Todo aquel que se haya adentrado mínimamente en el mundo de GNU/Linux sabe que la diversidad en todos sus sentidos es su mayor virtud o su mayor problema, según a quién se le pregunte. Yo soy de los primeros y, aunque últimamente me he estabilizado bastante en distribuciones de la familia de Debian (la que tengo instalada ahora mismo es la propia distribución madre) con escritorio KDE Plasma, que uso desde hace ya más de cinco años, de vez en cuando me gusta ver qué se cuece en otros ambientes. Por ese motivo, hace poco hice un pequeño paseo por diferentes entornos de escritorio.
Este paseo es del todo insuficiente para valorar de un modo más o menos objetivo (si es que eso se puede hacer más allá del rendimiento) cada entorno de escritorio. El motivo de escoger esta palabra es porque mis pruebas se limitaron a poner en un pincho USB una distribución viva para poder probar el escritorio durante unos minutos, tocar sus opciones y ver cómo se desenvolvía con algunas acciones básicas.
Los escritorios que he visto son:
- Xfce en Manjaro 15.12
- Unity en una ISO diaria de Ubuntu 16.04
- Cinnamon en Linux Mint 17.3
- Gnome Shell en Antergos 16.02
- MATE en una ISO diaria Ubuntu MATE 16.04
Insisto en que esta entrada no busca ser objetiva ni dar una visión amplia de cada entorno de escritorio. Tan solo quiero compartir algunas impresiones que me dejó el uso de cada uno de ellos.
Xfce, el ratoncito indestructible
Usé este escritorio durante más de cuatro años, desde su versión 4.4. Tras eso han salido cuatro versiones más, y por él casi no pasan los años. Han añadido ciertas características para adaptarse a los tiempos, pero es el mismo escritorio sencillo y sólido que conocí hace tanto tiempo. Si se quiere usar un escritorio más o menos completo, con aplicaciones propias muy básicas y que proporcione la estabilidad deseable para un equipo de trabajo que use aplicaciones exigentes en cuanto a recursos, Xfce es una opción muy a tener en cuenta.
Unity sigue sin gustarme
Usé Unity durante algún tiempo en 2012 y, aunque hay diferencias, la base sigue siendo la misma. Por lo tanto, los detalles que no me gustaron entonces siguen ahí. El principal problema que veo es que Unity es un lanzador, y como tal, los botones no sirven para minimizar una ventana. Un detalle tan simple como ese, el tener que buscar el minúsculo botón de minimizar en la esquina de la pantalla, hace que me resulte muy incómodo. Por supuesto habrá una forma de configurarlo, pero no era mi objetivo en esta breve prueba. Por otro lado, la organización del lanzador de aplicaciones me parece muy confusa: prefiero el tradicional menú o algo que lo modernice un poco. Tampoco me convence el tener el menú de las aplicaciones en el panel superior o en la barra de título, imagino que por pura costumbre. Más allá de eso, Ubuntu usa las aplicaciones de Gnome, así que no hay mucho más que comentar del escritorio en sí.
Cinnamon, simplicidad y elegancia
Este escritorio nació de la mano de Linux Mint para recuperar una experiencia parecida a Gnome 2 con las nuevas tecnologías base de Gnome 3. Tras varios años de desarrollo, es innegable que su objetivo principal está más que cumplido. Cinnamon es un escritorio agradable y sencillo, con un bajo consumo de recursos. Simplemente se limita a ser una base sólida sobre la que lanzar las aplicaciones en las que se quiere trabajar, no tiene ningún añadido característico más allá de las imprescindibles opciones de configuración y su gestor de archivos.
Gnome, el único innovador
Realmente Gnome es el único que aporta algo al escritorio de GNU/Linux, algunas ideas nuevas que otros sistemas han imitado como el integrar las opciones con la barra de título o una mayor simplicidad en las opciones, aunque esa simplicidad sea excesiva para mi gusto. La posibilidad de configurar cuentas en línea cuyos elementos se añaden a todo el escritorio, sus aplicaciones propias como Mapas, Libros, Documentos o Música con una interfaz muy agradable… Son muchos los detalles que harían de Gnome el candidato del cambio. Sin embargo, sigue teniendo un problema muy importante: la necesidad casi imperiosa de hacer uso de extensiones debido a esa simplicidad excesiva. Y las extensiones también pueden tener sus errores. Tampoco es sencillo acostumbrarse a ese paradigma de escritorio tan diferente, requiere cierto aprendizaje.
