Esa calle de la piruleta de la que hablaba Homer Simpson yo creo que en realidad es un país, nuestro país, y que más de uno piensa que la educación de nuestros jóvenes se consigue solo con sonrisas y juegos. Y no es así.
Solo llevo cuatro años de docencia en secundaria, y en este tiempo he leído muchísimos artículos en internet sobre la llamada innovación educativa y las mil y una siglas con la que nos quieren convencer de que tal cosa existe y que son, poco más o menos, la panacea o el Santo Grial con el que arreglar el sistema educativo de cabo a rabo. Aprendizaje Basado en Proyectos, Aprendizaje Basado en Problemas, clase invertida y tantísimas otras corrientes.
Nos dicen que el papel del alumno debe ser activo, que se aprende con el juego, que la escuela no puede ser igual que en el siglo XIX y tantísimos otros mantras que, desde mi punto de vista después de este tiempo, lo que hacen es desprestigiar el trabajo de tantísimos docentes que están en las trincheras en su día a día. Artículos como por ejemplo este.
Cuando empecé a trabajar lo hice con unos objetivos muy claros. Primero, explicar lo mejor posible de un modo más o menos tradicional, y poco a poco ir introduciendo cambios en la clase de los que había estudiado en el máster. Lo que me encontré, como ya comenté en un artículo anterior, es un montón de burocracia que al final acaban comiendo más tiempo del que debería, grupos numerosos, muchas horas de preparación y corrección en casa y, al final, tomar la determinación de trabajar lo mejor posible sin dejarme la salud en ello.
Mientras hay quien habla de usar las nuevas tecnologías, lo que nos encontramos es unas conexiones inaceptables para hacer cualquier mínimo trabajo en red. Mientras hay quien habla de Aprendizaje Basado en Proyectos, muchos nos preguntamos cómo hacer un proyecto para enseñar gramática. Mientras hay quien habla de gamificación, otros dicen que no es bueno difundir la competición en clase.
Y todo no acaba en los predicadores de la innovación educativa, también por parte de la administración. Por un lado nos dicen que tenemos que integrar a todo en clase, por otro nos piden buenos resultados. Por un lado nos piden que evaluemos según estándares de aprendizaje y competencias básicas (ah no, perdón, que ahora se llaman competencias clave) pero por otro nadie nos enseña qué son, y si se nos explica, resulta que son una inversión de tiempo brutal que muchos no tienen por qué estar dispuestos a llevar a cabo. No porque no quieran, sino porque la profesión docente es de por sí bastante absorbente y a los seres humanos nos gusta tener vida social, familia y otros placeres mundanos más allá de lo profesional.
En la educación no hay panaceas. Está bien conocer cuantas más metodologías mejor, está bien querer innovar en el aula, está bien intentar aplicar la legislación vigente según las posibilidades de cada uno… pero todo a la vez me parece imposible, sobre todo si tenemos en cuenta que cada municipio, cada centro, cada grupo tiene sus propias características. Lo que pide un grupo puede ser totalmente diferente de lo que pida el de al lado: uno puede funcionar genial con tiza, otro solo con juegos.
La educación no se puede simplificar en ninguno de los sentidos, y por desgracia eso es lo que nos encontramos en muchísimos foros de la red hoy en día. Y lo que da rabia no es la simplificación, es el desprecio a tantos compañeros que hacen su trabajo lo mejor que saben día tras día. Llamadme raro, pero desde que empecé jamás me planteé poner en entredicho la forma de trabajar de mis compañeros, por muy poco innovadores que sean a ojos de ciertos elementos.
Deja una respuesta