Estos días se ha vivido una polarización enorme en el Twitter educativo. Como viene siendo habitual, de nueva hubo encontronazos entre «los tradicionales» y «los innovadores», pero esta vez con ataques incluidos.
(Esta entrada es un desarrollo de una reflexión publicada en Mastodon. Tan solo busca recoger el hecho y ampliar un poco mi visión, no es un texto muy pensado ni busca nada más que expresar mis pensamientos)
La sucesión de artículos
Aunque el ambiente ya estaba caldeado de antes, las últimas polémicas comenzaron con la publicación de este artículo:
“La demonización de la memoria es un tiro en el pie en la práctica educativa”
Pascual Gil se ha convertido en la cabeza visible de unos profesores partidarios de una educación centrada en la memorización y la clásica clase magistral. El artículo presenta esa visión muy tradicional pero, desde mi punto de vista, no está exento de razón en alguno de sus argumentos.
Después, en el mismo medio se publicó una contraparte:
El discurso rojipardo en educación
Un artículo de un colectivo docente con un tono muy provocador que no le sienta nada bien a la defensa de su postura, que tampoco está exenta de razón. En mi opinión es uno de esos casos en los que las formas quitan su lugar al fondo, el comienzo no le sienta nada bien al artículo.
Por último se publicó este:
Currículo escolar y educación democrática
En resumidas cuentas me parece lo mismo que el anterior pero con un tono más acertado.
Me posiciono
Yo no sé lo que es el neoliberalismo ni sé lo que es el rojipardismo. Menos aún en educación. Solo sé preparar mis clases e intentar que mis alumnos aprendan.
Esta visión es tan simplista y demagógica como los argumentos que usan en uno y otro «bando», porque estoy seguro de que todos los profesores que se posicionan a un lado y a otro también persiguen lo mismo.
Para conseguir que mis alumnos aprendan usaré cuanta metodología y herramienta tenga al alcance de la mano, pero siempre que estas vayan acordes con mi visión de la educación, mis características como docente y las circunstancias de mi alumnado. Todo lo demás me parecen discusiones vacías que pierden el foco de lo que es importante en educación.
Mi visión del asunto
Quienes nos movemos por Twitter hemos visto una actitud simplemente bochornosa, impropia de unos profesores cuya labor es educar a los jóvenes. Se han visto comentarios que, de producirse en una clase entre alumnos, serían censurados de forma rápida y contundente por parte de los mismos profesores que participan en estas discusiones.
Menos mal que los profesores tuiteros somos una minoría y no representamos para nada a todo el gremio.
Me da entre pena y rabia que en el discurso de Twitter, una red muy importante en la actualidad para la discusión pública, se haya asociado una visión u otra como un posicionamiento político sin posibilidad de encuentro. Los profesores tradicionales se pintan como seres sin compasión que no atienden la diversidad y los profesores innovadores son juguetes de la OCDE sin ningún tipo de exigencia hacia sus alumnos.
He llegado a leer incluso que esto es una guerra.
En mi experiencia de nueve años como docente (que no son muchos pero ya sí son algunos), lo que me encuentro es justo ese punto intermedio que algunos niegan. Las clases por lo general siguen siendo bastante tradicionales: el profesor llega, explica unos contenidos, se hacen unas actividades y luego hay un examen. Pero lo más habitual es que se manden trabajos y se trabaje en clase para ayudar en lo posible a todos los alumnos.
Trabajo por proyectos, trabajo colaborativo y tantas otras metodologías no están reñidas con una clase tradicional. Es más, diría que son la base. Tampoco un proyecto tiene por qué ser algo muy complejo y difícil de programar.
Pero para ver esto hace falta quitarse esa visión extremista del asunto que demuestran muchos en Twitter.
En conclusión
A veces es necesario defender una postura de forma inequívoca para que un discurso cale. Lo sé y lo entiendo. Sin embargo, esa actitud lleva a la polarización y a los ataques. Cuando hablamos de educación esto no debería ser lo habitual. Siempre debería de haber oportunidad para el consenso y el diálogo calmado.
A lo mejor hay que trasladar ese diálogo fuera de las redes sociales. Es para pensárselo.
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