¿Está tan mal la educación actual?

Cuando pensamos en la educación de nuestros jóvenes parece que todo está fatal. Vamos a darle una vueltecita al asunto.

Sí…

La situación es verdaderamente complicada. Solo pensando un poco tengo una metralleta de razones para decir que la educación está tan mal como solemos pensar. Faltan medios materiales, falta personal, tanto docente como específico; se cierran líneas para ahorrar sueldos en lugar de aprovechar los espacios para hacer grupos más pequeños, los currículos siguen siendo enciclopédicos, la autoridad docente está en entredicho (siendo amables)… y así podría estar un buen rato.

Por otro lado, siempre que hay un mínimo debate público sobre algún tema que afecte a los docentes sale a la palestra muchísima gente que compara la educación actual con lo que había antiguamente. Cuántas veces habremos leído eso de «en mi clase éramos cuarenta, se respetaba al profesor y estudiábamos todos».

…pero

La enumeración que hice en el primer punto es incontestable (o al menos, creo que nadie mínimamente involucrado en la educación puede contestarla), pero esta comparación con el pasado sí me parece muy tramposa. Empiezo por ahí.

Claro, las clases antiguamente eran de cuarenta alumnos y se mantenía el respeto porque el profesor tenía la potestad de castigar físicamente al alumnado díscolo. Que el profesorado ya no pegue lo podemos considerar un avance, ¿verdad?

Por otro lado, este modelo de escuela que mucha gente parece extrañar era excluyente. Quien no podía seguir el ritmo, pues no estudiaba y ya está. Solo hace falta un poco de memoria o unas búsquedas para recordar cómo estaba la juventud en los ochenta y los noventa. Se habla de «generación perdida». La escolarización obligatoria, con todos sus problemas, hizo que la situación de la juventud mejorara muchísimo.

Además, esta imagen presenta una vuelta al pasado que adultos de mi generación ya no hemos vivido. Yo salí del instituto en 2007. En mi grupo de 2.º de ESO había bastantes delincuentes juveniles y en mi 2.º de bachillerato el comportamiento no se puede decir que fuera ideal. Hablamos de casi veinte años atrás.

Habrá quien pueda argumentar que todos los problemas vinieron con la LOGSE. Yo fui de las primeras generaciones en recibir una educación bajo dicha reforma y tengo una manera de afrontar mi vida y mis clases difrerentes a generaciones anteriores, estará en cada quién valorar si mejores o peores.

El sistema actual es inclusivo. Aunque con dificultad, se intenta atender a todo el alumnado, se realizan pruebas de diagnóstico para detectar tanto dificultades como altas capacidades y adaptar la práctica docente a las características concretas de cada grupo. Y si tuviéramos menos alumnado por grupo, esta atención sería incluso más individualizada.

Llevo doce cursos como docente y en cada curso veo profesores que no deberían estar de cara al alumnado. Esto no debería ser así y sé que una mala experiencia con un docente marca mucho a un joven. Pero son los mínimos. Lo que encuentro en una amplia mayoría es a personas dispuestas a dedicar cuanto tiempo sea necesario para mejorar el aprendizaje de su alumnado y atender a las familias en caso de ser tutor (una labor, dicho sea de paso, muy mal retribuida).

Una vez escuché, diría que en el pódcast de Lynx, que en el instituto todo el mundo lo pasa mal por recibir bullying, y si no lo pasaste mal es porque tú eras el bully. Y aunque sé que una máxima así tiene su buena dosis de razón, en mi experiencia los docentes estamos muy pendientes de cualquier señal para cortar la situación de raíz en cuanto notemos lo más mínimo.

Yo he tenido conversaciones con mi alumnado que jamás hubiera podido tener con mis profesores. El lado humano también hay que valorarlo.

En conclusión

La mayoría de problemas de la educación son principalmente estructurales, y como sociedad deberíamos luchar mucho más fuerte por solucionarlos. Pero, mientras tanto, deberíamos ser capaces de ver lo bueno.

Soy consciente de que este texto radica totalmente en mi experiencia personal como docente de la pública en cierto entorno. Son doce cursos, pueden ser muchos o muy pocos para cada quién. Pero me parece injusto valorar la educación como un sistema totalmente roto cuando tantísimos profesionales hacen su papel lo mejor que pueden para mejorar ni que sea un poquito la educación y el bienestar de su alumnado.

Así que, si me preguntan a mí, sí, la educación está mal. Pero no tan mal.

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