Cambiar la movilidad

Últimamente hay mucho debate en torno a la movilidad. Se habla de modelos de ciudad, la tecnología que debería usar el vehículo particular, alternativas a este y otros temas relacionados. Yo, como buen todólogo, creo que el foco del debate está totalmente desplazado y aquí vengo a demostrar que yo tengo razón y los demás no.

Soy un eterno peatón

Bromas aparte, a modo de introducción expongo mis circunstancias para quien no me conozca o necesite recordarlas.

Tengo un problema visual bastante serio que me impide conducir. Me gusta imaginarme a un profesor de academia echándose a reír si me viera pedir el carné.

Esto me ha obligado a ser principalmente peatón, depender mucho del transporte público y, ocasionalmente, contar con alguien que me lleve a sitios en coche particular. Esto último es poco frecuente por diversas circunstancias.

Vivo en un municipio muy bien conectado con la capital de provincia y localidades cercanas con más oferta cultural y de ocio que la mía así que, dentro de lo que cabe, no estoy del todo mal.

El ser humano no debería conducir

Empiezo con la bomba, el imposible. Una de las principales razones de muerte es el accidente en carreteras, por lo que veo como el escenario ideal que el ser humano no conduzca.

Para esto, claro, harían falta vehículos autónomos tan avanzados que no requirieran revisión humana, y esto está muy lejos de que ocurra. Vehículos en los que subirse con la certeza de que los otros cumplirían sí o sí las normas de circulación porque están programados para ello.

Estoy seguro de que el fallo informático en los sistemas de estos vehículos, mejores de los disponibles hoy, sería mucho menos frecuente que el peligro de ese tonto que no quiere esperar en la rotonda.

Pero como aún queda mucho para esto, si es que alguna vez ocurre, aterricemos a algo más cercano.

Eléctrico sí, eléctrico no

Este es el gran debate ahora mismo: la conveniencia o no del coche particular eléctrico, la siguiente gran cosa que nos quieren vender los fabricantes de vehículos.

No hay que olvidar que eso es lo más importante para ellos. Seguir vendiendo coches. Y si estas ventas vienen disfrazadas de una pretendida preocupación por el medio ambiente, como marcan los tiempos, pues mejor para todos, ¿verdad?

Ocurre que el coche eléctrico tiene muchos problemas. Si todo el parque automovilístico actual pasara al eléctrico, se necesitaría una infraestructura muy compleja que requeriría una transición en las ciudades costosa tanto en tiempo como en dinero. Además, los coches eléctricos, por el momento, pesan mucho más que los de gasolina, por lo que se gasta más neumático. Se debe programar muy bien las salidas para calcular dónde repostar, y hay que cuidar el origen de esas electricidad, que no tiene por qué ser respetuoso con el medio ambiente que se promete cuidar.

Hay alternativas que parecen igual o más efectivas que el coche eléctrico. El que más he visto mencionar es el hidrógeno pero, al parecer, bien por el coste o bien por las presiones con el eléctrico, no es un tema que avance demasiado rápido.

Todo esto son argumentos repetidos de personas que controlan mucho más que yo. Hay lugares donde informarse mejor sobre el asunto, como este vídeo del canal Garaje hermético.

Cambiar el foco

Se opte por el coche eléctrico o por otra tecnología, el foco del debate está en el vehículo particular. Y ahí es donde yo veo el mayor problema.

El coche no tiene que ser una imposición, como ocurre ahora mismo en muchos lugares, ni las ciudades deberían estar llenas de ellos, incluso con varios por cada familia. Supone un gasto enorme en muchos sentidos.

Debería haber más presión para cambiar el modelo de movilidad. Sacar el coche de las ciudades y mejorar mucho el transporte público.

Sacar el coche de las ciudades

Para mejorar la situación actual, este es un primer paso fundamental.

He vivido en varios municipios en los que siento un peligro real al cruzar un paso de peatón o un semáforo. No puede ser que la sensación de poner en riesgo mi vida sea lo habitual. Como parece que pedir responsabilidad a ciertos conductores es aún más utópico que mi primer escenario, me gustaría ver un futuro en el que las ciudades no estén condicionadas por el coche.

Ya hay lugares donde se han dado pasos en este sentido, y diría que pocas personas lo verán como un retroceso. Podría ser algo que se extienda, al menos, a todos los centros de ciudad para pasearlos con total tranquilidad.

En mi actual municipio, por ejemplo, hay carreteras que cruzan la calle principal, peatonal. Los conductores ahí son muy respetuosos (no como en otros lugares del mismo municipio), pero a mí como peatón me obligan a estar en guardia para comprobar que no venga ningún loco con el pie pegado al pedal. Sería mucho mejor si fuera peatonal en su totalidad.

Dentro de ese coche-centrismo, hay lugares en los que no es raro dedicar horas a salir de un atasco para ir de una punta a otra de la ciudad, y esto es algo que debería cambiarse con urgencia. No sé si hacer los centros peatonales sería una medida para esto, pero diría que sí. Ni siquiera pienso en la ciudad de los quince minutos, tan solo en agilizar esos traslados consiguiendo, de paso, mayor seguridad para los peatones.

