Desde hace un tiempo me sorprendo haciendo algo que, tiempo atrás, ni siquiera me plantearía. Es lo que tiene ser una persona curiosa, supongo: lo mismo hablo de Garcilaso que investigo sobre ciencia o practico con juegos de lógica. Tres de los juegos que traigo hoy tienen bastante que ver con las matemáticas, y eso sí que es sorprendente en mí. Los presento en orden cronológico conforme los fui descubriendo.

2048

Se puede jugar tanto en el navegador como en aplicaciones móviles. La mecánica es muy sencilla: aparece un bloque que, al encontrarse con otro del msimo valor, se suman (2+2, 4+4, 8+8… 128+128…). El objetivo base es alcanzar un bloque con valor de 2048, pero una vez ahí se puede seguir jugando ya que también hay una puntuación global.

Puedo decir orgulloso que yo llegué a conseguir el bloque de 2048, pero no el de 4096. El único «problema» del juego es que vicia bastante y una partida puede durar mucho, con lo cual las horas se pasan demasiado rápido y la productividad se va al garete con facilidad.

Sudoku

Supongo que este clásico imperecedero no necesita presentación. Nueve cuadrículas con nueve cuadros cada uno en los que debemos colocar números del 1 al 9 en los diferentes espacios en blanco sin repetir ni en la cuadrícula ni en la fila ni en la columna. Los hay de muchos niveles, desde insultantemente fáciles a condenadamente difícles.

Mi afición a este juegecito duró bien poco. Descargué una app para Android de F-droid, hice los veinte sudokus fáciles y el cuarto o quinto del nivel medio me pareció condenadamente difícil. Me rindo fácil, qué le vamos a hacer.

Cubo de Rubik

Otro clásico imperecedero, muy de los ochenta. El objetivo (por si acaso hay alguien sobre la faz de la tierra que no lo sepa) es conseguir que las seis caras del cubo sean de un mismo color, lo cual requiere conocer movimientos exactos cuya dificultad puede ir en aumento según la habilidad del jugador.

Tengo uno desde hace años y no fue hasta hace poco que conseguí completarlo. E hice trampas, lo admito: busqué un tutorial, pero si tenía que depender de mí mismo el encontrar los algoritmos y movimientos, no acabaría en los días de mi vida. Como me pasó con el sudoku, cuando me aprendí la manera más básica de completarlo no seguí adelante: mi objetivo era completar el cubo por mí mismo sin recurrir a la burda trampa de cambiar las pegatinas.

Go

Es el descubrimiento más reciente y me tiene encandilado. Debo agradecérselo a los amigos indianos, amantes y defensores del juego, que tienen una recopilación de recursos en su web. No dejéis de visitar Las indias: os puede cambiar la forma de pensar en muchos sentidos.

Es un juego de origen asiático cuyo objetivo es conseguir el mayor territorio posible. Para ello se pueden capturar las fichas (piedras) del otro jugador, pero ese no es el objetivo principal del juego. Consta de unas reglas bastante sencillas que permiten empezar a jugar rápidamente, pero llega a niveles de complejidad bastante elevados conforme se avanza (en Asia hay torneos de profesionales).

Este juego se suele comparar con el ajedrez, sin embargo a mí este me ha encandilado de un modo que nunca consiguio aquel, sobre todo porque no utiliza una metáfora bélica ni jerárquica (los peones solo mueven una vez, la reina tiene libertad de movimientos, hay que proteger al rey…). Aquí lo que hay son piedras que, una vez situadas, no se pueden mover: lo que hay que hacer es crear grupos de piedras para conseguir territorio. A pesar de que se capturan fichas, me parece un juego incluso pacifista.

Hay muchos más

Hay variaciones de los juegos que he comentado, y muchos más que yo no conozco. Desde luego, este tipo de juegos son, por una parte, un buen método para entrenar el cerebro; por otro, una herramienta de distracción masiva y, en el caso del go, una metáfora maravillosa.