Entiendo la importancia del 8 de marzo, pero desde mi punto de vista el mensaje del feminismo generalista llega con un foco tan equivocado, que no puedo implicarme. Muchos mal llamados feministas han tergiversado demasiado el mensaje.
No solo eso: además de errado, el mensaje es machacón. No hay un día en el que no me encuentre tres o cuatro entradas relacionadas con el feminismo en mi lector RSS, y algunas dan auténtico pánico.
Como cualquier persona cabal y sensata, con el verdadero feminismo comparto ideas como la igualdad de oportunidades, igualdad salarial, igualdad en el trato y ante la ley… pero eso no es lo que me llega del mensaje feminista general.
Me llegan mensajes e iniciativas que castigan al hombre y le hacen sentir vergüenza por serlo, como considerarlo violador o asesino. Niegan la existencia de la violencia de la mujer al hombre, de las denuncias falsas o de oportunistas que aprovechan movimientos feministas para amargarle al vida al otro. Son temas que no tendrán la importancia social del maltrato a la mujer, pero están ahí y se dedican a invisibilizarlos.
Dicen que el mundo tiene que cambiar, pero no en sectores o colectivos que no les convienen (a ver si hay manifestaciones por limpiadoras, o quejas por la prueba del pañuelo), y usan un lenguaje bélico (los hombres somos una plaga, esto es una guerra…).
Buscan aliados que se alineen a su forma de pensar, o enemigos que destruir. Y siempre con subvenciones de por medio.
Así que no, no puedo comulgar con este feminismo de ahora ni con lo que se difunde generalmente por el 8 de marzo. Y no puedo decir que lo sienta. Mi trato a la mujer es lo más correcto que sé, y educo a las niñas en lo que yo entiendo como igualdad. Más no puedo hacer.
Deja una respuesta