A veces tenemos en nuestra mano protestar por algo que consideramos injusto haciendo un mínimo sacrificio. En este caso, no ver Eurovisión es una forma de protesta contra Israel.
Un poco de contexto
De nuevo, este año Israel es invitado para participar en el festival de Eurovisión.
Cualquiera que esté mínimamente en el mundo sabrá que Israel está en plena guerra con Palestina cometiendo un auténtico genocidio. Pero en esta entrada no voy a ahondar en ese tema porque ni soy quién ni comprendo todo el trasfondo.
Hubo movilizaciones por parte de la población. Cartas a los artistas elegidos, cartas a las televisiones, sin resultado. Solo queda, por lo tanto, no ver el festival como señal de protesta.
Paralelismo
El tema de Eurovisión me recuerda al lanzamiento del videojuego Hogwarts legacy, otra polémica que vi de cerca y que me hizo cambiar de opinión con respecto a estos asuntos. Me parece un caso paradigmático.
Hogwarts Legacy prometía ser el mejor videojuego del universo Harry Potter lanzado hasta la fecha. Y yo me crié con Harry Potter. He leído absolutamente todo lo publicado y he visto todas las películas. Sin embargo, desde que me enteré que JK Rowling tiene el poder suficiente como para frenar los derechos de las personas LGTB en Reino Unido, decidí que no iba a contribuir con mi dinero a aumentar la riqueza de la señora.
Está ese debate de «separar la persona del artista», más complicado de lo que pueda parecer. Además, en el videojuego no solo gana dinero la autora: hay muchos trabajadores que se merecen cobrar por lo que hacen.
En mi caso, mi determinación es bastante clara. No puedo ser consecuente todo el tiempo con todos los aspectos de mi vida, pero si me entero de algún caso que considere flagrante, como es el de Rowling, y por mi parte suponga un sacrificio tan sencillo para mí como no jugar un videojuego (o no ver la última de Animales fantásticos, que además fue nefasta), lo haré.
El sacrificio
Yo, con 34 años, no voy a sufrir por no jugar un videojuego o, volviendo a Eurovisión, por no ver un festival. Me parecen sacrificios muy superficiales y simples por apoyar causas que considero justas en relación con los derechos de las personas.
Si tomé esa decisión cuando conocí la actitud de Rowling, con algo tan importante para mí como lo es Harry Potter, ni siquiera puedo llamar sacrificio a no ver un programa de una sola noche al año, que solo sirve para distraerme un rato, cuando hay un país participante en un genocidio abierto y sin complejos.
Hay gente que, aún conociendo la polémica, decide ignorarla por su propio disfrute y, aunque lo entiendo, lo cierto es que cada vez le veo menos justificación. Me cuesta empatizar y estoy en un momento de mi vida en el que no lo comparto.
Por más eurofan que alguien sea, agarrarse a la excusa de que Eurovisión no es político, cuando se ve claramente que sí lo es (baste mirar un poco las votaciones), me parece cuanto menos cuestionable.
Si el hecho de no ver un programa de televisión sirve para que Israel gane un poco menos, a mí me vale. Por muy mínimo que sea el impacto de mi decisión, para mí es un sacrificio muy mínimo. Es un activismo de sofá tan cómodo para mí que consideraría ridículo no hacerlo.
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