El 17 de febrero empecé a recibir muchas llamadas perdidas. Cuando cogía alguna me decían que tenían una llamada perdida mía. Hubiera dejado de contestar pero esperaba un paquete, y algunos repartidores llaman.
En un primer momento leí que podía ser una estafa, pero los números eran españoles y yo jamás devuelvo la llamada, solo contestaba cuando podía. Temía que me viniera una factura muy abultada por responder estas llamadas: aunque tengo entendido que no te cobran si no eres tú quien llama, a saber los inventos que hay.
El 19 de febrero, viendo que la cosa seguía, llamé a mi compañía. Me confirmaron que no había ningún gasto desde mi línea y me explicaron que seguramente estaban suplantando mi número. Llamaban a un montón de gente que luego devolvía la llamada y me llegaba a mí. Claro, veían mi número. Llamadas legítimas. Me indicaron que es algo relativamente habitual y que ha habido gente que cambió el número.
Con una breve búsqueda con los términos adecuados di con el siguiente artículo de Maltida:
Me sacó una sonrisa este fragmento: “En todo caso, para prevenir esta situación, Blasi aconseja no facilitar nuestro número de teléfono a menos que conozcamos bien al destinatario.” Como si hoy en día nadie nos pidiera meter el número de teléfono.
Pensando que el asunto se pararía, tardé unos días en seguir indagando. Hasta que llegó la tercera semana.
La compañía no podía hacer nada. La policía nacional no podía hacer nada. Llamé a la oficina del usuario de telecomunicaciones: nada. Llamé a la guardia civil de mi municipio: la competencia es de la nacional.
Pero yo no paraba de recibir llamadas que decían que les había llamado yo. Cuando cogía el teléfono les explicaba el asunto y pedía que bloquearan mi número, como me indicaron en la compañía.
Según yo lo entiendo, no es cosa de la operadora sino que habían pillado mi número por ahí (o al azar, a saber) y lo estaban usando para llamar a gente, no necesariamente con la red de mi operadora. Simplemente se enmascaraban con mi número, como hacen en el correo electrónico o con los SMS.
Entiendo por qué las diferentes entidades no podían hacer nada porque a mí lo único que me pasaba es que recibía muchas llamadas de gente que devolvía. Hasta seis o siete por día. Pero no había sido víctima de estafa, fraude o delito alguno.
El único miedo que tenía era que, como decía el artículo de Maldita, me llegara a mí una denuncia por intento de estafa. Desde la compañía me dijeron que era muy raro y no ocurrió (al menos, no hasta que escribo esto). La compañía me dijo que lo habían apuntado y la policía que, si ocurría, comprobarían mi línea y verían que no había llamada alguna. Pero sí creo que debería haber alguna forma de notificar esto y que quedara constancia.
A saber a cuánta gente y con qué propósito habrá llamado quien sea que usó mi número. En una ocasión me dijeron que llamaban y colgaban, lo cual aún me extraña más.
Finalmente tomé la determinación de pedir un número nuevo. La tarjeta me llegó el 6 de marzo. Avisé a los contactos más cercanos, cambié el número en los lugares más importantes (trabajo, médico, etc.) y di por cerrado el asunto.
Si tenías mi teléfono y por casualidad lees mi blog (poca gente de mi entorno lo hace), escríbeme un correo y nos ponemos en contacto para darte el nuevo número.
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