Pero esto no se puede hacer de forma aislada sino que es necesario reforzar el transporte público para que los ciudadanos no echen en falta, o no demasiado, tener el coche aparcado debajo de su casa.

Mejorar el transporte público

Yo vivo en un municipio muy bien conectado con localidades cercanas. Tengo autobús y tengo tren. Sin embargo, hay localidades a los que solo puedo llegar en tren, que salen una vez cada hora y dejan de circular relativamente pronto en la noche: tampoco puedo volverme loco con el plan si no quiero pagar un taxi.

Los autobuses hacia la capital, por su lado, recibieron un recorte de horarios inmenso tras la pandemia, en especial los fines de semana. Hablamos de tres y cuatro horas sin autobús.

Como soñar es gratis y yo no tengo ni idea de qué supone a nivel logístico llevar a cabo esto, me gustaría ver que todos los municipios estuvieran conectados al menos con las capitales de provincia, con varios horarios a lo largo del día, y que los municipios cercaos, aunque no fueran capital, también tuvieran buenas comunicaciones entre sí.

Últimamente me cruzo con personas que optan por no usar coche particular cuando ven que el transporte público es suficiente. Lo he visto de forma muy clara con el abono gratuito en los trenes de cercanías. Imaginar esta situación potenciada me genera mucha esperanza.

Si pensamos en espacio y en gasto energético, es mucho mejor que un transporte mueva a varias personas que solo a una. Por supuesto, el debate de cómo alimentar este transporte público seguiría sobre la mesa. Ya se ven autobuses eléctricos en muchas ciudades, y habría que seguir investigando para mejorarlos u optar por tecnologías aún mejores. Si en este futuro ideal no hay coche particular, tampoco gasolina.

La independencia

Muchas personas defienden el coche particular porque puedes ir donde quieras cuando quieras. Si tienes coche propio, nada impide conducir un rato para ver cualquier municipio cercano, hacer una ruta por la naturaleza o cualquier recado.

Partiendo de esa mejora del transporte público, yo, desde fuera, veo el coche como algo prescindible si pongo en una balanza ese beneficio contra todas sus desventajas.

Un coche supone una inversión inicial grande, requiere un mantenimiento que se lleva más dinero (en especial si hay que hacer una reparación que, por supuesto, no podrá hacer uno mismo porque cada vez es más difícil entender un coche), hay que pagar seguro, sello, pasar ITV… y algo me olvidaré.

¿De verdad merece la pena todo este dinero, tiempo y esfuerzo por esa independencia, en un escenario en el que fuera más sencillo desplazarse en transporte público? El dinero de un coche da para muchos viajes en autobús.

Vehículo particular y trabajo

Una crítica razonable que se une al argumento de la independencia, es que muchos trabajadores dependen de su coche particular para ir al trabajo.

Aquí podríamos abrir el melón del teletrabajo, con muchas empresas retractándose de su implementación por llevar un férreo control de la asistencia y productividad de sus trabajadores, como si estar ocho horas sentado en una oficina garantizara más resultados. Nevat cuenta su experiencia al respecto: el teletrabajo supone para él emplear menos tiempo en desplazamiento y menos dinero en un alquiler cerca de la oficina. Podemos ir mucho más allá de la propia movilidad y hablar de cambio social en su conjunto.

La cuestión es que, si un empleado debiera moverse a su lugar de trabajo y este no fuera accesible en esa mejorada red de transporte público, ¿tan descabellado sería que la empresa le proporcione el transporte?

En un escenario donde el vehículo particular fuera una rareza, debería ser la empresa quien proporcionara el modo más cómodo para ir al trabajo, y no al revés. No pienso en un coche particular sino en un autobús que recogiera a varios empleados.

El escenario ideal más próximo

Nada de lo que he planteado me parece imposible. Difícil, sí; costoso, también; y soy consciente de que, si se diera el cambio de mentalidad necesario como para seguir este camino, habría mucha presión por los fabricantes de automóvil para dificultar la transición.

Sin embargo, estas dificultades no son suficientes como para no soñar con una ciudad en la que el coche particular no fuera requisito para ir a la otra punta, una ciudad que no estuviera condicionada por las carreteras y en la que el coche no fuera un elemento omnipresente en todas las calles, y que todo municipio tuviera las suficientes opciones de transporte público para ir a cualquier sitio, dentro o fuera del mismo. Si a esta situación se sumara la tecnología más respetuosa con el medio ambiente para mover ese transporte público y unas empresas que proporcionen el transporte en caso de necesitarlo, estaríamos en una situación mucho mejor que la actual.

En una situación así, me resulta difícil pensar que la gente siguiera con esa dependencia al coche particular. Lo veo ya con el abono gratuito de los cercanías incluso con la estructura que tenemos ya, por mejorable que sea.

Lo ideal sería que el ser humano dejara de conducir, claro, pero mientras tanto, me conformaría con este futuro de transporte público reforzado.

Respuestas en otros lugares

Daniel Sanz da su visión (algo más pesimista) sobre el asunto.

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Una respuesta

  1. Miguel de Luis

    Quizás podrías echar un vistazo al último artículo del blog de Seth Godin

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