MATE, la grata sorpresa
Nunca me gustó Gnome 2. Quizá en aquel momento buscaba algo más sencillo, y luego buscaba algo más complejo como Plasma, y Gnome 2 siempre estuvo en un punto medio. Sin embargo, en esta breve prueba, MATE me ha convencido más de lo que esperaba. En Ubuntu MATE tienen una herramienta que permite instalar cierto software con un click y una herramienta para configurar el aspecto y comportamiento del escritorio. Tiene los tradicionales widgets para el panel de Gnome 2 y, en definitiva, todas sus ventajas o sus defectos. Tiene un consumo de recursos algo mayor de lo que me esperaba, pero ahora mismo es el escritorio que elegiría si tuviera que reemplazar Plasma.
Lo que me quedaría por probar
Para tener una visión amplia de las opciones que ofrece GNU/Linux a la hora de manejar un escritorio debería usar LxQt, el escritorio que sucederá a LXDE y que aún está en desarrollo; gestores de ventanas como OpenBox, i3 y otros, algunos más comunes y otros más raros (como esos basados en tiling que son tan del gusto de algunos). Tampoco estaría mal probar el escritorio de Elementary OS, pero al ser una oferta casi exclusiva de su distribución no es algo que llame mi atención.
Desde que uso GNU/Linux mi interés siempre ha estado en usar entornos de escritorio completos que me proporcionen herramientas de configuración sencillas, lo cual deja fuera a los gestores de ventana. No me interesa tocar archivos de configuración del escritorio o tener que montármelo yo, prefiero hacer uso de opciones preconfiguradas. De hecho, mi personalización del escritorio es cada vez menor, como he enseñado varias veces en este blog. Conste que digo esto desde el desconocimiento porque nunca he usado lo suficiente estas opciones.
Me quedo en Plasma
Esto no es ninguna conclusión porque es algo que ya sabía cuando empecé este paseo. Estoy muy a gusto en Plasma, me he acostumbrado a sus opciones, a su manera de trabajar, a que algunas aplicaciones se comuniquen unas con otras, a los detallitos en el gestor de ventanas y en las aplicaciones. A pesar de que la configuración de mi escritorio sea extremadamente básica (un panel y un escritorio vacío), son esos detallitos lo que me atan a este entorno. Poder configurar que una ventana se abra en el centro de la pantalla, las opciones de resaltado del visor de PDF, las opciones del visor de imágenes… Seguramente podría encontrar opciones igual de válidas en los otros entornos, pero no lo veo necesario cuando Plasma ya me los ofrece y estoy acostumbrado a ellos. Al final todo es la fuerza de la costumbre.
Da igual que sea GTK o Qt
Como nota final, debo decir que esta visión de qué escritorio es mejor o peor para mí no tiene nada que ver con qué biblioteca se escriba cada uno, si GTK o Qt. En mi Plasma uso aplicaciones de ambos escritorios indistintamente, a pesar de que la integración sea cada vez peor (gracias, GTK). Si una aplicación es buena la usaré y no me importará nada más. Tan solo buscaré alternativas si es una aplicación que depende de muchos paquetes de un escritorio concreto y que, por lo tanto, mine de una manera perceptible los recursos de mi máquina. De otro modo, mirar si esta es GTK o si esta es Qt no tiene ningún sentido. Y lo dice alguien que fue usuario convencido de Chakra, que tiene en sus repositorios un número contado de aplicaciones GTK; precisamente fue esta limitación lo que me empujó a dejarla.
El escritorio sigue siendo importante
Llevo años leyendo que, a día de hoy, da igual qué escritorio o sistema se use porque, al final, el casi toda la actividad en el ordenador se hace a través del navegador web. Y aunque en mi caso esto es cierto en buena medida (siempre o casi siempre tengo un navegador abierto), la importancia de las aplicaciones de escritorio me sigue pareciendo vital.
Yo uso un cliente de mensajería instantánea para hablar con mis contactos de XMPP. Uso Choqok para ojear mis redes sociales Twitter y GNU Social, Dianara para ver Pump, y Thunderbird para comprobar varias cuentas de correo sin tener que abrir los diferentes webmail. Uso Retext para escribir esta entrada en Markdown, Gpodder para manejar mis suscripciones de podcast, LibreOffice para escribir mis documentos (no, los servicios de ofimática en ordenadores de otros no me sirven para conseguir los resultados que a mí me gustan) y tantísimas otras acciones cotidianas que me costarían muchísimo más, o directamente no podría hacer, si mi equipo estuviera limitado a un navegador web.
Conclusiones
Yo me quedo con mi querido Plasma, pero me ha gustado mucho hacer este breve paseo por otras opciones. Los usuarios de GNU/Linux tenemos la opción de elegir qué propuesta nos gusta más, y eso es algo que no tienen en los otros sistemas operativos mayoritarios. Debemos aprovecharnos de esta opción, agradecer a los desarrolladores su gran esfuerzo y, sobre todo, disfrutar de la opción escogida.
Imagen: MATE 1.8, CC BY-SA
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