Hoy he tenido una de las mañanas más estresantes del curso, y no ha sido ni por mi actividad docente ni por mis alumnos. No. Ha sido por Séneca, el sistema de gestión docente laberíntico y que siempre falla a finales de junio.
Había que guardar la evaluación por competencias. Los profesores no podíamos acceder. No sé si es problema de Séneca o de la configuración del centro, pero el caso es que hemos tenido que ir a Jefatura para que lo pusieran allí. Séneca es un laberinto: ni siquiera sé si el centro puede configurar eso o no, pero seguro que no es fácil hacerlo.
Pero lo peor no es eso: lo peor es que nos hemos llevado toda la mañana sin poder grabar cambios de notas, y las calificaciones de 4º de ESO se entregaban a la una. Tampoco he podido imprimir el consejo orientador. He acabado con boletines corregidos a mano, cayéndoseme la cara de vergüenza ante los padres. Menos mal que me ha tocado una tutoría con padres comprensivos, pero era para haberse colado en la Consejería y montar un buen pollo.
Evidentemente, por la tarde he entrado, y como ya no estaba media Andalucía trabajando con el sistema, me ha dejado hacerlo todo rápido y a la primera. Rápido, claro, porque lo hice desde mi casa, no con la conexión precaria que tenemos en los centros andaluces.
Y digo yo (llevo cuatro años diciéndomelo): ¿estos señores no tienen la decencia de contratar servidores complementarios ahora que todo Cristo está trabajando con el sistema? Otros años ha colapsado, pero hasta el nivel de este, ninguno.
Verse con el trabajo a medio hacer, teniendo que dar la cara ante los padres, sin informes que debía entregar y con los boletines corregidos a mano por la incompetencia de terceros es una experiencia horrible, tristemente habitual cuando llega junio y trabaja con Séneca.
Pero los docentes seguimos tragando. Qué bien vivimos, oiga.
Deja una respuesta