El FOMO («fear of missing out», miedo a quedarse fuera), que en este caso entenderemos como no estar a la última, es una forma de relacionarse con la cultura que hemos normalizado y que trae muchos problemas, no solo a la propia industria cultural sino también a nosotros como espectadores, jugadores, usuarios o clientes.
Aunque creo que es un tema que afecta a la cultura en general, me centraré en series y videojuegos y nos llamaré «usuarios» por no usar «consumidores», aunque no sea del todo preciso.
Uno de los problemas derivados es que los servicios de streaming cancelan series si no tienen muchas visualizaciones en poco tiempo. ¿Cuántas son «muchas visualizaciones»? Solo las plataformas lo saben.
Pienso en el caso de ‘The Sandman’, serie de Netflix basada en la obra de Neil Gaiman. Cuando se estrenó, el propio Gaiman pedía a sus seguidores que por favor la vieran pronto para que hubiera una segunda temporada. Hablamos de Neil archiconocido Gaiman.
Otra consecuencia es que los vídeos de YouTube son prácticamente invisibles tras los primeros días. He escuchado a Lynx pedir a sus seguidores que por favor pongan el vídeo completo, aunque sea de fondo, para mejorar las estadísticas, que es muy bonito eso de guardar un vídeo para el momento preciso pero que eso hace mucho mal a los creadores.
Y mejor no entro en las personas que ven series, películas o vídeos a mayor velocidad, que al parecer no es tan raro.
En el caso de los videojuegos, el grueso de los usuarios parece pedir juegos con mejores gráficos y, como cada vez son más caros, con más duración. Dan igual las mecánicas, da igual la historia que cuente: más gráficos y más duración, que para algo me he gastado ochenta pavos. Y el siguiente gran lanzamiento lo quiero el año que viene, no sé qué es eso de que se tardan seis años en desarrollar un juego con gráficos ultrarrealistas. ¿Videojuegos indie? ¿Mande?
Ya que mencioné a Lynx, seguramente fue a él a quien escuché que gente relacionada con ‘Elden Ring’ pedía que los jugadores y streamers se lo tomaran con más calma porque, con esas maratones de ocho horas, se dejaban mucho por el camino.
Puede que exagere, pero por exageración no lo veo menos cierto. Algunos usuarios han impuesto esta forma de relacionarnos con la cultura, y esto se vuelve en nuestra contra. Y dudo que así se disfrute de un juego o una serie, tan solo se regurgitan para pasar a lo siguiente.
Todo son prisas. Prisa por ver el último capítulo de la serie para no comerte un destripe gratuito, de jugar el último videojuego para lo mismo, para ser el mejor pronto o para emitirlo en directo antes que nadie.
Esto tiene que afectar al ánimo sí o sí. No nos dan, no nos damos tiempo para ir a nuestro ritmo.
Hace poco he estado viendo la novena temporada de ‘Doctor Who’. Se emitió en 2015. También completé ‘Outer Wilds’, publicado en 2019, y estoy con ‘NieR Automata’, de 2017. En mi lista de juegos pendientes hay pocos títulos que hayan salido (me invento) en los últimos cinco años.
Para no dármelas de «el elegido», por supuesto que hay obras que espero con muchas ganas. ‘The Boys’ o ‘Invincible’ son, quizá, los mayores ejemplos de esto. Pero no me va (ni me da) la vida para verme cada serie o jugar cada juego la primera semana. Es inviable en una época de tanta oferta con el poco tiempo de ocio que nos ofrece el ritmo de vida actual.
Tampoco quiero pecar de catastrofista, y sé que estar a la última supone participar en una conversación en redes. Recuerdo la emisión de ‘Perdidos’ como la primera gran conversación en redes sobre una serie, o las teorías sobre ‘Juego de Tronos’. En ninguno de los dos casos fui partícipe de la conversación, y hasta cierto punto me arrepiento. Esta conversación está fantástica, siempre que esa conversación no se convierta en una obligación más, que es lo que yo aprecio.
Estoy convencido de que estamos en este modelo porque los mismos usuarios hemos (han) empujado a él, pero ahora que la industria cultural se ha adaptado a ello y deja por el camino mucha cultura que gusta a mucha gente (quizá no la suficiente, pero sí mucha), me pregunto si la situación cambiará si los usuarios nos damos cuenta de ello y actuamos de forma consciente para lograr ese cambio.
¿De verdad peligra una serie de Gaiman? ¿Una serie que, por tener a quien tiene detrás, va a ver mucha gente? ¿Y qué pasa si quiero guardar esa serie o ese vídeo para cuando tenga las circunstancias adecuadas? ¿Tengo que regurgitar el último lanzamiento para entrar en la conversación? A la cultura hay que darle su tiempo, y mi sensación es que, globalmente, no le estamos dando ese tiempo para disfrutarla como se merece.
Esta reflexión va en la línea de pensamiento sobre la hiperproductividad que me acompaña en los últimos meses. En este caso aún me parece más grave porque hablamos del tiempo libre, del ocio y, aunque yo nunca he alimentado demasiado este modelo, me da miedo pensar que tantas personas añadan más estrés a su vida en cuestiones que deberían ser de puro disfrute, si es que realmente viven esto con la intensidad que yo aprecio.
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