He reflexionado varias veces en este blog sobre dos hechos que me definen bastante: la pulsión entre mis facetas de aficionado a internet y culturera, y el hecho de que ya no soy un chaval que pueda hacer muchas cosas a la vez como cuando estudiaba.
Este curso, después de muchos, considero que tengo tiempo libre que puedo dedicar a mis aficiones. Sin embargo, considero que no dedico el tiempo suficiente a cuestiones que me hacen feliz, o no del todo.
Dedico esfuerzo a varios temas:
- El trabajo se lleva buena parte de mi tiempo. Al final muchos días estoy las seis horas de clase en el instituto y, cuando no, dedico tiempo en casa a preparar clases (bien) o corregir (fatal, porque me cuesta mucho trabajo ponerme y voy más lento por el problema de vista).
- El ejercicio ya forma parte de mi rutina. Es una necesidad de mi cuerpo (treinta años de sedentarismo hacen que mi hombro derecho se haya resentido) pero también de mi mente (cuando estoy mucho tiempo sin hacer ejercicio lo noto en los ánimos).
- Radio Al compás. El pódcast de divulgación carnavalesca me da muchas alegrías, así que cada mes le dedico un trocito de mi tiempo y energías.
- Todo lo demás.
Y ahí viene la pregunta. ¿Qué es ese «todo lo demás»? El tiempo que me queda tras el trabajo y el ejercicio, que son mi absoluta priroidad, ¿a qué lo dedico?
He reflexionado aquí sobre las distracciones, y de verdad considero que las mías (pódcast, leer artículos de blogs, ver vídeos de YouTube sobre divulgación de videojuegos o política, escribir en este blog o estar en el fediverso) son de las sanas. Pero al final ahora mismo dispongo de bastante tiempo libre, y aunque estas ocupaciones me gustan, no me hacen feliz.
Lo que me hace feliz es la cultura. El cine, las series, la música, la lectura, incluso los videojuegos (aunque estos son más demanantes y los toco incluso menos).
Ya no tengo tantos tiempos muertos como antes porque el trabajo lo tengo muy cerquita. Pero aun así, cuando entreno o mientras me preparo sigo dedicando tiempo a esas ocupaciones que no me hacen del todo feliz.
Y ahí es donde entra la reflexión de hoy. Quiero redirigir mi energía mental a aficiones que me llenan de verdad y ponerme un freno mental cuando dedique demasiado tiempo a otras cuestiones.
Estas últimas semanas, cuando tenía el cerebro frito por tanto trabajo, me he puesto series que ya he visto mil veces. Y me he fijado en otros detalles, o he repensado la historia. Entre unas y otras, he visto alguna serie nueva (Adolescencia, la segunda temporada de Miércoles o de Gen V). Y me gusta.
Pero sigo dedicando demasiado tiempo a YouTube o a pódcast que, muchas veces, crean este estado de ánimo latente de que todo va fatal y no puedo hacer nada por cambiarlo.
Si mis energías van destinadas a las cuatro cosas enunciadas anteriormente, quiero que ese «todo lo demás» sea cultura que me llene. Y tengo que hacer un esfuerzo activo por lograrlo. Mientras me preparo para ir a trabajar o entreno, en lugar de un pódcast o un vídeo de YouTube, un disco de música de los tantos que no he escuchado. O un audiolibro. Mientras preparo clases, en lugar de poner de fondo actualidad política, música lo-fi o una serie que ya haya visto y no me requiera atención. Y cuando termino, una serie o película, ya sea nueva o repetida.
Jamás diré que con los pódcast o YouTube he perdido el tiempo, porque no es así. Pero sí son estímulos rápidos, más fáciles de procesar, y al echar la vista atrás ahora que el año acaba, destaco muy poquito a nivel cultural. Quiero cambiar eso. Por ejemplo, este 2025 he leído muy poco y es algo que me pone triste.
No voy a decir, como otras veces, que me voy de redes, que lo dejo todo, porque me conozco demasiado bien y quien me lee desde hace tiempo también me conoce. Voy por fases, soy una persona variable y tampoco quiero desoír a mi cuerpo.
Pero sí creo que este curso tengo las circunstancias propicias para lograr este objetivo que lleva tanto tiempo en mi mente. Derivar más hacia esa parte cultural demasiado abandonada en mí, incluso dedicar tiempo a un relato que lleva años empezado. Y si para ello tengo que dejar (o reducir mucho) los pódcast, los RSS, YouTube o incluso el fediverso, ahora sí que sí, estoy dispuesto.
¿Cuánto tiempo me durará esta vez el propósito? Hagan sus apuestas.
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