Tears of the kingdom y mis sentimientos encontrados

Hace poco completé este juego y en esta entrada voy a hablar de mis sensaciones encontradas.

Para una experiencia adecuada, recomiendo al lector que lo juegue y lo complete primero antes de leer estas líneas puesto que voy a escribir sin ningún reparo por destripar aspectos de la jugabilidad y de la trama.

Una pequeña introducción

‘Tears of the kingdom’ es una secuela directa de ‘Breath of the wild’ en todos los sentidos. Estamos ante el mismo Hyrule, los personajes se mantienen, las armas se rompen, hay que cocinar y un larguísimo etcétera. La principal novedad son los poderes, que llevan las físicas hasta otro nivel y permite construir lo que al jugador se le ocurra, sin límites y sin fallos.

Lo pillé en cuanto salió. El mismo 17 de mayo por la noche estaba yo echando la primera partida. Lo terminé el sábado 15 de julio.

Adelanto que el título, en global, me ha gustado muchísimo. Dejo esto claro porque a continuación voy a enumerar muchos problemas (esta entrada tiene un tono negativo) y hay que dejar establecido lo evidente.

Es un juegazo.

Sin embargo, a pesar de sus muchas virtudes, a pesar de haberle dedicado muchísimo tiempo y a pesar de considerarlo una auténtica obra de arte, me deja con una sensación agridulce.

El tiempo que pide

Mi principal problema con este Zelda no es el juego. Soy yo como jugador. A mis casi treinta y cuatro años, mi torpeza en los mandos, mi poco tiempo libre y mi problema de visión (lo he pasado realmente mal con el aura maligna en los combates), estar casi dos meses para acabar un videojuego ha causado que se me haga demasiado largo. Es cierto que durante junio jugué poco por las evaluaciones, eso sí.

Sé que esto es una tendencia de los videojuegos como industria. Son muy caros, así que los desarrolladores intentan ofrecer experiencias que puedan durar cientos de horas. Esta cantidad de horas son muy disfrutables porque pones la vista en algún sitio, vas y siempre hay algo, lo cual es realmente impresionante.

Insisto: el problema de esto soy yo como jugador. He estado mucho tiempo sin jugar a videojuegos y hay una parte de mí que se revuelve al pensar que estoy dedicando mucho tiempo a un único juego cuando hay tanto que aún no he catado. No estoy en el momento de ir con calma con un único juego y disfrutar del paseo.

Sin límites

El hecho de que el mapa sea tan grande incluso me abruma. Ya me pasó con Breath of the wild, y en este se añaden cuevas, pozos, subsuelo y cielo. He explorado casi toda la superficie de Hyrule, casi todas las islas flotantes y he desbloqueado el mapa del subsuelo casi por completo a falta de cuatro o cinco raíces. Para mis estándares actuales, esto es muchísimo.

Me ha gustado mucho la variedad de pruebas en los santuarios, pero no tanto los templos por los que hay que pasar. Son aún más simples y sosos que los de Breath of the Wild, que tampoco fueron especialmente difíciles ni memorables pero tenían la opción de mover la bestia divina.

A todo esto, ¿qué ha pasado con la tecnología sheikah? ¿Todos esos guardianes que estaban esparcidos por el mundo, las antiguas atalayas? Desaparecidas del mapa y ni una sola explicación. Es extraño si tenemos en cuenta la atención al detalle que pone Nintendo.

Otro problema que tengo es que no se me da bien ser creativo en los videojuegos. Por la red se encuentran creaciones absolutamente espectaculares, yo combino cuatro cosas para salir del paso medio bien y ya me conformo. Esto para mí es un problema en un juego que busca tanto que tú como jugador establezcas las reglas a partir de esa creatividad.

Lo mismo ocurre con las fusiones de las armas. Hay cosas muy curiosas fusionando tecnología zonan con espadas y escudos: yo me limitaba a combinar con partes de monstruo para pegar fuerte, sin más.

Lo de las fusiones de armas es un acierto y la construcción es un puntazo. Lo que ocurre, de nuevo, es que yo no soy un jugador que aproveche ese campo de posibilidades. Tanto es así que me da mucha rabia que ni siquiera la Espada Maestra se pueda usar de manera continua: no se rompe pero se queda sin energía y desaparece.

