Nunca me ha gustado el concepto «marca personal». Por muchos motivos.
Limitante
La marca personal se asocia a ciertas habilidades o actitudes. Es decir, para desarrollar una marca personal la persona interesada (por lo general) debe mostrar su excelencia en una de sus facetas, dejando de lado el resto.
Cuántas veces habré leído comentarios del tipo «no te sigo para esto» a poco que una persona influyente en las redes se sale un mínimo de su temática. De su marca personal. Como si las personas fuéramos unidimensionales, como si solo pudiéramos cubrir ese aspecto que queremos venderle a la sociedad.
Esto me parece una limitante tremenda y es algo que yo siempre he intentado evitar a toda costa en mi actividad online.
Yo soy profesor de Lengua, me encanta la tecnología y la cultura en sentido amplio. Si quisiera desarrollar una marca personal tendría que renunciar a alguna de mis facetas, abrir una segunda cuenta en redes o algo así. Siempre me he negado.
Quizá por eso no tengo un piso en Andorra.
Ser una marca
Esto de potenciar solo un aspecto de nosotros mismos de cara al púbico no es algo nuevo. De siempre ha habido expertos en ciertos temas. Que ahora el experto no tiene que venir respaldado por un título universitario es evidente, pero al final esto de la marca personal no deja de ser lo mismo. Si una persona es conocida por una faceta (moda, videojuegos, literatura) es porque es (o se ha convertido en) un experto en ese asunto que muestra a la sociedad.
Y ahí es cuando entra la perversión del lenguaje. Marca personal. No eres una persona, eres una marca, con una imagen y una identidad corporativa. Aparte de la ya mencionada autolimitación en los temas que perfiles así deben tratar cara al público, las exigencias al ser una marca son muy diferentes a los que se les exige a las personas multidimensionales.
Es la mercantilización del yo. Soy una marca, cómprame. No te ofrezco unos servicios o un producto, pero tampoco a mí como persona completa: te ofrezco esa faceta concreta de mí que se amolda a mi marca personal.
La perversión del lenguaje
Da auténtico miedo ver cómo ha cambiado el pensamiento en las últimas décadas a raíz del lenguaje. Este concepto de la marca personal es uno que ha calado muy profundamente en el mercado de internet, pero no es el único.
Quien demanda trabajo no es el trabajador, es la empresa quien demanda trabajadores. Es el trabajador quien hace un favor trabajando para una empresa, no al revés.
Yo no soy un consumidor cuando la palabra se aplica a contenidos multimedia. Consumir supone acabar con las existencias de algo. No soy el primero en notar la connotación negativa de esta palabra.
Quienes hablan de marca personal deberían cambiar el discurso y orientarlo hacia la venta de servicios o productos. Una persona influyente en las redes potencia una faceta, aunque esa faceta sea hacer de intermediario entre el público y las marcas o dar charlas. Hacer de intermediario es un servicio, dar charlas es vender un producto.
Conclusión
El lenguaje modifica nuestra forma de pensar. Es algo que está más que estudiado.
Como sociedad deberíamos tener mucho más cuidado en abrazar nuevos conceptos, sobre todo cuando tienen un calado tan profundo como este.
Es muy difícil luchar contra esto, dado que son conceptos que van sembrando en la sociedad muy poco a poco, lo cual solo hace aumentar la necesidad de estar en guardia.
Yo siempre he renegado y renegaré de ser una marca personal. Quien quiera seguirme, que me siga porque yo como persona le resulto interesante. Y quien quiera crear una marca personal, debería ser sincero consigo mismo y con sus seguidores y dejar claro su objetivo, que siempre será vender unos servicios o un producto.
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