No me gusta nada la palabra «consumidor».
Esta idea no es mía. La leí hace años en círculos del software libre, y está contemplada en las expresiones que debemos evitar de la GNU. Y aunque la GNU se refiere al término en cuanto a usuarios de software, yo lo amplío.
Actualmente somos consumidores de todo.
Ya no tenemos «atención al cliente» sino «atención al consumidor», y uno consume cultura. En lugar de «ver» una película o una serie, «consume» una película o una serie. Y ahí es donde me rebelo contra el término.
«Consumir» implica que el objeto consumido deje de existir. Si consumes una manzana, esa manzana desaparece. Y aun con estas, decir que soy «consumidor de Mercadona» no me parece acertado: en todo caso seré «cliente» de Mercadona.
Somos usuarios o clientes de Netflix (o de cualquier servicio de streaming), no consumidores.
«Consumir» se ha convertido en un hiperónimo que sirve para todo. Da igual que sea comida que cultura. Sin embargo, cuando vemos una película en streaming, la película sigue ahí, no desaparece.
¿Por qué no usar la palabra «disfrutar»? O, directamente, el concepto que corresponda: «ver» una película o una serie, «escuchar» música, «jugar» un videojuego o «leer» literatura. Lo que sea.
Es un uso que está muy extendido. «Consumo mucha música». Y yo me pregunto: ¿acaso le das un bocado al vinilo?
Yo diría que darle Play en Spotify dista mucho de esa imagen tan absurda. Pues es lo que me siguiere.
Esta es una reflexión lingüística más, como la de Apple o la de Disney+. Manipulan el lenguaje, manipulan nuestra forma de pensar, y nos dejamos guiar sin resistencia.
Muy inconscientemente, parece que culpan al usuario, como si hiciéramos algo mal al disfrutar de una cultura por la que estamos pagando, de un modo u otro.
Transcripción de un episodio de mi pódcast Divagaciones. Puedes escucharlo o descargarlo.
Deja una respuesta