Niebla y el turismo

Hace un tiempo publiqué la entrada Repensar mis viajes y, como suelo hacer, la compartí en Mastodon. Entre las reacciones, Niebla daba sus claves particulares para ser un turista respetuoso en su respuesta. Le animé a que diera forma a esos pensamientos en su blog, pero de momento no le ha sido posible así que, previo permiso, reproduzco así sus pensamientos. 

Como sus palabras son públicas y quien quiera puede consultarlas en su contexto original, para esta entrada les he dado otro orden y he adaptado un poquito el estilo. 

La respuesta de Niebla

Como persona que vive en destino turístico vacacional (mariña lucense), creo que lo mejor que puedes hacer como turista se resume en no ser un gañán.

Consejos generales

Ejemplos prácticos que me encuentro siempre:

Respeta los negocios locales. No pidas ampliaciones de horarios por tu papo ni te quejes del derecho de admisión de hoy si ayer ocupaste media terraza con los tuppers de casa.

Respeta el edificio en el que te alojas, y me da igual si es hotel o vivienda. Aquí volvemos a tener puertas rotas y en cada periodo vacacional hay que arreglar algún ascensor. 

Quienes viven en la localidad tienen que hacer vida. No berrees a las cuatro de la mañana bajo ventanas ni tengas conversaciones extensas a gritos en los portales.

Por ser un pueblo de menos de 1000 habitantes no puedes hacer lo que te salga de los cataplines. 

Si tienes hijes y les dejas sueltes, o te preocupas por controlar lo que hacen o les pones un localizador/correa. No exagero, el año pasado una amiga llamó a la guardia civil porque estaban apalizando a uno más pequeño delante de su terraza. De vandalismo urbano ya ni hablo.

No te quejes si alguien inicia una conversación o te responde de primeras en una lengua que no es la tuya, salvo que se niegue a hablar en algo que comprendas después de pedírselo. Aquí al menos, cada año hay gente que se muda o que es hija de gallegos. Hablando por mí, puedo despistarme (y no soy adivina).

Y estos me parecen importantísimas:

Intenta informarte de qué productos eran vitales en la zona a la que vas, pero por el turismo se han encarecido convirtiéndose en inalcanzables (o casi) para les residentes. No los consumas, no contribuyas a eso.

Respeta la fauna y la flora local. Estaban antes que tú y son necesarias.

Un ejemplo muy concreto.

Hace poco fui a un bazar enorme, con parking a ambos lados de la nave (en forma de T, donde el palito vertical era la entrada desde la carretera). Más de la mitad de las plazas estaban vacías, pero para aparcar yo tuve que sortear coches aparcados en fila delante de la puerta. Habría unos ocho o nueve, sin exagerar.

Sí, pasan cosas si se aparca en doble fila en la avenida principal del pueblo en ambos sentidos de circulación.

Conclusiones

Conste que mis ejemplos son míos y son a modo ilustrativo. Creo que el concepto se entiende. 

Personalmente, alguien que venga aquí a participar de la cultura, la gastronomía, etc. no me molesta per se. De hecho, a quien se acerca por curiosidad genuina, tiene mi conocimiento y mis pobres habilidades de guía turística a su entera disposición.

El gentío es un coñazo, para quienes tienen perro que pongan las señales de prohibición en las playas es un coñazo (solo aparecen excrementos en puentes y vacaciones, qué cosas), etc. Pero ese desagrado es hacia un colectivo y no es más que eso. Lo que cabrea son las consecuencias, como encontrarte unos acantilados llenos de plásticos al terminar Semana Santa.

Por romper estereotipos, mi best friend aquí se mudó hace algunos años y es madrileña, y está tan harta del mal turista como yo.

No me parecería justo que te sintieses mal por usar avión una vez al año, la verdad. Mientras no pretendas ser más que nadie y respetes lo que te encuentras, no vas a ser un mal turista. 

Si contaminar te preocupa mucho y a modo sugerencia, una buena ruta en tren puede ser divertida. Visitar en temporada baja, si puedes, también es maravilloso. No contribuyes al gran bache medioambiental del turismo de masas, ahorras y estás más tranquilo.

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