La reflexión que traigo hoy no es mía, pero no anoté la referencia y soy incapaz de recordar de dónde saqué esta idea. Intentaré plasmarla del mejor modo posible.
Hubo una época en que el rap o el heavy metal estuvieron de moda entre los adolescentes. Hoy en día todavía hay chavales a los que les gustan estos estilos musicales o algunos aledaños, pero ya es mucho más difícil de ver.
Nada que criticar al respecto. Cada época tiene sus melodías y no pasa absolutamente nada. Sin embargo, no puedo evitar sorprenderme cuando oigo ciertas letras y veo a los jóvenes entusiasmados con ellas.
Reggaetoneros o traperos que presumen de dinero, fama, droga y mujeres. Hablan de vivir la vida con excesos en mansiones caras entre joyas y coches lujosos.
Frente a esto, las vertientes más habituales del rap y del rock reflejan una vida dura, llena de pruebas, desamor, melancolía, remordimientos y miseria, una visión más introspectiva de la realidad.
Estos géneros también tienen sus vertientes más comerciales, evidentemente, en la que los raperos se las dan de gangsters y también hacen gala de sus riquezas. Pero es fácil rascar un poco para encontrar esa variante más intismista.
Personas que se preocupan por sus problemas cotidianos, canciones no exentas de crítica social o de pensamientos más o menos filosóficos. Reduciéndolo mucho, es música de perdedores.
¿Por qué es tan difícil hoy en día encontrar adolescentes a los que les guste este tipo de música?
La respuesta más simple es que no está de moda, sin más. Una respuesta algo más compleja es el mero escapismo: bastantes problemas tiene ya la vida como para que nos lo canten al oído.
Por traerlo a mi caso personal (y el de muchos de mis compañeros de clase), yo me acerqué al rap y al heavy a partir de los 14 o 16 años, una época en la que es habitual encontrarse perdido como persona, buscando una identidad, y este tipo de canciones me ayudaron a entrar en contacto con un mundo cercano a mis pensamientos, aunque muy alejado en otros sentidos. Yo también me sentía un perdedor.
Por eso no termino de entender que los adolescentes de hoy en día apenas conozcan estos géneros. Oyen música que presenta unas vidas que ellos, en la mayoría de casos, no podrán tener.
Que está de moda, es pegadiza y se baila, perfecto. Yo también puedo bailar un reggaeton si se da el caso. Sin embargo, jamás se me ocurriría sentarme a escuchar el reggaeton que he pintado antes por mero placer.
¿Tan básicos nos hemos vuelto como sociedad? ¿O es que ya éramos así y yo no me había dado cuenta?
Digo todo esto cuando yo me crié bailando una canción que trataba de una muchacha que le ponía los cuernos a su novio cuando el pobre muchacho estaba jurando bandera. Hay que ser hipócrita, ¿eh?
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