Hace tiempo reflexionaba sobre el hecho de que ya no soy tan joven y plasmaba los pensamientos que me llevaron a esa conclusión. Hoy vengo a reflexionar sobre el hecho de ser adulto en sí.
Creo que la adultez ha cambiado mucho en los últimos, pongamos, cuarenta años, y ya cada vez es más difícil establecer fronteras entre las franjas de edad. Quizá el límite entre «niño» y «adolescente» es sencilla debido a razones fisiológicas, igual que la de «adolescente» y «joven» pero, ¿cuándo deja uno de ser joven para ser adulto? ¿A los veinte, veinticinco, 30 años? ¿Qué marca el final de la juventud y el inicio de la adultez?
Si me recuerdo como un niño, mi imagen del adulto era aquella persona que no hacía cosas de niños. Hoy veo la cuestión mucho más difusa, porque ya hay adultos a los que les encantan los cómics, los videojuegos o el cine de animación, que tradicionalmente se consideraban «cosas de niños».
Desde mi punto de vista, las aficiones no son lo que marcan la adultez, al menos hoy en día ya no. Me queda otro punto que pueden indicar que una persona es adulta, y son sus responsabilidades y problemas cotidianos.
Algo que siempre he pensado es que todos tenemos responsabilidades, desde que somos pequeños. Los niños tienen que hacer las tareas del colegio, y para ellos es (o era, porque ya se ve menos) un auténtico problema embarcar un balón o confesar a los padres algo que había hecho.
No se puede decir que los niños no tengan problemas o responsabilidades, lo que ocurre es que desde el punto de vista de un adulto quisiéramos volver a esos problemas inocentes. Pero en aquel entonces eran asuntos muy serios.
La única conclusión que saco, por lo tanto, es que la adultez viene determinada por la naturaleza de esos problemas y responsabilidades. Según vamos creciendo, las responsabilidades nos ponen en situaciones cada vez más comprometidas y afectan a más gente.
En este momento, si yo dejo de trabajar me quitan la nómina, dejaría de pagar el alquiler y me vería en la calle o con mis padres. Según las decisiones que tome puedo acabar incluso en la cárcel, algo que no solo me afectaría a mí. Todo esto teniendo en cuenta que aún no he formado una familia.
Si miramos en algunos círculos, consideran «joven» hasta gente de treinta años. Esto nos lleva a otro punto en el que no voy a profundizar: ¿con qué edad llegan esas responsabilidades en un país donde reina el paro? Una persona de treinta años puede estar en casa de sus padres o independizado. Las responsabilidades son muy diferentes.
Si tuviera que marcar un momento desde el que me consideraría «adulto» sería 2014-2015. Fue el año en el que empecé a trabajar, por lo que mis responsabilidades cambiaron por completo. Pero, insisto, mis aficiones son prácticamente las mismas desde hace más de diez años. Por ese lado podrían seguir tachándome como un niño, cosa que no es así.
En resumen, estamos en un momento donde los mayores juegan videojuegos y que, cuando tradicionalmente estarían dejándose el lomo, hoy están haciendo el ganso en vídeos. Quizá muchos sientan rechazo a esta nueva adultez, pero es lo que nos ha tocado vivir: ya no hay aficiones «de niño» sino responsabilidades de adulto.
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