Misa y tranquilidad

Una idea tonta que lleva años pasándome por la cabeza y que nunca había expresado en público (quizá por ser consciente de lo tonta que es).

Hace unas décadas era costumbre (u obligación, según el caso) ir a misa. Hoy esa costumbre se ha perdido casi por completo, más allá de alguna celebración.

Cada vez que entro en alguna iglesia, me sorprendo de la paz y tranquilidad que se respira en esos lugares. Y hay una parte de mí que se pregunta: ¿estará relacionada este aumento de ansiedad y estrés por haber perdido ese rato de paz y tranquilidad? ¿De estar un rato a la semana centrado en otro tema que no sean los problemas cotidianos?

Esto es una simplificación brutal. Las exigencias respecto a la religión, los ritmos de vida, los trabajos, las preocupaciones del día a día han cambiado muchísimo desde que era habitual ir a misa. Pero quédate con la idea más simple y sigamos.

Llevamos unos años en los que vemos el auge de la meditación, el yoga, la vuelta a la escritura manual. En definitiva, encontrar un rato cada tanto para centrarnos un poco en nosotros mismos y dejar de lado, aunque sea un poco, los problemas. Parar.

Justo lo que se hacía en misa.

No seré yo quien abogue por rescatar una costumbre asociada a una religión, en la mayoría de casos impuesta por una sociedad y unas tradiciones. Pero no tengo pruebas ni tampoco dudas de que no contar con ese ratito de recogimiento ha tenido sus consecuencias.

Y oye, quizá ir a misa no sea la recomendación más adecuada a estas alturas de la película. Pero sí deberíamos buscar ese momento de tranquilidad como el que propiciaba la iglesia en otras generaciones.

O algo. Yo qué sé.

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5 respuestas

  1. Adrián. Ese pensamiento me pasó por la cabeza varias veces. Creo que los seres humanos, necesitamos depositar todo el peso que cargamos, toda la responsabilidad en alguien o algo, aunque sea por un momento. Creer que lo que sucede es por obra divina o por alineación de planetas. Algunos lo depositan en la religión, otros en la astrología tomando a esta como una religión más.

    La misa también es un sentido de comunidad. De sentirse parte de algo. Y si esa sensación de paz que te produce entrar a la iglesia te da satisfacción, quizás podría ser una opción volver a retomar el hábito.

  2. Te echo otro hueso, Adrián. ¿No te suena el auge de la terapia a una especie de ansia de confesionario? Sé que esto también es mucho simplificar, porque hay gente que tiene problemas y se beneficia del tratamiento. Pero en muchas ocasiones (pero muchas) veo cómo la gente vive la terapia como un espacio libre de juicio en el que dejar salir sus culpas y salir absuelto (no con una penitencia, sino con unos «deberes»). Moriré en esa colina.

    se nos está quedando el espíritu en los huesitos.

  3. Además el rezo/meditación se da en la mayoría de religiones. Si entiendes la religión como un conjunto de ritos sujetos a un darwinismo social (en el sentido positivo de la expresión) cuadra bastante con que necesitemos o nos convenga ese momento de paz y meditación.
    Yo tengo el mío cuando tomo el café por la mañana y supongo que cada uno se busca su hueco como puede pero el cristianismo y el islam han explotado este hack al máximo.

  4. No, como alguien que se crio en una familia profundamente religiosa y de, aún a día de hoy, misa todos los domingos te puedo decir que no, que esa no es la solución.

    Lo del sentido de comundiad, lugar de meditación y todo eso, bien.
    Pero no, la religión (concretamente la católica que se practica en las iglesias que mencionas, no puedo hablar de todas las religiones) no nos va a permitir llevar una vida más tranquila si no es a base de suprimir la propia voluntad y someterse al dogma. Y eso desde luego no es la solución para eliminar la ansiedad y el estrés del mundo moderno, sino para soterrarlo bajo una ilusión de paz basada en el sometimiento.

    A lo mejor esos lugares de reflexión, comunidad, etc. podrían ser interesantes con un enfoque laico y es verdad que una iglesia vacía puede dar una impresión de paz y que el tiempo se detiene, pero conozco muy bien las iglesias y lo que pasa en ellas y no es eso, no romanticemos lo que pasa en las iglesias.

  5. Creo que esa necesidad de silencio y de paz es totalmente clave para el ser humano. También creo que Dios llama y habla en esa paz y ese silencio. De niño, uno puede empezar a ir a misa un poco por obligación formal, pero cuando, al crecer, descubre la presencia de Dios en su corazón y que la misa es alimento, acude por necesidad y afecto. No en vano, Jesús dice «La paz os doy. No como la da el mundo». Él está implicado en nuestra paz.

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