La trama

La historia es más lineal que en Breath of the Wild. El mundo sigue abierto y hay ciertas misiones que se pueden afrontar en el orden que uno quiera, pero a la hora de seguir las misiones principales hay un camino más pautado.

La historia en sí tiene varios problemas. El primero es que repiten varias veces la misma cinemática para contar exactamente lo mismo. Me parece que Zelda sigue siendo el mejor personaje de esta historia, pero después del desarrollo que tuvo en el anterior juego podían haber hecho algo diferente con ella.

La historia es más de lo mismo. Ganon vuelve y Zelda se encarga de tenerlo a raya. Repite los mismos esquemas que Breath of the wild pero con menos carga dramática, y eso afecta a los personajes del presente. Rauru y Sonnia son personajes mucho más interesantes que los cuatro sabios a los que tenemos que ayudar.

Además hay ciertas inconsistencias. En mi caso fui por las lágrimas de dragón al principio de la partida, me enteré de qué pasó con Zelda muy rápido y luego pasé muchas horas haciendo misiones para buscarla.

¿Que la trama sea sencilla y se cuente otra vez lo mismo han logrado que disfrute menos de la historia o del propio juego? Para nada. Pero son problemas que están ahí, puntos que se podrían haber afrontado de otra forma.

El enfrentamiento contra Ganon

El juego, prácticamente en su totalidad, es muy sencillo. Sin embargo, al ir por el enemigo final, pide una preparación que prácticamente no fue necesaria en el resto de la trama. Si no vamos con muchas recetas de solirio y con bastantes corazones (en mi caso, veinticinco) para aguantar el aura maligna y la cantidad de combates que esperan, ocurrirá como me pasó a mí, que tuve que afrontar varias veces este tramo final para ir bien preparado.

El combate final se me hizo, simple y llanamente, injusto. Una vez completado el camino de monstruos comunes, el combate contra Ganon en sí pide de mí una habilidad como luchador que no había cultivado durante el resto del juego. Si a eso le sumamos mi torpeza a los mandos, tenemos como resultado que acabé arrinconando a Ganon para poder pegarle sin mayores problemas, porque no soy capaz de encadenar dos contraataques o dos esquivas seguidas. ¡Apenas me sale una!

Ridículo, sí. Yo también me avergüenzo de llamarme jugador de videojuegos. Es lo que hay.

La parte del combate desde el dragón es lo más épico que he jugado en años, un final digno de una aventura épica como esta. No es para nada difícil, pero el sentimiento que transmite es espectacular.

Me ha gustado, de verdad

He completado un 46% del juego frente a un 16% de Breath of the wild. Dos ruedas de resistencia, veinticinco corazones, explorado (que no completado) casi todo el cielo y casi todo el subsuelo. Yo creo que eso es indicativo de la cantidad de horas que he invertido y de lo que lo he disfrutado.

Repito una vez más que es un juegazo. Una obra de arte tanto visual como mecánicamente.

Sin embargo, la sensación de ser «más de lo mismo» (mejor, sí, pero más de lo mismo), la amplitud de un mapa que me parece más inabarcable que el anterior (que ya es decir) y haber estado dos meses con el mismo juego (culpa mía en parte), me hacen que este ‘Tears of the kingdom’ no me deje todo el buen sabor de boca que podría.

Pero oye, tampoco pasa nada. Sé ver las virtudes del título y me ha gustado a pesar de los problemas que le he visto como juego y los que he tenido yo como jugador. No se va a mover de la consola, podré volver a él cuando me apetezca (aunque dudo que lo haga) y disfrutar de sus muchos atractivos, ahora sin la presión de tragarme un destripe involuntario por internet.

Parece que este será el estándar para los Zelda que vengan en el futuro, y sinceramente espero que refinen la fórmula, sobre todo a nivel narrativo. Quizá buscar un punto medio entre esta nueva fórmula y el camino clásico sea una buena idea para lograr algo que transmita más a nivel narrativo.

En cualquier caso, ocurra lo que ocurra, estaré ahí para ver lo que hacen con la saga. No por nada es una de mis favoritas.

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