La imagen destacada es mi escritorio actual. El fondo es el mismo que me acompaña desde hace años: Auros. Es la única personalización a lo que trae por defecto la distribución.
Así soy yo. En esta nueva época con respecto a la informática, donde me importa más el pragmatismo que los ideales sin abandonar estos por completo, me he pasado a esta nieta de Debian cuando mi distro anterior era, precisamente, Debian. Y no solo eso: también he cambiado de entorno de escritorio. Después de cinco años me he pasado a MATE.
Cunado hice el pequeño paseo de escritorios ya dije que MATE era el candidato ideal para sustituir Plasma en mi equipo. Plasma 5 me estaba dando algunos problemas en Debian, unos problemas con los gráficos que cortaban mi flujo de trabajo.
Hace poco probé KDE Neon para ver cómo funciona Plasma 5.8, la versión LTS de este escritorio. Aquí no tuve problemas pero hubo un detalle que me tiró muchísimo para atrás: la integración. Mientras que en Plasma 4 la integración con aplicaciones GTK era perfecta y no viceversa, ahora es al contrario. Las aplicaciones Qt no chirrían en mi escritorio MATE. Y oye, uno usa un escritorio para estar cómodo. En un momento en el que mis exigencias con el ordenador son mínimas, con MATE me sobra.
Pude poner MATE en Debian, pero algún problema habría en Debian Testing/Sid que impedían que me pudiera conectar a la red. Es por eso que pensé en Linux Mint, distribución que da cobijo a MATE. Usaría un MATE funcional en una distribución que le da prioridad absoluta a la facilidad de uso, que es justo lo que necesito ahora.
La herramienta de actualizaciones que minimiza los problemas con ciertos componentes base del sistema, su gestor de software, el hecho de basarse en una versión LTS de Ubuntu… Son muchos los puntos que hacen que estén a gusto ahora mismo en Linux Mint con MATE.
Me es indiferente que Linux Mint sea derivada de Ubuntu, que no está recomendada en ciertos círculos por cualquier motivo. Me es indiferente que MATE use GTK+2 que es una tecnología obsoleta. Lo único que no me es indiferente es que Linux Mint funciona, me permite tener un escritorio estable sobre el que trabajar. Echo de menos detalles de Dolphin, por ejemplo, o del escritorio en sí, pero puedo vivir sin ellos.
Quienes me leáis desde hace tiempo sabéis que soy una persona muy variable, una naturaleza que nunca he negado. No hay ninguna razón profunda para haber dejado Plasma o para usar MATE. Simplemente es lo que me apetece y lo que me funciona ahora mismo. A lo mejor en un tiempo me veis con Budgie o de vuelta en Plasma.
Estoy seguro de que si me leen personas de ciertos círculos estarán pensando algo así: «Ya está. Este usa Netflix, Kindle y Linux Mint. Dentro de nada lo vemos con un Mac». Nada más lejos de la realidad: valoro demasiado que el sistema operativo de mi ordenador tenga una base libre y que, al menos aquí, tenga privacidad en mis actividades cotidianas. Las razones que di hace tiempo para no comprar nada de Apple siguen vigentes, y Windows, ese agujero de privacidad, sigue sin ser opción.
También tira la fuerza de la costumbre: llevo 10 años con GNU/Linux, cambiar de SO supondría cambiar mis aplicaciones y paradigmas. Sinceramente, no hay ganas.
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