En las conferencias que Richard Stallman ha impartido por España durante diciembre (un ejemplo y otro, parecidas, la segunda quizá un poco más amplia y detallada), hace referencia al concepto de software como ser-vicio. Se refiere a la informática que se ejecuta en el ordenador de otro (es decir, prácticamente cualquier servicio de la red): aunque el programa que se ejecuta en el otro ordenador sea libre, el usuario no tiene la copia, con la cual el dueño puede hacer lo que quiera sin que éste lo sepa, y transmite la información a un ordenador del que no tiene ningún control.
En estos días es difícil no usar algún servicio de la red. No me refiero ya sólo a un buscador, a una red social o a un servicio de mensajería centralizados, sino también a servicios basados en software libre tales como instancias gratuitas de OwnCloud, Poche, un nodo público de Pump.io, un pod de Diaspora, o cualquier servidor de XMPP/Jabber.
En este caso, entre la gran mayoría de usuarios de GNU/Linux (y me incluyo) a los que les preocupa mínimamente la libertad de software, prima la visión pragmática. Si llevamos el concepto al extremo, ni siquiera comentaríamos en blogs o foros ya que la base de datos, con nuestra IP y nuestros mensajes, está fuera de nuestro alcance. Internet prácticamente se limitaría a páginas HTML estáticas para consultar, y aquello que tenemos instalado en nuestro servidor, si tenemos.
Dado que actualmente es muy difícil tener controlados todos nuestros datos, opino que es mucho mejor usar servicios cuya base sea libre que otros más que cerrados y centralizados, como los mencionados anteriormente. Seguimos sin saber qué hace el dueño del otro PC con nuestros datos, pero la tranquilidad es mucho mayor. Aunque el proveedor haga modificaciones al código base para cualquier propósito, los servicios basados en software libre suelen ofrecer la opción de exportar los datos para importarlos en otra instancia que nos ofrezca mayor tranquilidad, en nuestra propia instalación en nuestro servidor, o directamente una opción fácil, rápida y directa de borrar la cuenta con todos sus datos (en muchos servicios centralizados esta opción no es muy accesible o no cumple del todo su propósito).
Esta es mi manera de verlo a día de hoy, pero empiezo a pensar que esta visión realmente no está tan lejos, que empieza a ser posible dejar de usar el software como ser-vicio. La posibilidad de tener nuestra propia máquina que nos ofrezca los servicios que necesitamos, en nuestra casa y con todos nuestros datos dentro, cada vez parece más cercana.
En los países más desarrollados la velocidad de las conexiones son cada vez mayores, y el coste de ordenadores destinados a ser servidores personales es cada vez menor. Raspberry Pi o Improv son ejemplos a nivel de hardware (pequeños ordenadores destinados a cualquier propósito que se le ocurra al usuario, el de servidor incluido), y ArkOS o Freedombox son complejas piezas de software para logras este propósito, por sólo nombrar algunos ejemplos (seguro que hay muchos más proyectos que desconozco).
Esta visión de la informática en red, de acabar con el software como ser-vicio, debe afrontar dos grandes retos: que los aparatos destinados a ser servidores personales sean de una sencillez extrema, y que internet se descentralice. La tecnología está ahí, y puede que lo segundo sea una consecuencia de lo primero.
Un usuario sin muchos conocimientos específicos pero preocupado por estos temas que adquiera un aparato destinado a servidor personal lo primero que haría sería conectarlo a la red. Entonces el aparato le ofrecería optar por un nombre de dominio (si no lo quiere, usará una dirección IP) y seleccionar los servicios que quiera instalar (un OwnCloud, un Poche, un WordPress, un Pump.io, un servidor XMPP/Jabber o de email…), algo que haría mediante unos scripts que automaticen la instalación básica. A partir de ahí ya se podría comunicar con otras instalaciones que lo permitan, como la que el amigo que le descubrió el asunto tiene en su cuarto.
Para que esto llegara a ser posible, es imprescindible dejar de depender de grandes corporaciones, al menos en los aspectos más delicados respecto a la privacidad: no es tan crítico un servicio para almacenar lecturas para más tarde (de lo que se encarga Poche) como el correo electrónico, que es la base de nuestra actividad online. Mientras sigamos con la noción de que internet se constituye sobre todo en torno a tres o cuatro grandes empresas, que extienden sus tentáculos por los recovecos más recónditos de la red, capaces de recopilar hasta le mínimo detalle de sus usuarios, esta visión de la informática en red estará lejos de materializarse.
Hace treinta años Stallman tuvo una visión: la de liberar la informática personal en el ordenador. Hoy en día el software libre está presente en muchos ámbitos, y un buen número de usuarios lo disfrutamos día a día en nuestras máquinas, gracias al trabajo de miles de desarrolladores. No ha llegado al gran público pero cada vez su calado es mayor, y yo cada vez estoy más convencido de que las grandes revoluciones de nuestro tiempo llegan en silencio, con la ayuda de todos.
Quién sabe, quizá si todos ponemos de nuestra parte conseguimos que la mayoría haga un uso de la informática más maduro y responsable, y puede que un poco más tarde esta idea no sea ninguna visión idílica, e incluso puede que en un poco más tarde todos tengamos nuestro equipo personal, nuestro dispositivo móvil (también basado en software libre) y un tercer o cuarto aparato donde tenemos nuestros propios servicios y datos para la red.
Puede que haya cometido algún error grave en la concepción de esta entrada, incluso haber entendido mal el concepto base de Stallman. Por favor, si así lo consideras, agradeceré que lo comuniques en los comentarios. También estaré encantado de leer cualquier opinión que tengas respecto a este tema.
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