Muchos usuarios de internet estábamos esperando como locos que llegaran servicios que ofrecieran música y vídeo de manera legal a buen precio para dejar de «piratear» (tengo que poner las comillas). Ahora tenemos plataformas para elegir, pero resulta que distan mucho de la utopía que pensábamos, inocentes de nosotros, cuando las imaginábamos.
No se trata ya solo de que pases horas decidiendo qué ver por la cantidad de morralla que tienen, que hagan series de capítulos más largos porque como espectador eres big data, ni siquiera voy a criticar aquí que las películas salten de un servicio a otro cual canguro.
El mayor problema está en la censura. Las plataformas de vídeo se han convertido en una excusa para que las compañías impongan sus ideas incluso sobre sus productos más antiguos, que deberían conservarse tal y como son por tratarse, simplemente, de historia de la cultura reciente.
Pongamos el caso más evidente: Disney, en su plataforma, tiene una pantalla inicial en sus producciones más antiguas avisando de que puede haber representaciones culturales poco adecuadas. Confiar en el espíritu crítico de los niños o de los adultos es demasiado pedir en la época de la piel fina y la denuncia fácil.
Si se quedaran ahí, tampoco podríamos criticar, al menos no demasiado. El problema real viene cuando van más allá.
Películas donde recortan planos o modifican digitalmente para que no se le vea el culo a una muchacha. Diálogos redoblados de la forma más cutre posible. Escenas directamente eliminadas.
Ahí está el problema.
Sowick tiene uno, dos y tres vídeos hablando largo y tendido sobre el tema, con multitud de ejemplos.
Para rematar, podemos recordar el caso de Lo que el viento se llevó en HBO Max. Una película considerada un clásico del cine que fue retirada por racismo. Volvió con el pertinente aviso, sí, pero durante un tiempo no pudo verse.
Estamos en un momento en el que los libros no son nuestros (Amazon borró libros de los Kindle de los usuarios remotamente, no nos olvidemos), ni la música (si dejas de pagar la suscripción, o no puedes escuchar o te tragas publicidad) ni el vídeo. El caso de Amazon va aparte, pero creo que la idea queda clara.
Es lo que aceptamos cuando pagamos por el acceso a la cultura, en lugar de pagar por la cultura en sí. Y es curioso que a día de hoy la mejor forma de tener un buen catálogo sea el formato físico.
Aunque saquen ediciones nuevas con la censura de la que hemos hablado (cosa que no me consta), siempre se puede buscar alguna edición antigua para disfrutar del contenido tal cual era. Ese denostado formato físico ha demostrado ser, al final, el mayor garante de la cultura.
Eso, o el P2P, claro.
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