Cero. La única cantidad de alcohol recomendada es cero.
Lo cuenta Aitor Sánchez en multitud de entrevistas (por ejemplo) y hay estudios que lo asocian con multitud de tipos de cáncer. Sin embargo, es raro encontrarse a una persona que se declare abstemia.
Hoy vengo a reflexionar sobre lo aceptado que está el alcohol en nuestra sociedad.
Beber alcohol es lo que hacen todos los grupos de edad los viernes o sábados por la noche, es lo que se toma cuando se sale a almorzar, muchísimas personas manifiestan su disfrute cuando beben una cerveza, es habitual encontrar gente con «una botellita» en su casa.
Y todo esto sin entrar en el factor cultural diferenciador del vino, porque controlar de vinos y disfrutar de «su sabor y sus matices» es señal de cultura. Parece que no saben, o no quieren saber, la cantidad de endulzante y los grados de alcohol que tiene un vino.
No es solo que esté aceptado beber alcohol, es que en muchos casos está incluso bien visto. Beber te abre la puerta a multitud de ambientes sociales.
Yo no bebo nada de alcohol. Nada. Y no me he emborrachado nunca. Jamás. Puedo contar con los dedos de una mano (literalmente) las copas de alcohol que me habré tomado en mis casi treinta y dos años de vida.
¿Me creo mejor que alguien por esto? Sí. No. Pero sí me sorprende la reacción de muchas personas cuando lo cuento, incluso a mis alumnos en clase.
Muchos no entienden la frase «no hace falta beber para divertirse».
Algo tenemos que estar haciendo rematadamente mal como sociedad para que tantos adolescentes de trece, catorce, quince años vean normal y deseable emborracharse (o, al menos, reunirse en torno a una botella) para pasárselo bien con sus amigos.
Yo me he recogido a las siete de la mañana y he cerrado bares sin tomar una gota de alcohol. Varias veces. Tampoco me creen.
Recuerdo una noche en particular donde me tomé una copa y noté que empezaba a afectarme al carácter. Estaba cogiendo «el puntito», empezaba a estar «alegrote» y no me gustó nada la sensación. No me gustó sentir que perdía el control; la sensación de que, en cierto modo, «dejaba de ser yo mismo».
¿Qué gusto le puede ver nadie a desinhibirse hasta el punto de dejar de ser uno mismo? ¡Hay gente que bebe porque se lo pasa mejor «con el puntito»!
¿Qué gusto le puede ver nadie a levantarse con resaca? La boca pastosa, dolor de cabeza, dolor de cuerpo. ¡Las resacas se cuentan como una anécdota, incluso como un acto heroico!
Algunos podrán preguntarse: y si tan malo es, ¿por qué lo venden en los supermercados?, en esa tendencia del ser humano en echar balones fuera. La culpa no es mía que lo consumo, es de la sociedad, que lo vende y lo impone.
¿Sabéis qué ocurrió en Estados Unidos entre 1920 y 1933? La Ley Seca. Hay vídeos que lo explican clarito y bien. Se crearon mafias para transportar y consumir ese alcohol.
¡Anda, qué casualidad! Como ocurre hoy con otras drogas (ese «otras» es premeditado). ¿O acaso es difícil conseguir marihuana, por más ilegal que sea su venta?
Bien es cierto que yo no he crecido en un ambiente que me haya presionado para que bebiera. Yo siempre me he negado a beber y siempre he tenido gente que me apoyara si me encontraba al típico pesado que insistía. Hay muchos contextos en los que esto no es tan fácil, lo sé y lo entiendo. Pero no comparto que se le eche la culpa al gobierno o a los demás si cualquiera empieza a beber como costumbre.
La opción de decir que no siempre está presente. Siempre hay elección. Más aún si se cuenta con la información.
Tenemos que romper con esos mitos, que aún hoy se escuchan, de que beber alcohol en cantidades reducidas es bueno para la salud. Es falso. Que sus perjuicios sean menores por beber poco no quiere decir en ningún momento que el alcohol sea beneficioso.
«Es que mi abuelo murió con noventa y cuatro y estuvo bebiendo desde los doce». Mire usted, hay gente a la que Windows nunca le ha dado un error, pero el caso es que la evidencia dice que es muy habitual contraer un cáncer derivado del alcohol y que Windows suelte un pantallazo azul en algún momento. No es debatible. A lo mejor si su abuelo no hubiera bebido desde los doce habría llegado a los cien años.
Se puede salir a la calle con amigos y tomar cualquier otra bebida. Desde luego, no todas serán saludables, pero al menos no tienen el riesgo del alcohol. No es tan difícil, de verdad.
Como siempre digo, yo no soy ningún experto en nada ni pienso sentar cátedra con mis palabras. Tampoco estoy «libre de pecados nutricionales» con mi sobrepeso. Solo soy un internauta que usa su blog para opinar sobre asuntos de su alrededor, así que siéntete libre de rebatirme en los comentarios cuantos puntos consideres oportuno.
Si me quieres leer metiéndome en otro fregado parecido, tengo otra entrada sobre el tabaco.
Actualización 2024-04: En este texto hago referencia a la marihuana sin venir a cuento, y no es tan fácil resistirse a la presión social con este tema.
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