(Aviso previo: este texto es innecesariamente grandilocuente)
Un papel no necesita batería. Un papel no emite luz que dañe tu vista. Un papel no requiere ninguna habilidad más allá de aquella que adquiriste en tu tierna infancia.
Un papel no necesita servidores ni se sincroniza. Puede ser un defecto o una virtud. Un papel puede ser tu lugar especial, tu lugar seguro, durante o después de un día duro, o un día feliz, o un día.
Un papel no juzga. No hace un perfil de lo que escribas, no tiene una cuenta de usuario, no te recomienda nada ni te notifica nada ni te recuerda nada.
Un papel puede ser austero. O no serlo para nada. Puedes ir a tu papelería más cercana y comprar la libreta y el bolígrafo más barato que tengan, o tener una libreta buena y bonita y cara con una estilográfica. Y todo está bien.
Un papel no te exige nada. Puedes escribir todos los días, varias veces al día, cada pocos o cada muchos. Da igual. El papel estará ahí para cuando lo necesites.
(Hasta aquí la perorata grandilocuente.)
¿A qué viene esto?
Me gusta escribir. De la necesidad de escribir mis pensamientos nace este blog. De la necesidad de expresar mis pensamientos cuando no tengo tiempo de escribir nace Divagaciones.
Ahora que tengo más tiempo, he decidido dejar un poquito la pantalla y escribir en una libreta aquellas cosas que no quiero publicar en redes. Sentimientos, sensaciones, asuntos privados.
Escribo en una libreta de tamaño A6 con el típico boli Bic sin ningún tipo de obligación o sistema. Hay días que le dedico un minuto, otros cinco. Hay días que escribo varias veces y otros en los que no escribo nada. Y eso está bien.
Hay épocas de mi vida en las que no he tenido el tiempo, las ganas o simplemente no se me ocurrió escribir en papel. Usaba un archivo de texto plano, que tampoco juzga ni notifica ni recomienda ni pide cuenta de usuario. Y eso también está bien.
Escribo lo que he hecho en el día, lo que he sentido, algo que he leído o que me ha gustado. O nada de esto o todo a la vez. Ahora empezaré a registrar las veces que picoteo para ser más consciente de cuándo lo hago, y me da una tranquilidad enorme saber que ese papel no cuenta kilocalorías.
A principios de enero leí artículos sobre escritura a mano, y yo la he introducido a mi rollo. Como debe ser. Te invito a que hagas lo mismo, si quieres y puedes. Y si no, pues no pasa nada.
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