En 2023 escribí en este blog sobre calcetines de dedo. En aquel momento no podía ni imaginar que aquello iba a ser el pistoletazo de salida para mi transición al calzado minimalista, más conocido en inglés como «barefoot». En esta entrada hago un pequeño recorrido personal por este mundillo hasta hoy en día.
Un aviso previo
Esta es la experiencia de un usuario de calzado minimalista. No soy médico ni entiendo absolutamente nada de anatomía humana en general ni de nuestros pies en particular. Considero que, de interesar este cambio, debe hacerse con asesoramiento de buenos profesionales o, al menos, con mucho cuidado.
¿Qué es el calzado minimalista?
Antes de entrar al turrón, dejo una pequeña definición para quien no conozca el concepto. Se llama «calzado minimalista» o «barefoot» a zapatos con una forma más respetuosa con el pie y con poca suela para acercarse a la sensación de estar descalzo (de ahí el nombre en inglés).
La forma más respetuosa viene porque la parte delantera es más ancha que la trasera, como es el pie. Estamos acostumbrados a embutir el pie en zapatos acabados en pico cuando su forma es justo al revés. Cuando se usa calzado minimalista, el pie incluso crece un poco.
La poca suela se traduce en conceptos como caída cero («zero drop») y muy poca altura. La caída cero quiere decir que no hay apoyo en el talón y lo normal es que la suela no tenga ningún tipo de apoyo o refuerzo, es totalmente plana. Por otro lado, las suelan suelen ser de pocos milímetros: si se usa para senderismo o montaña, por ejemplo, tendrá una suela más densa que un zapato pensado para la ciudad.
Hay otros detallitos pero diría que estos son los más importantes. Eso sí: fundamental que el pie esté sujeto, tanto para el calzado minimalista como el normal. No hay chanclas en el calzado minimalista.
Un poco más de calcetines de dedo
Como he dicho, sin saberlo el hecho de pasar a estos calcetines fue mi primer acercamiento al tema. El ojo de gallo que tenía ha desaparecido por completo, y me he acostumbrado tanto a que mis dedos estén libres por separado que ya me he planteado regalar todos los calcetines-manopla de los que dispongo.
Eso sí: son difíciles de encontrar y a poco que la marca tenga algo de calidad, me parecen absurdamente caros. Las más conocidas son Injinji y Vibram, por lo poco que he investigado al respecto. Tengo algunos de estas marcas pero también sigo con otros modelos más baratos.
Transición
Los que yo pensaba que eran zapatos de transición eran en realidad completamente minimalistas, solo que mi entrenador me los recomendó por encontrarlos muy baratos en AliExpress. Si la cosa no iba bien, al menos no sería una inversión muy grande.
Al principio los usé con unas plantillas que mi podólogo me había hecho para educar mi pie. Pero llegó un momento en que se las quité.
Estos zapatos los estuve usando más de seis meses, hasta agosto. Se les fastidió un poco la tela por la parte de atrás, por el talón, así que los dejé como par de respaldo. Aún aguantan y los he usado en el trabajo cuando aún usaba unas botas incómodas (más sobre esto a continuación) y cuando se me fastidió el siguiente par.
Un pasito más
Estos primeros zapatos los cambié en agosto del año pasado, cuando me regalaron un par que yo consideraba ya minimalista de verdad, sin saber que las anteriores también lo eran.
Estuve todo el verano usando calzado cerrado por lo a gusto que me sentía con este tipo de zapatos. Una completa novedad para mí, que siempre he pasado a sandalias en cuanto apretaba un poco el sol. Este verano he vuelto a esto.
Este segundo par de zapatos me ha durado todo el curso escolar. Por una parte me parece tiempo suficiente porque los he usado a diario, pero hay una parte de mí que esperaba algo más de durabilidad.
En el camino al trabajo, durante las horas de clase, para dar un paseo. Las he usado para todo. Y he estado encantadísimo.
Las botas
Tan encantado estaba que en enero de este año, por fin, me compré unas botas resistentes al agua pero también minimalistas. Evidentemente en este caso la suela no es tan pequeña pero me resultaba imposible calzarme mis botas anteriores, de suela aún más grande y puntera tan estrecha, a pesar de ser de una marca con más amplitud que la habitual en este sentido.
Siempre he buscado zapatos con la puntera ancha porque siempre me ha gustado tener los deditos más libres, pero al pasar a calzado minimalista lo que me ofrecían estas botas era muy deficiente y llegaba con los pies destrozados. Por eso llevé el primer par al trabajo y me cambiaba nada más llegar. El cambio a unas botas con menos suela y más amplitud lo agradecí muchísimo.
No hay marcha atrás
Considero estos tres modelos mi primer acercamiento al calzado minimalista. Y como debía renovar el par de diario para el curso próximo, ya me lancé a la piscina del todo y he adquirido varios pares más.
Unas «zapatillas de andar por casa» (que en realidad son un zapato pero tienen pinta de zapatilla), una especie de escarpines, unas sandalias con una suela ridícula y la renovación del par de diario.
Las zapatillas de andar por casa vienen para momentos puntuales en los que debo bajar al portal o tirar la basura (no me voy a calzar unos zapatos con cordones para ello) y, principalmente, porque no resisto mi suelo de terrazo en invierno. En verano estoy todo el día descalzo, y cuando empieza el frío uso calcetines antideslizantes (de estos con gomas por abajo). Pero cuando hace frío de verdad… ahí es zapatilla o muerte. No he sido capaz de acostumbrarme.
