Ya estuve en un concierto de Saurom el año pasado y me encantó. Este año he repetido la experiencia y aquí cuento mis sensaciones.

Desde el año pasado digo que he descubierto muy tarde en mi vida los conciertos de heavy metal. Por ese motivo, cuando me enteré de que volvían al mismo lugar, no tardé demasiado en comprar entradas a un precio sorprendentemente bajo a mi entender.

Allí estaba yo, el pasado 5 de agosto, para disfrutar del espectáculo muy cerquita del escenario.

Resultó ser un concierto especial de tres horas en el que mezclaron canciones del último disco, El pájaro fantasma, con otro clásicos que ya había escuchado en el concierto anterior.

Una vez más me pregunté qué había hecho tantos años sin escucharlos en condiciones. Por suerte es algo que ya estoy remediando.

Me encantó ver a tanta gente emocionada por canciones basadas en literatura clásica como El Lazarillo de Tormes o El monte de las ánimas. Especialmente reseñable es el momento de El círculo juglar, que le da una vida tremenda al directo.

De nuevo salté, grité y me emocioné, vibrando con el sonido y disfrutando cada nota. Cuando se dice que el sonido es físico, donde más se aprecia es en un concierto de este tipo.

Es mi segundo concierto de este grupo y no quiero para nada que sea el último. Estaré pendiente de sus actuaciones para ver si puedo coincidir una vez más con ellos. No por nada de han convertido en uno de mis grupos favoritos y uno de los conciertos en los que mejor me lo he pasado.