Desde el confinamiento por Covid, la educación y la tecnología van de la mano. Podríamos pensar que esta generación tan tecnológica, que se ha criado con el móvil en la mano, tendría conocimientos más que de sobra para facilitarnos la vida a los docentes… pero no.
No tiene nada que ver el uso del móvil para subir fotos a Instagram o mandar notas de voz por WhatsApp a un uso serio como el que les pedimos en la escuela. Requiere unas competencias muy diferentes, y nos encontramos auténticas barbaridades.
A modo de curiosidad traigo aquí algunas de las joyitas que nos hemos encontrado y nos seguimos encontrando los docentes. No entro aquí en las razones de esto, porque es un debate bien distinto.
Fotos desenfocadas. Es el pan nuestro de cada día cuando pedimos que manden fotos del cuaderno: unas fotos tan movidas que es imposible leer lo que pone.
Fotos desencuadradas. Muy relacionado con lo anterior, puedes enterarte de todo lo que tenía el alumno en su mesa cuando sacó la foto pero no ver lo que pone en el cuaderno, o directamente que tenga los márgenes cortados.
Fotos en horizontal. Los vídeos los mandan en vertical cuando deberían ser en horizontal. Las fotos, al revés. Cuando lo lógico es fotografiar un cuaderno en vertical para tener más espacio, hay alumnos que son más listos y lo fotografían en horizontal para poner a prueba las dotes deductivas de los docentes.
Escribir todo el correo en el asunto. Las aplicaciones de correo son tan minimalistas que ni te explican para qué sirve cada campo y tampoco es que nos hayamos detenido en explicar mucho el uso del correo, pues claro, pasa lo que pasa. Asunto del correo: “Hola profe me gustaría saber por qué me has suspendido el trabajo gracias un saludo”. Cuerpo: en blanco.
Rizando el rizo. Me han mandado un archivo que era una fotos enviada por WhatsApp (lo pone en el nombre) donde se muestra la pantalla de ordenador modificando un archivo de texto digital. Es mucho más sencillo que enviar directamente dicho archivo de texto.
Rizando el rizo, bis. Un vídeo que es una grabación de pantalla a la aplicación de notas de voz. Mucho más sencillo que enviar directamente el archivo de voz.
Podríamos entrar aquí en esos alumnos que te exigen que les corrijas o les mandes notas en domingo, los que te envían trabajos a la una de la madrugada o aquellos que aparecieron en la última quincena del confinamiento, pero quiero que esta entrada sea una curiosidad simpática, así que mejor lo dejo por aquí.
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