Van a hacer una adaptación cinematográfica de After, esa saga de libros para adolescentes en la que una niña buena se enamora de un desgraciado y en la que se normaliza que pelearse es parte habitual en las relaciones de pareja.
La noticia no habría tenido la menor transcendencia para mí (allá cada uno con su dinero, bien para que sus hijos lean dichos libros, bien para que vean la película), pero me parece tremendamente contradictorio que sagas como esta o Cincuenta sombras de Grey sean bombazos en los tiempos que corren.
Estamos en una época en la que, por parte de muchos colectivos, se dice que los hombres somos violadores en potencia o se nos llama asesinos, y sin embargo desde la industria cultural el público encumbra a auténticos capullos como Grey o al protagonista de After.
La explicación es bien sencilla en realidad. Por una parte, el gran público pide estas figuras masculinas llevadas al extremo (para mí son unos auténticos capullos, insisto, pero espero que se me entienda) y por lo tanto la industria se los dará mientras sea rentable, pero por otro lado también les es rentable a muchos este falso feminismo en los que se demoniza al hombre. Los dos reciben y ganan dinero, aunque por razones muy diferentes.
Vivimos en una continua contradiciión, y aunque en este caso veo por qué ocurre, de verdad que no lo entiendo.
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