Los sufrimientos del joven Werther, puro sentimiento

wertherMuchos lectores tienen (tenemos) un pequeño problema con la literatura universal. Influidos por el sistema educativo, conocemos muchos nombres de clásicos de la literatura española, pero muy pocos, en comparación, de otros países. Para conocer uno de los grandes clásicos románticos alemanes y para continuar una costumbre irregular de leer literatura universal, me asomé a esta obra de Goethe (sinceramente lo digo) sin esperar mucho de ella.

Ciertamente lo que sorprende de esta obra hoy en día no es su historia, que nos puede resultar incluso manida por tanto culebrón y tantas historias románticas: no podemos perder de vista que estamos ante una obra del siglo XVIII). La base argumental es un triángulo amoroso entre Werther (personaje romántico exaltado), Lotte (mujer hermosa y virtuosa) y Albert (siempre correcto y que no se deja llevar por sus pasiones).

Lo importante e interesante de Werther es el desarrollo del protagonista. Conocemos la historia a través de unas cartas de extensión variable (desde tres líneas a varias páginas), dirigidas principalmente a su amigo Wilhem, vemos la complejidad del personaje y la evolución que experimenta.

Esta estructura epistolar permite introducir multitud de temas. El grueso del libro lo componen cartas sobre el amor que siente hacia Lotte y las vivencias que comparte con ella, pero también reflexiona sobre la naturaleza del ser humano y su insatisfacción, sobre la religión y, muy importante, sobre la naturaleza. El elaborado lenguaje, que no resulta complicado para un lector más o menos experimentado, sumado a descripciones de la naturaleza en las que se ahonda en las sensaciones, dan lugar a unas imágenes con mucha fuerza, unas imágenes que siempre se relacionan con el estado de ánimo del personaje.

La edición que he manejado es de la colección Clásicos universales de Vicens Vives. Tiene ilustraciones al pastel que dotan de mayor significado aún a las imágenes más importantes del libro, anotaciones de vocabulario (debido a su carácter escolar, a veces de palabras muy sencillas), una introducción que ahonda en detalles sobre el autor y la obra, un estudio final e incluso actividades para un debate. Esta colección tiene aún pocos ejemplares, pero merece la pena echarle un vistazo si todas tienen la misma calidad.

Con Werther me ha pasado algo parecido a mi lectura de La Regenta, salvando las evidentes distancias. Tenía la impresión, totalmente infundada, de que iba a ser una obra lenta y de difícil lectura, y sin embargo la he disfrutado muchísimo. Un disfrute, eso sí, facilitado por mis conocimientos de literatura y por mi interés por conocer clásicos; el Werther, por razones evidentes, no es una lectura que pueda agradar al lector contemporáneo sin cierta preparación o, al menos, cierta predisposición para disfrutar de ese sentimentalismo exacerbado propio del romanticismo y que tan extremo nos puede parecer hoy en día. El lenguaje y las poderosas imágenes bien merecen asomarse que nos asomemos a sus páginas.

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