Debo confesar algo. Nunca me he preocupado demasiado por la actualidad, por comprender los entresijos políticos o por los problemas de mi tierra, más allá de lo que venía a mí por comentarios de amigos que sí se preocupan por estos temas, o simplemente por ser usuario activo de internet. Los telediarios me espantan, nunca he comprado prensa, pero ni siquiera entraba a las portadas de las webs de periódicos. Hasta hace poco.
Ya no es como hace unos años, cuando las noticias de escándalos políticos eran una anécdota y se vivía bien. Ahora los escándalos políticos también parece que pasan pronto a ser anécdota, pero hay verdaderos dramas sociales, dramas y situaciones que han llegado a mí porque era imposible que no llegaran. Es imposible no verlos.