Los escarpines o zapatillas híbridas están pensadas para mojarse y que se sequen rápido. En el momento de escribir estas líneas aún no he logrado «domarlos», pero son realmente cómodos y espero poder usarlas de manera más cotidiana.
El nuevo par de diario es de un estilo diferente a los anteriores. Los dos primeros han sido zapatillas más deportivas, estos tienen más forma de zapato. Ya los he usado puntualmente y son realmente cómodos.
Mi mayor sorpresa ha estado en las sandalias. Mi entrenador me recomendó una persona que las hace artesanalmente cerca del que ha sido mi instituto estos cuatro años, y justo el último día de trabajo me llamó para recogerlas. Ya he hecho paseos de ocho kilómetros sin despeinarme.
Y aunque me da mucho apuro hablar de dinero, debo decir que no ha sido barato. Mi consuelo es pensar en la teoría de las botas: espero que todo esto me dure bastante más.
Paréntesis: pies planos y dolores
Estoy muy sorprendido de encontrarme tan cómodo con este tipo de calzado porque durante buena parte de mi vida he sufrido bastante con mis pies.
Cuando era pequeño me dijeron que tenía los pies planos. Durante una época tuve botas correctoras y a saber cuántas historias más hasta que dieron el asunto por solucionado.
Pasé mi infancia y parte de la adolescencia con muchísimo dolor de pies. Era incapaz de caminar una distancia medianamente larga. Esto cambió, por suerte, cuando fui haciéndome más adulto, y he hecho caminatas de muchos kilómetros. Sencillas, pero caminatas al fin y al cabo.
Tras año y medio de calzado minimalista he notado que cada vez apoyo más pie en el suelo. Es decir, que ese intento de mitigar los pies planos se fue al traste por no tener ningún tipo de plantilla ni de compensación en la suela.
Lo he consultado porque recuerdo que de pequeño le dieron mucha importancia a esto y siempre tuve la sensación de que lo zanjaron muy pronto. Me han dicho que no pasa nada mientras el pie esté fuerte y funcional. Con lo que sé ahora me cuadra que sea así, pero veremos cómo evoluciona la cosa.
Lo único que puedo considerar molestia desde que empecé con este tipo de calzado es que me levanto y camino como Chiquito de la Calzada hasta que los pies «se despiertan». No son agujetas ni dolor, pero noto que el pie trabaja mucho más con este calzado.
El podólogo-posturólogo me dijo que si hubiera tardado un año más en activarme (tanto a nivel de entrenamiento como fortalecer mis pies) hubiera estado toda la adultez entre médicos. Se me ha quedado grabada a fuego la frase y quiero pensar que este calzado no es solo cuestión de comodidad sino también de salud. Al menos, en mi caso.
Los modelos en concreto
Durante la entrada he evitado mencionar modelos concretos por verlo innecesario, pero en este apartado dejaré enlaces a todos y cada uno de los zapatos que he comprado hasta ahora, por si fuera de interés de alguien y también para tenerlos de referencia. Sobra decir que no son enlaces de afiliado ni hay ningún tipo de patrocinio.
- Injinji Liner ColorMax. Los calcetines de dedo que más me gustan hasta ahora.
- Hobibear Sage. Mi primer acercamiento.
- Saguaro Luck I. Segundo par que me ha durado el curso 24-25 casi entero.
- Be Lenka ArcticEdge. Las botas impermeables.
- Xero Shoes Pagosa. Las «zapatillas de andar por casa».
- VivoBarefoot Ultra III Bloom. Los «escarpines».
- Feroz Cheste Freekers. Mis nuevos zapatos de diario, no tan deportivos.
Las sandalias no las puedo enlazar pero son del estilo de las Xero Genesis.
Esto no es para cualquiera
Como dije al principio, cambiar a calzado minimalista es un paso importante. Al final nuestros pies es donde recae el paso de nuestro cuerpo, y no todo el mundo resiste no tener ningún tipo de apoyo o compensación.
Yo tuve la suerte de contar con mi podólogo-posturólogo y con mi entrenador personal para que me fueran recomendando modelos y comentarles los avances. También es cierto que no he tenido ningún problema, pero podría haber ocurrido.
Así que, insisto: si te interesa este mundillo busca ayuda de algún profesional de la salud y busca algún calzado marcado como de transición (o alguno que veas muy barato para que no duela tanto al bolsillo). Las casuísticas en los pies son muy variadas y pasar a este calzado a lo loco puede traer consecuencias.
Conclusión
Igual que me ocurre con los calcetines de dedo, ya soy incapaz de ponerme un calzado habitual. Me noto los pies atrapados y me molestan. También regalaré los zapatos que no son minimalistas porque de verdad que no hay marcha atrás para mí. Tan solo hay una excepción: tengo unas zapatillas de deporte con una suela muy blandita que me vienen muy bien para los conciertos en los que se pasa muchas horas de pie.
De un tiempo a esta parte hago paseos de cinco, seis, ocho kilómetros y las hago con estos zapatos sin ningún tipo de problema. También los he usado para estar de pie durante el trabajo.
Jamás hubiera dicho que usaría una sandalia con una suela tan ridícula y sin ningún tipo de plantilla, pero aquí estamos. Por suerte mis pies se han adaptado perfectamente a este tipo de calzado y no puedo estar más contento.
ACTUALIZACIÓN:
Comenta Moribundo Insurgente más beneficios:
Este tipo de calzado te acerca a las irregularidades del suelo, algo importante para la estabilidad corporal. El uso prolongado hace que mejore mucho la estabilidad, sobre todo cuando envejecemos.
Además, la musculatura trasera de las piernas se elonga, evitando problemas de cadera, dolores de espalda (sobre todo de lumbares), y cuello.
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