Ayer fui al Gran Teatro Falla de Cádiz para ver ‘Clandestino’, un espectáculo carnavalesco donde se cantan coplas de Tino Tovar (más o menos versionadas según el caso) a partir de una historieta haciendo un pararelismo entre la época de la posguerra y el presente.
Conforme el espectáculo avanzaba me pasó algo curioso, y es de lo que quiero reflexionar en estas líneas.
El planteamiento de la historia me pareció muy cogido con pinzas. Por más que hoy en día haya multas e incluso cárcel por decir o cantar ciertas opiniones, no hemos llegado ni nos acercamos al nivel de represión de la posguerra.
Hubo momentos en los que se buscaba el aplauso fácil. El que recuerdo es cuando la única mujer del espectáculo cuenta que un hombre ha insistido a una compañera para tener relaciones. «A ver cuándo se enteran de que no es no», proclama. Consigna del feminismo pop que, efectivamente, arrancó un aplauso. Insisto: la única mujer del espectáculo.
También me pareció paradójico que cantaran a la libertad del pueblo de Cádiz cuando 1) seguro que alguno de los que cantaban votan a la derecha, 2) no se estrenó en Cádiz, y 3) escucharlos cantar en butaca a la libertad del pueblo me costó 38 euros.
Pero.
Toda esta falsedad y oportunismo la olvidaba cuando abrían la boca para cantar. Evidentemente, las voces presentes en el espectáculo son de las mejores de la fiesta, y aunque yo cada vez sea menos aficionado a las versiones en el carnaval de Cádiz (me gustan más las coplas cantadas por el grupo original con los instrumentos propios del carnaval), lo cierto es que hubo muchísimos momentos donde el vello se me puso de punta. Y es que escuchar cantar a Carli Brihuega, Ángel Subiela o Dani Obregón acompañado por Pedro Campos a la guitarra y otros instrumentistas de alto nivel solo pueden causar ese resultado en alguien mínimamente aficionado al carnaval.
Eso sí, considero que el momento cumbre del espectáculo es cuando Dani Obregón y Carli cantan «Dice mi tío Chano» de ‘Las estaciones’ acompañado por baile flamenco, que es el único momento de la obra disponible en Youtube (al menos, con buena calidad). Verlo en directo es una auténtica gozada.
Por lo tanto, no puedo decir que me arrepienta de haber comprado la entrada. Oportunista, sí; algo falso, sí; pero también bonito y emocionante. Y al final, sin esa emoción, el carnaval de Cádiz se queda en nada.
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