Ir a comprar es uno de las costumbres más cotidianas que podamos encontrar en nuestro día a día. Forma parte del cuidado de la casa, y tarde o temprano es una obligación a la que no podemos faltar. Yo soy muy defensor del comercio local: me gusta, siempre que puedo, ir a comercios de barrio. Pero hay veces en las que me resulta inevitable ir a un gran supermercado, o lo que es peor, a un centro comercial.
Los centros comerciales que tenemos en Cádiz no son especialmente grandes pero, como persona con problemas de visión, ir a un supermercado o a un centro comercial puede ser una auténtica odisea y una experiencia muy poco gratificante. Es uno de esas costumbres que son totalmente rutinarias y para nada problemáticas para una persona que no tenga ninguna dificultad.
A la hora de escribir se me han ocurrido tres problemas propios de ir a un centro comercial, y un cuatro que está relacionado.
El primer problema es que cambien las cosas de sitio, como suelen hacer buena parte de los supermercados. El objetivo de esto es que el comprador vaya al sitio donde está acostumbrado, se encuentre nuevos productos y que estos le llamen la atención para ganar una posible compra más. Sin embargo yo (e imagino que la mayoría de personas con problemas de vista) vamos a comprar a tiro hecho: vamos directamente al sitio donde sabemos que están las cosas porque directamente no vemos lo de las estanterías, no entramos a un centro comercial «para mirar a ver qué hay». Que nos cambien las cosas de sitio supone preguntar a un reponedor o estar bastante tiempo dando infructíferas vueltas para, posiblemente, no encontrar lo que buscamos.
Que no haya nadie para ayudar también es un problema importante. Supongamos que entro a un supermercado que no conozco, o a uno que ya conozco pero para buscar un nuevo producto. Después de dar unas cuantas infructíferas vueltas decido pedir ayuda… y no encuentro a nadie. ¿Qué hacer en ese momento? Es terriblemente frustrante. Por dar nombres, en Mercadona es habitual encontrar a reponedores que no suelen poner ningún problema en acompañarte, sin embargo en Carrefour es rara la vez que encuentro a alguien siquiera que trabaje allí, menos aún que estén dispuestos a acompañarte al sitio correcto.
El tercer y último posible problema directo es que haya mucha gente comprando. Alguna vez he ido a un centro comercial con una persona ciega. Tuvo que cerrar su bastón porque de gente que había y de golpes que daba le resultaba completamente inútil. Tuvo que confiar totalmente en mí y en que el resto de personas no le dieran golpes al pasar. La confianza en mí le salió bien, lo otro ya no tanto. Y no sé si una persona ciega va de normal a un centro comercial; diría que no.
Problema extra: que las webs de los supermercados sean inaccesibles o no existan. En lo personal no tengo demasiados problemas a la hora de comprar en un supermercado, sobre todo porque ya sé dónde acudir para que sea cómodo para mí, pero, como acabo de indicar, para una persona ciega, la tarea es mucho más compleja o imposible. Para personas ciegas o para personas con dificultades que queramos mayor comodidad, comprar por internet es una solución maravillosa… si el supermercado tiene web para comprar, claro. En lo particular estoy usando Soysuper, pero no sé si es accesible o no, y me consta que hay ciertas webs que no lo son. Esto son pérdidas para el supermercado: invertir en una web accesible son beneficios para ellos a la larga.
En definitiva, son muchos y muy variados los problemas que podemos encontrar en un centro comercial, y esto son solo los ejemplos de los que yo he podido situar. Estaré encantado de leer alguno más en los comentarios, o de conocer opiniones al respecto.
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