puedo usar mi cuenta GMX para hablar con alguien que use Jabber.org), estas dos compañías lo han modificado y cerrado para que sólo te puedas comunicar con los usuarios de la misma red. Al menos con Facebook puedes conectarte desde otros programas, con WhatsApp ni eso. Una vez más, ganas en facilidad y quizás en opciones (eso de enviar contactos y ubicaciones), pero pierdes en libertad y privacidad (ambos pueden espiar tus conversaciones, y en el caso que nos ocupa, ya hemos visto que es fácil que lo haga un tercero).
Con esto no quiero convencer a nada de nadie. Soy el primero que lo usa para estar en contacto con mis cercanos, aunque no me sienta cómodo. Pero WhatsApp, Line, Spotbros y tantos otros, incluido el Facebook que propuse como reemplazo, acabarán por desaparecer o nos harán alguna jugarreta, como en el caso PRISM. ¿Entonces qué? ¿Nos moveremos a otro sitio igual de cerrado?
Aunque la mayoría manda pienso que, poco a poco, si cada uno pensamos estos temas, podemos convertirnos en consumidores con criterio y usar herramientas que realmente nos garanticen privacidad y seguridad, sin tener que renunciar necesariamente a la facilidad de uso. Pero mientras las empresas sigan marcando el camino que los usuarios han de seguir, ocurrirá lo mismo una y otra vez.
Por lo tanto, la alternativa que propongo es clara: usar XMPP/Jabber. Puedes crear una cuenta en dos minutos y usarla en multitud de programas, también en el móvil. Te recomiendo Gajim para el escritorio y JTalk para Android. Mi cuenta la tienes en el contacto. Para cualquier duda ya sabes dónde encontrarme.
Deja una respuesta