Llevo muchísimos años pagando Spotify. 2015 como pronto. Pero viendo la deriva que están tomando los servicios de streaming en general, me he plantado.
Hace unos días se anunció que Spotify iba a subir dos euros su precio del plan familiar, que es el que pago para que algunos familiares también lo disfruten.
Apple Music también subió su precio hace poco pero añadió el modo karaoke y una sección de música clásica. Spotify, nada. Sin características nuevas, sin mejora de sonido. Solo subida de precio.
A partir de aquí, hice lo que estoy haciendo en los últimos tiempos. Ya os hablé de mi cansancio por registrarlo todo y mi reducción de pantallas y redes, y cuando vi esta subida me hice una pregunta muy simple:
¿Cómo disfruto la música?
Lo primero de lo que fui consciente es de que hay meses en los que apenas escucho música. Oigo muchos audiolibros o pódcast y apenas nada de música.
Lo siguiente que detecté es que, al tener tanta música al alcance, rara vez me pongo un disco varias veces para escucharlo bien.
En más de una ocasión he leído (aunque referido a los servicios de streaming de vídeo) que el exceso de oferta provoca que al final no se acabe viendo nada. Justo eso me pasa a mí con la música.
Cuando tenía menos oferta, cuando era yo quien decidía qué disco comprar o descargar, lo escuchaba durante más tiempo y los conocía mejor.
No voy a negar lo evidente: he conocido mucha música por las recomendaciones o las listas de Spotify. La pregunta es: ¿podré vivir sin ello?
Ahora mismo mi respuesta es sí. Puedo vivir sin Spotify y servicios parecidos.
- Tengo formas de tener mi música accesible desde cualquier parte. No es difícil.
- Puedo descubrir grupos simplemente entrando en YouTube. Allí está YouTube Music y la gente hace mezclas de diferentes géneros.
- Puedo invertir el dinero de Spotify en comprar discos digitales y que los artistas ganen un poquito más por su música, incluso adquirirla en Bandcamp o directamente al artista si da la opción.
Puedo pagar Spotify o cualquier otro servicio similar, simplemente no quiero hacerlo. Ven a los clientes como bolsillos sin fin a los que pueden apretar como quieren y me niego a seguir apoyando ese modelo. Mientras se gastan millones en adquirir redes de pódcast, comprar servicios o fichar celebridades, a los usuarios nos suben el precio. Me niego.
En el momento de escribir estas líneas, veo factible prescindir de Spotify y parecidos. A lo mejor mañana pago una suscripción a Apple Music y este texto queda en nada, lo cual no sería raro en mí.
En cualquier caso, mi blog no deja de ser un recipiente de mis elucubraciones, y si esta sirve para que alguien también se replantee cómo escucha música pues habrá servido para algo más que para mi propio desahogo.
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